NOVELA

1968-1978

 

O.I. 1
TÍTULO ORIGINAL: El tren que corría.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: octubre de 1977/16 de agosto de 1982.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: México D.F., 1984, primera edición y 1992, primera reimpresión.
EDITORIAL: Fondo de Cultura Económica.
RESUMEN:
La novela está dividida en once partes:
I. Cinco maneras de perder el tren, II. Una manera de alcanzar el tren, III. Puente de Vigas-Lechería-Querétaro, IV. Aún Lechería-Querétaro, V. Querétaro, VI. Las cosas pasan por algo, VII. Ruta, VIII. Meta. O casi, IX. A Saltillo y después, X. Ahora sí, la meta, XI. El tren que corría...

I. Cinco maneras de perder el tren.
En la estación de ferrocarril hay tres relojes. Los tres marcan horas diferentes. El del andén está más adelantado que el del vestíbulo y el más atrasado es el del restorán. La gente sale y entra a la estación, nerviosa, con prisa, maletas y bultos. Faltan 27 para las seis en el reloj del vestíbulo.
Afuera un taxi está estacionado. Adentro se encuentran el chofer y su hermana, mujer madura y fea que resalta su fealdad por la forma en que se pinta. Él la manda a su casa y ella lloriquea, no quiere irse, quiere vivir su vida. El hermano, enojado, la deja allí y entra a la estación.
En el restorán están dos amigas despidiéndose, una le augura a la que llama Chela que le va a ir muy bien en Monterrey con el novio que encontró por correspondencia. Chela le escribió que es joven y estudió para contadora; las dos cosas son mentira, y ella espera que el novio no haya hecho otro tanto y le resulte un viejecito. La amiga la anima.
Por la estación entra un grupo que manifiesta su adhesión a Camilo Ruiz Septién, regiomontano que se lanza para gobernador de Monterrey y dice discursos. Se produce toda la parafernalia de los actos políticos con acarreados. También van a abordar el tren una maestra que es despedida por sus alumnos con grandes muestras de afecto, y esperan a un fotógrafo para captar al grupo; una anciana con su nieto con un gran maletón y bultos que llega muy de prisa para no perder el tren, sus bultos pesan mucho y decide llamar a un cargador, pero éste es pesado y lento; y un joven vestido de gris que llega apresurado con sus maletas. Al político se le ocurre que quiere un Alka Seltzer y un ayudante corre a buscarlo.
En el atropello de los que se van y los que despiden a los viajeros, el andén es un mar de gente. Los mencionados se entremezclan, hacen cola, gritan, se lanzan en la carrera de los minutos y los segundos que faltan para que salga el tren. La maestra Nora, distraída por el fotógrafo; el licenciado Ramón que ha ido por el antiácido; el joven de gris que llega corriendo; la abuela que arriba tarde, y Chela, que se confió al reloj del restorán, todos pierden el tren, después de haber sufrido algunos de ellos golpes al caer del tren, enredo con los que corren y sofocos. Todos ven alejarse la máquina, que se desplaza sin contratiempos.
II. Una manera de alcanzar el tren.
En total son cinco los que perdieron el tren. El chofer aparece y a cada uno le propone llevarlo para alcanzarlo, supuestamente en la estación de Lechería. Todos aceptan; desolados, no tienen otro remedio. Suben al coche destartalado de modelo atrasado llamado “Ya Bas”, las mujeres atrás y los hombres adelante. El chofer arranca y avanza a una velocidad cada vez mayor. Todos se dan cuenta de que el chofer está en la estación para ganar dinero con los despistados que pierden el tren. Se conforman y esperan alcanzarlo en Puente de Vigas, antes de Lechería, pero un semáforo los retarda y el tren se va. Todos opinan, se agitan, cruzan palabras, el chofer acelera su vehículo; de pronto, da un frenazo y el asiento de adelante, que se detiene por una tranca, se desbalancea y los pasajeros caen para atrás; una vez repuestos, inician otra vez la carrera.
III. Puente de Vigas-Lechería-Querétaro.
Con el coche en carrera, los viajeros deciden presentarse. El licenciado se llama Ramón Ruiz Romano; el de gris, Gilberto Alcalde; la anciana, Leocadia Zanabria; la maestra es actriz, se llama Nora del Real; y Chela, Consuelo Ceja. El coche entra a la supercarretera, esquiva coches y al llegar a Lechería se encuentra con obstáculos que le impiden llegar a tiempo, calles cerradas, sentido contrario, zanjas, etc. El chofer se pierde y cuando llegan a Lechería, el tren está saliendo; jura que lo alcanzarán en Querétaro. Están desalentados, le preguntan cuánto les cobrará y dice que 350 pesos a cada uno. Todos ponen el grito en el cielo, no están de acuerdo y pretenden bajarse; luego se dan cuenta de que allí no pueden hacer nada y regresan, comienza a anochecer y está lloviznando. Entre todos juntan dinero y llegan a la suma de 1500 pesos; no darán más. Cambian de lugar: Chela pasa adelante, entre el chofer y Ramón.
IV. Aún Lechería y Querétaro.
En la carretera hay mucho tráfico, el chofer aprovecha cada tramo libre, de pronto chocan con un Galaxy. El chofer comienza a negociar; de pronto arranca su vehículo y sale por la desviación. El Galaxy no los alcanza, pero se han metido en complicaciones. Se encuentran corrientes crecidas y rebaños que les impiden pasar. Hacen a un lado a los borregos y pasan, se han desviado y no encuentran el camino. De lejos ven la carretera libre, van dando tumbos. De repente avistan el tren y parece que lo rebasan; al llegar se encuentran con una manifestación que va a recibir al candidato a gobernador de Monterrey que va en el tren, el jefe de Ramón. Éste se emociona porque lleva el discurso que su jefe pronunciará allí. No pueden pasar en coche, sacan sus maletas y se van caminando. A pesar de su prisa, son arrollados por un río de gente. Por fin llegan a la estación; el tren se ha ido.
V. Querétaro.
Desilusionados, molestos, frustrados, dicen que no le pagarán al chofer que no supo alcanzar al tren. La abuela le da los 100 pesos que puso para alcanzar el total. Con este ejemplo todos le dan su parte, menos Ramón; ya verán cómo se van de Querétaro. El chofer, emocionado por este gesto, decide llevarlos hasta Monterrey, menos a Ramón, a menos que le dé 3000 pesos. El chofer le dice que los ponga de los gastos de campaña que seguramente lleva. Ramón por fin accede a dárselos. Repentinamente todos están de buen humor. Se encuentran con un agente de tránsito que les reclama la forma de estacionar el coche con las puertas y la cajuela abierta. Ramón se hace cargo de la situación y la saca adelante diciendo al agente que son de la avanzada del candidato. Se suben de mejor humor y todos cantan. Hasta este momento conocen el nombre del chofer: Damián Avelar. Cargan gasolina y siguen su camino, con menos presión que antes.
VI. Las cosas pasan por algo.
El chofer se ha vuelto más parlanchín, cuenta historias sobre la adquisición de sus coches, de cuando se casó a los 17 años por primera vez y la segunda, que lo traicionó la mujer. Cada uno habla sobre sí. Ramón, de su vida política al lado del candidato y casi hace un discurso para aludir a los jefes del partido revolucionario y a la epopeya de 1910. Nora explica que la epopeya es como Medea y cuenta la historia de Jasón en una larga perorata teatral. Todos aplauden.
VII. Ruta.
La ruta es una carretera larga, poco transitada, con un paisaje desolado bañado por la luna; se describe todo lo que al paso de “Ya Bas” encuentran los viajeros adormilados.
VIII. Meta. O casi.
Los viajeros llegan a San Luis Potosí. El chofer enfila su automóvil hacia la estación y dice a los viajeros si van a preguntar por su tren. Todos reaccionan, se bajan y preguntan. Faltan dos horas para que llegue. Están un poco desconcertados. El chofer los ve tan amolados, que los invita a cenar. Van a un restorancito donde la abuela saca de su caja un botellón de mezcal minero de Oaxaca; todos brindan por su arribo a Monterrey. Beben, la abuela está más parlanchina, filosofa sobre la idea que cada quién se hace sobre la falta que hace en el mundo, pero en realidad, nadie le hace falta a nadie. Comen y beben a gusto. Después ruedan hacia la estación cuando de pronto, un agente de tránsito los detiene por haberse pasado tres altos. Negocian con él pero no quiere dejarlos ir. De pronto la abuela dice que tiene ganas de orinar, se baja y regresa acomodándose las enaguas, mientras el agente le indica al chofer que avance despacio delante de la patrulla hacia la delegación. La vieja le dice que corra porque le puso las botellas de cerveza entre las llantas y las picó con un cuchillo. Salen despavoridos y se alejan de la estación, pues todas las patrullas están allí esperándolos. El coche se enfila hacia Monterrey.
IX. A Saltillo y después.
Al no haber otro remedio se dirigen a Saltillo, bebiendo del garrafón de mezcal. La vieja Leocadia ya está ebria y en su borrachera dice cosas verdaderas, pero fuertes. Por fin se duerme. Chela les muestra la fotografía de su novio, cuenta que es muy sensible y que lo conoció por carta. A Nora se le hace raro que siendo guapo y rico haya buscado novia en México y por carta. Gilberto aprovecha para abrazar a Nora y meterle mano. Damián, el chofer, detiene el auto para espabilarse, pues le arden los ojos; vuelve a manejar, pero al salir de Saltillo, decide dormir un poco. Sólo se oyen los ronquidos de todos. Chela desciende para orinar, la alcanza Damián. Después de algunos escarceos y negativas de Chela, hacen el amor.
X. Ahora sí, la meta
El coche llega a Monterrey. Todos despiertan. Nora y Gilberto se quedan antes de llegar a la estación. Siguen Ramón, la vieja y Chela. En la estación descienden Ramón y doña Leocadia. Chela se queda platicando con Damián, a petición de éste. Se cuentan sus vidas y repasan lo bien que estuvieron juntos. Damián le pide que se vaya con él; Chela duda, pues lleva un año escribiéndose con su novio, que la espera. Se va a pesar de que no le disgusta Damián
XI. El tren que corría...
Chela va al baño, se lava y se cambia de ropa. Sin hacerse visible, observa la entrada de gente, ve a Raúl su novio, que aparece con otro muchacho joven, que trae un ramo de flores. El tren llega y todos se agolpan. Ramón no alcanza al candidato, que improvisa su discurso; Leocadia por fin encuentra a su nieto, a quien todos consintieron en el viaje. El ramo de flores es apachurrado por la gente, los dos hombres se ríen de eso y lo tiran a la basura. Chela los observa buscarla de carro en carro; no les habla, tal vez porque no le gustó cómo se rieron al tirar el ramo. Raúl parece desilusionado o enfadado por no encontrarla. Ella permanece en su escondite tras una columna. Los hombres se van y ella no sabe por qué no se dio a conocer. Piensa que es muy aventada. Tiene su dirección pero no piensa buscarlo, sale un poco confundida de la estación y allí afuera todavía está el “Ya Bas” estacionado. Damián la ve salir y se regocija, le habla y le pregunta por qué no se fue con su novio. Chela confiesa que no lo sabe. Damián le propone regresarse juntos y ella acepta, pero antes, dice él, van a comer, a beber y a descansar; después regresarán a la estación para ver si alguien pierde el tren. A lo lejos vibra, muy alto, el silbato de una locomotora.

COMENTARIO:
La novela maneja los tiempos objetivo y subjetivo de manera estimulante. El narrador entremezcla su historia con los diálogos de los personajes. La descripción de cada uno de ellos es muy específica y los retrata hasta el punto de que el receptor los visualiza, se siente parte de ellos y va junto con ellos a la aventura fascinante del viaje en el atropellado pero bien portado “Ya Bas”.

 

1979-1989

 

O.I. 1
TÍTULO ORIGINAL: Un error de estilo.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1981.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: en La veleta oxidada, El norte, Un error de estilo. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA). Tercera serie de Lecturas Mexicanas, núm. 48. México D.F., 1991.

CONTEXTO AMBIENTAL:
En un restorán céntrico, en una especie de reservado, no exactamente, llamado “el tapanco”, tal vez en el último tercio del siglo XIX.

CONTEXTO ANECDÓTICO/RESUMEN:
En ese lugar se reúnen iniciados, habituales, grupos. Hombres gesticulantes y dogmáticos con juicios literarios, estéticos, políticos, románticos y neoclásicos, liberales y conservadores. Como a veces la inspiración ronda por allí, hay tintero y pluma en el rincón de una mesa. Un grupo de amigos conversa. Entre ellos, cosa rara, se encuentra una mujer, esposa de uno de ellos. Ella, usualmente tímida, habla en esta ocasión, presionada por su marido. Va a contar la historia de una mujer; advierte que es una historia larga, que parte de 1868, cuando ella y su marido vivían por la calle del Reloj. La historia no sólo la cuenta ella, también interviene su marido a veces, y hay comentarios de los oyentes.
Se trata de una mujer francesa llamada Denise, su pareja don Luis Hidalgo y su hija Geneviève, hija de su matrimonio con el carnicero francés Goujart.
Denise rentó al reciente matrimonio de Almudena y Joaquín un departamento en su propia casa. Almudena cuenta cómo llegaron a rentarlo y cómo Luis, entonces ya no tan joven, no tenía dinero. Era Denise la que trabajaba para darle sus gustos: buena ropa y buena comida. En ese tiempo Almudena estaba embarazada y su marido Joaquín se fue a Orizaba a salvar de la destrucción unos archivos municipales. Fue entonces cuando empezó su amistad con Denise y Luis. Almudena entraba y salía de su casa con toda confianza, cuando un día, al irle a convidar un platillo, se encontró con Denise desnuda, con un aire distraído y los ojos muy intensos. Almudena estaba muy asombrada, pero Denise, en lugar de ponerse una bata, la llevó ante el espejo a que la admirara y tocara, para que comprobara que sus carnes estaban firmes y que era bella. Almudena describe la belleza de Denise: su pelo, sus manos, tocaba muy bien el piano. Denise se tocaba cuerpo y sexo ante la repugnancia de Almudena.
En este momento del relato tercia su marido, para decirle que se calle y no diga indecencias. Almudena contesta que él lo pidió y que está borracho.
El relato continúa. Denise esperaba desnuda a Luis porque hacía ya dos meses que no la tocaba, pero cuando Luis llegaba no le hacía caso. Almudena dice que esa noche se lo contó a Joaquín pero que a él sólo le dio risa.
Almudena cuenta con detalle lo que sucedió en una cena con invitados, a la que asistieron dos muchachas que coqueteaban con Luis. Denise, que tocaba el piano, las corrió con insultos diciéndoles “putas”. Era muy celosa, decía que Luis era capaz de revolcarse con cualquiera. Almudena no sabe cómo nunca se enceló de ella, tal vez por fea. Denise no comprendía por qué Luis ya no quería hacer el amor con ella.
Ahora cuenta cuando llegó la hija de Denise, Geneviève Goujart. Almudena la recibió en su casa porque no quiso pasar a la suya. Estaba asustada y llorosa; cuando llegó la madre, hablaron sin abrazarse y sin que Denise mostrara alegría. La acomodó en el cuarto de servicio. La reacción de Luis fue paternal, “ya tenemos hija”. Geneviève fue la criada de su madre, hacía los mandados y mimaba a Luis. Un día, Denise la arrastró y le pegó porque, decía, se quería acostar con Luis. El hombre reaccionaba con enfado.
Almudena se da cuenta de que no ha narrado cómo empezó todo. Denise había llegado a México con su marido, que era carnicero proveedor de la corte de Maximiliano. Goujart compró la casa barata, pues era de las expropiaciones. La casa estaba junto a una cárcel. Una tarde, la criada estaba tendiendo ropa cuando apareció Luis Hidalgo, un oficial que se había fugado cuando iba a ser fusilado por los soldados del imperio. Se evadió por la azotea y fue a dar a casa de Denise. Allí lo escondió la criada en un ropero. Cuando llegaron a buscarlo, Denise negó que hubiera alguien. Ella no lo había visto y esperaba que fuera un indio, pero para su sorpresa, Luis era un joven moreno, muy guapo. Se quedó en el cuarto de la criada y allí iban la criada de noche y Denise de día, enamorada locamente del oficial. Almudena describe con detalle las relaciones sexuales de Denise con Luis, ante la incomodidad del marido. Almudena dice que a las mujeres se les educa para no saber nada de sexo, como idiotas, y llegan a aprenderlo con los maridos, que saben mucho más. Pero Denise se descubrió a sí misma con Luis y ya no aceptaba a Goujart. Luis tuvo que irse, ajuareado por su amante. El oficial le profesó su amor. Después de esto, cayó enferma. Más tarde recibió una carta de Luis, donde le decía frases empalagosas y la llamaba Medea, pero incapaz de hacer lo imposible, texto que Joaquín considera un error de estilo. Denise le leía y releía esta carta a Almudena, quien se la sabe de memoria.
Cuando la emperatriz Carlota salió desterrada, también salieron los Goujart, en el mismo barco; de repente, al momento de zarpar, Denise habla con Geneviève; le advierte que se va y que respete a su padre, huye y se baja del barco dejando arriba a sus hijos, que la ven marcharse desesperados. Goujart creyó que se había ahogado, más tarde lo supo todo. El viaje es un mal recuerdo para Geneviève.
Denise, impulsada por la carta escrita por Luis, lo buscó hasta encontrarlo; éste no podía creer lo que veía. Joaquín dice que Luis no contaba con la llegada de esa demente pero la aceptó, con las joyas que había sacado de su baúl en el barco; compró de nuevo la casa que había sido suya y empezaron a vivir juntos como esposos.
Los amigo se sirven vino para continuar la narración.
En Europa Goujart va a ver a sus suegros para decirles que su hija es una puta. Boubou, la hermana gemela de Denise, averigua lo que pasó. Ofrecen quedarse con la hija pero su padre la da con una familia bretona y Martín, el hermano menor, se suicida con veneno de ratas. Boubou averiguó el paradero de su hermana, la compadeció por lo que sufría con Goujart y le enviaba vestidos que ya no quería. Cuando Denise supo lo de su hijo, su comentario fue: “estoy pagando”.
Los amigos instan a Almudena a seguir el relato y contar el final, mientras saborean vino. Ella prosigue. Almudena y Joaquín se mudaron de la casa de Denise para ir a vivir a Tacubaya. Los Hidalgo no rentaron el departamento, sino que lo llenaron de muebles. Un día que estaban de visita en Tacubaya, Geneviève le contó a Almudena que tenía un pretendiente; Almudena la animó a aceptarlo. La joven le preguntó si era feliz en el matrimonio y ella le contestó que su matrimonio era un éxtasis inacabable y Joaquín, el marido “más sensato y distraído, quiero decir, arrebatado y pasional de todo Tacubaya; que el matrimonio era un edén y que gozaba con Joaquín como si fuera Luis”... En este punto Almudena se da cuenta de lo que está diciendo y comenta que son boberías; siguió alentando a la joven para que aceptara al cortejante, cosa que, después supo, Geneviève no hizo, por la enfermedad de su madre. Denise tenía cáncer; hizo jurar a su hija que se encargaría de Luis cuando muriera. Cuando murió, Luis no lo sintió, a pesar de que ella siempre estuvo pendiente de su menor deseo. Cuando trataba de halagarlo, él le gritaba que lo dejara vivir y la llamaba vieja bruja, le rogaba que no se colgara de él y le repetía que no quería nada, nada.
Como Geneviève había jurado que cuidaría de Luis, lo hizo; por unos años resplandeció un poco, luego volvió a ser tosca como antes. Retomó el trabajo de su madre en “La pastora elegante”, se casó con el dueño, un señor ya viejo. Ambos cuidan de Luis y gastan muchísimo en él. Luis se deja mimar; sigue hermoso, con su pelo plateado como un zorro, erguido, bello... bello de veras... bello, acentúa Almudena. A veces los visitamos, pero no sabemos si son felices, algunos dicen que sí.
Un amigo pregunta si es el final, ella dice que sí hasta ahora y pide otra copa. El marido la riñe por beber. El amigo Manuel le pide que le diga cómo murió Denise, pues él es médico. Almudena se lo contará, pero le pide que se lo repita a Rosario, porque dice que Manuel cosecha flores para llevárselas a Rosario. Manuel asiente.
Denise supo lo que tenía y no quiso ir a curarse a Francia; ardía por dentro. Le dio por pintarse mucho. Una tarde, Almudena llegó a visitarla y la encontró en bata. Denise se la quitó y se mostró, horrible, como un esqueleto, con un hilo de sangre corriendo por su muslo, la muerte le brotaba de ahí. Le dijo a Almudena que ahora Luis la frecuentaba mucho por las noches, pensaba que sería por lástima y ella lo aceptaba, tres y cuatro veces. Es el saldo, murmuraba, no puedo pagar más, y luego en secreto se le acercó a Almudena para decirle que todo valió la pena, ardía, se arrastraba en el infierno, pero valió la pena pues el placer era eso. Cayó al suelo y esa noche la cuidaron los tres. Almudena comenta que le da la impresión de que Luis debía de haber sido un hombre convencional violentado por las circunstancias. Así murió Denise.
El marido tercia que él se encargó de todo porque nadie atinaba en nada. Almudena comenta burlonamente que claro, él es siempre muy atinado, empapado en sentido común y preciso, seguro de su estilo. Almudena llora y Joaquín le dice que está borracha, que todo lo que ha contado son mentiras de Denise, pues hacía mucho tiempo que Luis estaba harto de ella, como se lo había contado él mismo.
Manuel pide intervenir y dice que el error de estilo no es precisamente el de la carta de Luis a Denise. Joaquín no entiende pero Manuel dice que Almudena sí. Ella asiente. Ignacio M. dice que es la nostalgia del fuego eterno, alguien o algo nos hace descubrir quiénes somos. Manuel asiente, eso es lo que quiere decir e improvisa frases líricas. Ignacio M. le advierte que tenga cuidado con sus versos, pues también matan. Joaquín le pide a su mujer que ya no llore y, como no tiene pañuelo, Manuel le ofrece el suyo. Almudena lo acepta a condición de que le escriba con tinta su nombre, lo conservará siempre. Manuel lo hace pero su nombre se borra con las lágrimas de Almudena. Ésta le dice a Manuel que ya tiene su ramillete para ofrecérselo a Rosario. Manuel acepta; dice que Rosario siempre pide más.
Está entrando un rayo de sol, sobre la mesa se advierten las copas vacías, los amigos descienden poco a poco por la escalera que los condujo al tapanco.

COMENTARIO:
En esta novela el autor maneja la narración en prolepsis y analepsis de un pasado reciente. El lenguaje que usa la narradora es objetivo, descarnado, pero está cargado de metáforas y una intención muy directa que la involucra a ella y a su marido. El receptor puede advertir en la narración de Almudena no sólo la historia de Denise, Luis y Geneviève, sino la de los propios sentimientos de Almudena sobre sí misma y su matrimonio. Hay un momento en que el “estilo” de Joaquín y Almudena se pierde, se recriminan, se reprochan, se insultan. Manuel, sin duda Manuel Acuña, escucha, comenta y reflexiona. La historia es un motivo para hacer versos y ofrecérselos a su amada Rosario, versos que matan como se lo advierte Ignacio. Exceso romántico que, como es sabido, llevó al suicidio del poeta. También interviene Ignacio M., sin duda Altamirano. Un grupo de poetas y escritores románticos ante la narración de una vida vivida hasta el exceso, como la de Denise. El receptor, de acuerdo con su propia interpretación, puede tomar partido por la versión de Almudena o por la de Joaquín. Ciertamente, en la narración de Almudena hay algo más que la sola relación de hechos, hay sentimientos subjetivos de la narradora, ausentes en las opiniones masculinas de Joaquín.

O.I. 2
TÍTULO ORIGINAL: Sobre virtudes teologales.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1985.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: en Flor de abismo. Grupo Editorial Planeta. Col. Grandes Narradores, México, D.F., 1994.

CONTEXTO AMBIENTAL:
En la colonia Estrella, D.F., y sus alrededores.

CONTEXTO ANECDÓTICO/RESUMEN:
El narrador se remonta a su niñez para recordar un suceso del que se desprende la narración. Los orígenes se encuentran en Cosamaloapan, Veracruz, en los relatos de la abuela de Emilio, quien contaba que había dos hermanas que se volvieron rivales porque una de ellas se enredó con su cuñado. Tuvieron una hija cada una, María, del matrimonio de una de ellas, y Lupe, del concubinato de la otra hermana. La historia da propiamente comienzo con estas hijas ya grandes. Una, María, da clases de piano a Emilio; la otra, Lupe, se las da de catecismo; las dos viven juntas en la colonia Estrella del D.F.
Los adultos se complacían en preguntarle a Emilio si quería mucho a Lupe, éste siempre decía que sí, aunque tuviera impulsos de decir no. Entonces los grandes gozaban haciéndole burla y diciendo que se quería casar con Lupe. Estas burlas hacían que Lupe le diera un poco de horror. Ella era ciega, de piel muy lisa y rosada, vasta de cuerpo y con el cabello blanco.
El narrador describe ampliamente a Lupe y sus costumbres y cómo María construyó, poco a poco, una casa en la colonia Estrella. Primero un cuarto y después otro y así hasta completar una casa. Este lugar estaba casi despoblado y el tranvía pasaba en medio de yerbazales. A Emilio le gustaba esa casa llena de flores y enredaderas. Se reunían allí paisanos de Veracruz y se cantaban óperas, se tocaba el piano y se recitaba. María ofrecía pasteles que parecían deliciosos pero que desencantaban a Emilio, pues los hacía de zanahoria, nabos o garbanzos y el saber de qué eran le quitaba el entusiasmo. María era la única que había recogido a la ciega bastarda, había adoptado a una huérfana nombrándola Lupita, como su hermana, y también tenía adoptadas a dos viejas oaxaqueñas en unos cuartos del fondo de la casa. María desbordaba caridad, como Lupe fe. María mantenía a todas, mientras que Lupe guardaba para sí lo que ganaba. Lo gastaba en ropa, encajes, perfumitos y polvos que le aplicaba la sobrina. Lupe no veía pero percibía todo con gran precisión, como si viera. En esa casa se mencionaba tanto a Dios, que a veces Emilio sentía fastidio de ir. Una vez un guajolote amarrado en la casa vecina se soltó y agredió a María, la tiro, la montó y la ensució horriblemente. María se enfermó de humillación, cosa que a Lupe no le afectó mucho, porque ya lo dijo Emilio, la caridad no era su fuerte, sino la fe. En cuanto a la esperanza, pues vivían pobremente pero esperaban una vida mejor después de ésta, se preocupaba por Lupita, pero la iban a dejar heredera de la casa y como maestra de piano. Lupe esperaba que su ceguera, pobreza y castidad fueran premiadas. Había estudiado en la escuela de ciegos y decía que éstos eran muy lujuriosos y fornicaban. Emilio sabe bien lo que quieren decir estas palabras y entonces, para probar a la ciega, en el catecismo preguntaba ¿Si le contesto groserías a alguien es lujuria? Y la ciega respondía: unas groserías son cólera, otras son lujuria. Emilio comenta que era demasiado astuta para él.
Emilio cuenta que bien educado por Lupe, hizo la primera confesión más falsa que nadie se haya atrevido a hacer, pues apareció ante el sacerdote como un niño modelo; éste dijo a su madre que era un ángel de pureza. El comentario del narrador es que bastaba verle los ojitos de sátiro miope en rostro demasiado febril para suponer algo diferente.
Lupe aleccionaba a Emilio para ser buen cristiano y le pedía que todos los sacrificios que hiciera se los ofreciera a Dios; en todo esto la beneficiada era ella.
Lupita había llegado a los 15 años y ya tocaba el piano, era fea y gorda. Emilio no la veía tanto así, por la amistad y cariño que le tenía, pero sobre Lupita pesaba su adopción porque en el orfanato María había pedido la niña más fea. Lupita se enamoró de un albañil. María no se dio cuenta, pero Lupe sí, con su percepción anormal. Se dio cuenta del noviazgo y hasta del regalo de 15 años que el albañil le dio a Lupita. La hizo confesar y la cuidaba inquisitorialmente, hasta que murió María.
Lupita comenzó a odiar a su tía, le hacía groserías, la polveaba como payaso, le salaba la comida, le escondía cosas. María había heredado a Lupita,a y a Lupe la había dejado sin nada. Lupe buscaba adónde irse, pero la madre y la abuela de Emilio se hacían las desentendidas. Emilio dejó de verlas, se fue con su padre a Córdoba y regresó hecho un adolescente con la voz cambiada. Lupita tomó el camino de María y hasta dio un concierto en la Sala Ponce de Bellas Artes. Emilio imagina lo demás, la muerte de María y la vida de Lupe en Oaxaca, adonde se fue a vivir. Así pasaron quince años. Lupe conservaba su fe y su esperanza, escribía a máquina y le enviaba cartas a la mamá de Emilio; la protegía un matrimonio muy caritativo. La señora, ya grande, murió al poco tiempo y el señor de 81 años se casó con Lupe, que ya tenía 73. Se casó de velo y corona como correspondía a su virginidad. Emilio vio la foto en que Lupe lucía de novia con su cara restirada y el novio con el pelo todavía negro; se notaba de pura sangre zapoteca. Se casaron en Santo Domingo de Oaxaca. Vivieron juntos más de quince años, murió él y ella quedó como heredera con la hija, dueñas de varios hoteles y una fortuna en efectivo. No volvieron a saber de ella pues la madre de Emilio y Lupe dejaron de escribirse, tal vez viva todavía. De Lupita tampoco se supo, es posible que siguiera el mismo camino de María o, ¿por qué no una vida diferente? La vida no tiene determinismos y va más allá de cuanto podamos suponer. Emilio ha vuelto a la colonia Estrella pero no quedan señas de aquella casa de ladrillos rojos y enredaderas.

COMENTARIO:
Evidentemente es un relato con datos autobiográficos, pero tratado con un lenguaje literario que hace de la novela un álbum de fotografías de personajes peculiares y hechos curiosos de la infancia de Carballido. Emilio regresa a su niñez para reconstruir la historia de María, Lupe y Lupita. Las virtudes teologales tan proclamadas por las hermanas tuvieron un efecto más concreto en Lupe, pues la caridad que profesaba María no la recompensó tanto como la fe y la esperanza. Lupe no era caritativa, pero sí confiaba plenamente en que sus limitaciones físicas iban a ser compensadas, como de hecho lo fueron. “Ten fe y moverás montañas”, dice el evangelio que tanto pregonaba Lupe. La fe le concedió que en la vejez se viera colmada con el matrimonio, comodidades y atenciones. Nunca tuvo tantas con su hermana y sobrina, como con las personas que la adoptaron y la quisieron de verdad. Las descripciones de los personajes por el niño Emilio tienen la malicia y gracia del propio autor.