Cine



Pilar ingresó al mundo de la industria cinematográfica de la mano de Lonka Becker, una legendaria representante de artistas que se manejaba diestramente en las producciones internacionales y que supo ver el gran potencial de las hermanas Pellicer, Pina y Pilar.

En 1957, Pilar inició su carrera cinematográfica; ese año estuvo en cuatro películas: Escuela de verano con Germán Valdés, Tin Tan; La vida de Agustín Lara, dirigida por Alejandro Galindo; Quinceañera, dirigida por Alfredo Crevenna; y Nazarín, bajo la dirección de Luis Buñuel, con quien volvería a trabajar al año siguiente en la cinta Los ambiciosos, una coproducción franco-mexicana en la que la joven actriz compartió créditos con María Félix y Gerard Philipe.

Luego vinieron sus días de estudiante de actuación en París, durante los que se alejó del cine; mas, en 1965, regresó por una corta temporada a México para filmar Tajimara, dirigida por Juan José Gurrola. A diferencia de sus películas anteriores, esta cinta de corte experimental se inscribe dentro del denominado nuevo cine mexicano, un grupo de directores jóvenes que buscaban renovar la industria nacional.

Al año siguiente, su regreso a México fue definitivo. El director Carlos Velo la imaginó como la Susana San Juan en su versión cinematográfica de la novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo. Pilar hizo audición para el papel y lo consiguió, dejándonos una Susana San Juan ausente, bella y trágica, que se grabó en el imaginario de varias generaciones que ya para siempre invocarán el personaje de Rulfo en la presencia etérea de Pellicer.

Durante la década de los setenta, actuó en más de veinte películas, que la llevaron a festivales tan importantes como Cannes y la Reseña de Acapulco, y trabajó con importantes directores como Julio Bracho, Emilio “el Indio” Fernández, Felipe Cazals, Arturo Ripstein y Carlos Enrique Taboada, entre otros.

Su trayectoria incluye filmes de diversos géneros del cine en México, desde el cine experimental hasta el cine de ficheras, pasando por las películas de luchadores y cintas que exploran temáticas incómodas como Las Poquianchis, de Felipe Cazals, en la que las protagonistas están inmersas en un ambiente oscuro de miseria, abuso y muerte; o Tres mujeres en la hoguera, de Abel Salazar, en la que interpretó a una mujer que vive un triángulo amoroso lésbico.

Sus personajes no son los estereotipos de la chica buena, generalmente son mujeres al límite, enfrentadas a ambientes corruptos, como su personaje en La Choca, en la que participó bajo la dirección del Indio Fernández, y que le valió el Ariel a mejor actriz, dando vida a una mujer de fortaleza salvaje en un ambiente de machismo extremo y de pura supervivencia.

En 1996, se aventuró en la dirección cinematográfica, actuó y dirigió un cortometraje basado en un cuento de Elena Garro, ¿Qué hora es?: el personaje que ella encarnó se fuga de la realidad en la prolongada espera de un amor irrealizable. Un corto sencillo y honesto, en el que rindió homenaje al imaginario de la autora mexicana. La dramaturgia de Garro fue una de sus inspiraciones más profundas para convertirse en actriz cuando, en los años cincuenta, presenció el montaje de Un hogar sólido y no tuvo más dudas: sería actriz.

Su figura retadora y sensual queda en más de veinte películas en las que Pilar dominó la cámara con su sensualidad oscura y penetrante para situarse como una actriz imprescindible del cine mexicano del siglo XX.