NOVELA
1990-2002
O.I.
1.
TÍTULO ORIGINAL: La madre distraída o La alcancía
de las ánimas.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1989-1990
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN:
CONTEXTO
AMBIENTAL:
Una iglesia, calles de México, un edificio en ruinas por el temblor
de 1985; el Purgatorio, Guadalajara.
CONTEXTO
ANECDÓTICO-RESUMEN:
1.
La alcancía de las ánimas.
El narrador ubica el comienzo de la historia: una iglesia en Navidad.
Es Navidad y en la iglesia del barrio de Peralvillo no hay recursos para
poner un Nacimiento lujoso. Por eso, el que describe está adornado
con juguetes y otras cosas que no son comunes en un Nacimiento. Allí
entró el niño Evencio, que así le dicen pero se llama
Ricardo. Es bolero, y el cliente en vez de pagarle lo correcto, sólo
le dio tres pesos. Ve al niño Dios sonriendo y se molesta porque
piensa en voz alta que sonríe porque a él no le robaron
dinero. Una mujer que lo oye le dice que el niño después
no sonreirá, pues le hicieron muchas cosas peores que robarle dinero
y le muestra un Cristo sangrante. Evencio ve el contraste de la madre
y el hijo en el Nacimiento y en la crucifixión. Evencio pensó
en la cara que pondría su madre, y la mujer le preguntó
por ella. Evencio le contó cosas y la mujer dedujo que la madre
no estaba en el cielo, sino en otro lugar porque ya se había muerto
por distraída, decía Evencio y la mujer le mostró
al ánima sola que estaba rodeada de fuego. Debajo de la imagen
había una alcancía en la que Evencio echó los tres
pesos que le pagaron, pues la mujer decía que si le rezaban y le
daban oraciones se iría al cielo y luego lo mandó que viera
de nuevo al niño Dios.
2.
La madre distraída.
El lugar hacía pensar en un baño de barrio proletario de
vapor. Hay dos mujeres ensabanadas que platican y otra con su rebozo puesto
y una canasta de verduras ya podridas, que se llamó en vida Hilda;
viste de nylon y tacones altos, habla mal de sus vecinas, las otras la
oyen distraídamente y hablan de sus cosas, señalan a una
mujer que dice que estuvo en el cielo pero no es cierto, y a otra que
llora y pena por sus hijos, es la Llorona. Hilda platica con la mujer
que dice que fue al cielo pero se cayó por la escalera, pues sus
pieles y joyas pesaban mucho. Podría guardarlas un poco más
abajo en lo oscuro (el infierno) pero está más caliente.
Allí viven gentes selectas: presidentes, generales y familias de
la nobleza. Interviene otra mujer y otras, se pelean y de pronto un gran
retumbo y aparecen unos rayos de luz. Cuando esos rayos tocan a alguien,
se vuelve cristalina y radiante. Todas creen que son para ellas pero son
para Hilda, a quien le aparece un vale en la mano que reza: bueno por
tres pesos, que son ciento cincuenta, que son muchas indulgencias de parte
de su hijo Evencio. Hilda queda muy asombrada pues su hijo se llama Ricardo,
pero luego reflexiona y sí, Evencio es Ricardo. Piensa en comprarse
cosas con ese vale pero de pronto está frente a un cristal en un
aparador y afuera la calle. En la esquina un niño (Evencio) que
da grasa a los zapatos se siente atraído por el aparador, se acerca
y su madre Hilda llora de verlo tan flaco y ella nunca lo cuidó.
Cuando el niño está frente al aparador le roban su equipo
de boleada. Hilda llora desconsolada y de pronto ya está en la
calle, no sabe cómo.
3.
Noche Buena.
En la casa en ruinas donde vive la pandilla de Evencio, celebran la Navidad
con las pocas cosas que tienen. Evencio llega muy triste porque le robaron
el cajón de boleada, pero los amigos lo consuelan. El fantasma
de la madre Hilda busca a su hijo Evencio-Ricardo. Después que
ha vagado por las calles y visto cosas que le recuerdan muchas gentes
y hechos de su vida, no se detiene hasta que lo encuentra y como los chicos
ya se van a dormir los arrulla con canciones que ella sabe: boleros de
Agustín Lara.
4.
La vida diaria.
Evencio limpia vidrios con un retazo de franela en la esquina donde están
sus compañeros, ganan un poco de dinero para comer. Así
pasan varios días al cuidado del fantasma Hilda que siente como
suyos a los otros niños, pero se resiste a cuidarlos también
pues muy difícil para ella, a tal punto que no quisiera que Evencio
hubiera depositado las tres monedas en la alcancía.
5.
Entre las ruinas.
Hilda recorre la ciudad y ve las ruinas y los fantasmas que le hablan,
las costureras, los obreros de Televisa, los que todavía están
enterrados y no los han sacado y muchos más. Descubrió muchas
líneas como caminos, mecatitos luminosos y otros menos y pensó
que eran las líneas de la vida que pertenecían a cada uno
de los humanos. Pensó también que a lo mejor era posible
tejerles más sustancia a esos hilos, como el de su hijo.
6.
Sangre.
En la mañana, cuando los niños despiertan, Hilda desata
el hilo de su hijo de los otros cuatro y lo empuja en sentido contrario.
En la avenida Reforma encuentra a un reportero que lo hace su ayudante
y se lo lleva en su coche porque va a hacer un reportaje. Hilda anuda
el hilo de Evencio con el del reportero. Evencio encuentra fácil
tomar fotos, y el reportero lo introduce en los campamentos en donde está
detenida la mercancía de ayuda a los damnificados que no han repartido.
Mientras él distrae a los guardias Evencio toma fotos de todo hasta
que llegan a un depósito de sangre no distribuida. Allí
los soldados los acorralan y van a disparar, entonces Hilda revienta los
depósitos de sangre en la cara de los soldados y así salva
a su hijo y a su amigo. Luego decide que este trabajo es muy peligroso
y desata su hilo del hilo del reportero.
7.
Un Mercedes blanco
Evencio es dejado por el reportero en el restaurante donde cena, cuando
se levanta ve su que amigo lo abandonó y se echa a caminar. Encuentra
a un joven en un Mercedes blanco que lo invita a subir. Hilda ve que este
joven es mayor que Evencio y posiblemente lo cuidará, ata su hilo
con el de ese personaje. Este hombre es ladrón y homosexual, hace
de Evencio su cómplice lo hace robar y se acuesta con él.
Evencio viste bien, pero Hilda no está a gusto..
8.
Malenita y los Poltergeist.
Los poltergeist acosan a Hilda que está desesperada y quiere consejo
de un espíritu. Consultó a Malenita pero sucedieron cosas
extrañas con la pitonisa. Después llama a su maestro espíritu.
Hilda le pide la lleve con su hijo pues lo ha perdido. El espíritu
lo hará.
9.
Querétaro.
Los dos viajan en un coche abollado rumbo a Querétaro. Allí
se dedican a pasear. Hilda los ve de lejos, se consolaba con decirse que
ese hombre quería mucho a Evencio, pero no quería un hijo
ladrón. Decide que no es bueno atar el hilo de su hijo a nadie.
10.
Devociones.
Ambos se dedicaron a visitar iglesias, Hilda no sabía por qué.
El compañero de Evencio, llamado Gregorio, miraba a los curas y
si no le convencían salía. Encontró un cura que vestía
ornamentos con muchos olanes y le dijo que su hermanito tenía que
confesarle cosas. Cuando el cura ya se estaba aprovechando de Evencio
y lo acariciaba mucho, Gregorio entró y sorprendió al cura
y lo chantajeó. Obtuvo mucho dinero.
11.
Guadalajara.
Los dos viajan a Guadalajara y allí van a robar una casa, entran
con una llave que traía Gregorio. Dentro de la casa va a la recámara
de una mujer, la madre de Gregorio, él se viste de mujer con las
ropas de su madre. Cuando Evencio lo ve lo llama puto y lo deja. Hilda
aprovecha para desatar los hilos. Evencio abandona a Gregorio y se va.
Hilda lava su hilo de la vida en una fuente.
12.
El puerto de san Blas.
Evencio va rumbo al puerto de san Blas, llega a un pueblo de pescadores
y allí se emplea en un restaurante pero no hay muchos clientes.
Además, el dueño tiene un cocodrilo en una gran pecera que
sale de noche y casi se come a Evencio. Luego va al puerto y se hace pescador.
Es un oficio muy peligroso pero tiene comida. Evencio no se queda allí
y se va en un coche que pasa por la carretera en el que viaja una mujer
y le da aventón a Colima.
13.
Gol.
En el camino, un chofer que conduce a una mujer está borracho y
no puede seguir porque el coche se descompone. Encuentran a un mecánico
ambulante que viaja con su familia, compuesta por su mujer y sus hijos.
Evencio decide quedarse con ellos y aprender el oficio. Evencio ya no
se llama así, la familia del mecánico le llama Ricardo,
juega fútbol con la familia y mete un gol. Hilda acaricia el hilo
de la vida de su hijo que ya reluce y se ve de colores. Lo soltó,
no supo cómo pero ya Hilda estaba alejándose. Ricardo/Evencio
gritó “¡mamá!”. El muchacho se quedó
como petrificado, se abrazo a su nueva madre. Hilda veía de lejos
cómo su hijo emprendía una nueva vida. La que fue Hilda
se iba alejando de la tierra poco a poco, satisfecha.
COMENTARIO:
El autor agrega una post data que dice que él encontró entre
los papeles del escritor Efrén Hernández una tarjeta que
decía “Un bolerito ve una cola en una iglesia y cree que
están regalando algo. Ve que es para depositar óbolos en
la alcancía de las ánimas y deja tres pesos (o serían
entonces, ¿tres centavos?), por su madre que había sido
una mujer muy distraída. Ella, en el purgatorio, se conmueve terriblemente
con la ofrenda y recibe el permiso de volver a la tierra y arreglar la
vida de su hijo. Lo logra con muchos contratiempos”. La idea no
abandonó a Carballido y se fue volviendo esta novelita. En esta
hora y en este lugar novelesco se dan cita temas y personajes del autor
tocados en otras obras La hebra de oro, Una crónica, y En Dor.
O.I. 2.
TÍTULO ORIGINAL: Venus Quetzalcóatl.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1999.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: En Venus y Quetzálcoatl y
cinco cuentos, Editores Mexicanos Unidos S. A., México, 2002.
CONTEXTO
AMBIENTAL:
Una joyería de la ciudad de México en la calles de Madero
y Masaryk, una fonda, un baño de vapor y una vecindad.
CONTEXTO
ANECDÓTICO-RESUMEN:
I.
La novela anticipa el robo que se anuncia en la portada del libro de Editores
Mexicanos Unidos con un enunciado del narrador, que se refiere a que el
robo le había ya pasado por la cabeza al personaje principal, o
sea a José Puente, llamado Pepe por todos, que es un hombre que
frisa los sesenta años y ha trabajado toda la vida en la joyería
“Damasco”. Los dueños han sido una familia de hombres
de apellido Habib. La joyería estaba ubicada en la calle de Madero
37, un local bien instalado como correspondía a las joyerías
que se establecieron en el siglo XIX en esa calle, llamada entonces Plateros.
Después la joyería creció y fundaron un local en
la Zona Rosa, pero cuando los ricos se fueron a Polanco cerraron esta
sucursal y abrieron otra en la calle de Mazaryk, en Polanco. Pepe trabajaba
allí desde los catorce años, era un empleado considerado
de confianza, los antiguos dueños le hablaban de usted como a todos
los empleados, pero el último de los Habib, Víctor, el heredero,
era más brusco, hablaba de tú y hacía bromas de mal
gusto. El narrador describe con lujo de detalles las instalaciones que
hacen marco a las innumerables joyas que allí se venden. Un día
llevaron a vender en comisión un diamante excepcional, una piedra
tallada en gota de 124 kilates que provenía de Minas Gerais en
Brasil. Por su brillantez y por el color azul que irradiaba le llamaron
Quetzálcoatl. El diamante tenía una historia. Pepe se enamoró
de él por su parecido con la estrella de la tarde: Venus. Una fuerte
vigilancia impedía acercársele, le rodeaba un escaparate
blindado, alarmas y guardias. Por las noches, Víctor lo guardaba
en una caja fuerte. Pepe estaba cerca de él cuando guardaba la
joya, se aprendió la combinación y la anotó en una
libretita donde apuntaba direcciones. Al comparar su amor por la piedra
con otro tipo de amores, se daba cuenta que el amor por la joya era un
amor puro sin interés, pues no pedía nada a la joya como
podría hacerlo a alguien. Algunas veces le murmuraba al pasar cerca
de la vitrina algo ininteligible que tal vez quería decir: “no
te vayas a ir, no me dejes, que no te lleven donde yo no esté,
que no te alejen de mí...”
II.
José Puente inventó un plan para robar a Quetzálcoatl.
Estudió con detenimiento la topografía del lugar, con sus
conductos de ventilación, su plafón y una posible salida,
así como las herramientas que debía utilizar, donde comprarlas
etc. Ideó todas las posibilidades de introducción a la tienda,
descartando las peligrosas o inútiles. Se sentía más
joven y esbelto pensando en su plan y en la obtención de la joya,
porque nada más eso robaría para colmar su amor por ella.
Anotó todo cuidadosamente en la libretita donde tenía los
números de combinación de la caja fuerte, todo, hasta en
entrenarse corporalmente para estar más ágil. José
Puente guardaba sigilosamente su libreta donde tenía anotado el
plan con lujo de detalles, en la bolsa trasera de su pantalón.
III.
José Puente comía todos los domingos en la fonda de una
mujer, Adela, en una zona populosa, cerca de su casa. Adela como era amante
de José, porque sólo disfrutaban sexo y compañía
en los baños de vapor a los que iban de vez en cuando. José
vivía solo después de la muerte de su mujer; y su hija,
casada y con hijos vivía en Durango, de donde venían a visitarlo
una que otra vez. José Puente se informó en un libro esotérico
sobre Quetzálcoatl y lo que quería decir. Un domingo fue
a los baños de vapor con Adela y al desvestirse la libreta cayó
detrás de una silla. Él no se dio cuenta y se fue con Adela
tan contento a comer. Al salir ocuparon el mismo baño un trío
de rockeros de barrio.
IV.
La vida en la joyería seguía su curso y un día alguien
quiso comprar el diamante, pero quería cortar la piedra para convertirla
en varias piezas, para lo cual vendría un lapidario de Amsterdám.
José quedó muy mortificado al saberlo, las lágrimas
se le agolpaban en los ojos. Los empleados lo advirtieron y preguntaron.
José respondió que estaba afligido porque un niño
de su familia estaba enfermo, lo iban a operar y tal vez perdería
un miembro, no iba a decir que por la joya. Víctor Habib se compadeció
y le concedió una semana y tres días más para que
fuera a Durango, pero él alegó que no tenía dinero
(pensando que la joya tal vez ya no estaría en ese tiempo). Los
empleados hablaron de hacer una colecta pero todo quedó en nada.
Esa misma noche José quiso repasar el robo de su ensoñación
y en ese momento se dio cuenta que la libreta no estaba. La buscó
por todas partes, repasó sus actividades de los últimos
días y entonces cayó en la cuenta de que la había
perdido en el baño al desvestirse. Corrió a los baños,
pero nadie había entregado nada. José quedó sumido
en tristeza y vacío. El lunes siguiente, cuando los empleados llegaron
a la joyería advirtieron el robo. Víctor Habib comprobó
que habían robado a Quetzálcoatl y se puso enfermo. Todos
estaban desconsolados pues sabían que todos iban a ser tomados
por sospechosos. A José le pasó por la cabeza si no sería
él sonámbulo y así habría cometido el robo,
pero la pérdida de la libreta lo negaba. Por otro lado si a los
ladrones les encuentran la libreta, porque fue con su libreta que robaron,
él iría también a la cárcel.
V.
El comandante a cargo del caso sospechó de Víctor Habib,
pues nadie sabía la combinación de la caja fuerte. Víctor
comprobó los días y las noches en dónde había
estado antes del robo, pero aún así era el principal sospechoso.
Interrogaron a todos los empleados, a unos les fue mejor que a otros,
entre ellos a José pues nadie sospechaba de él por sus 54
años de servicio y su edad senil. Examinaron los conductos y encontraron
las cuerdas. Todo como indicaba la libreta, pero no encontraban a los
ladrones. La joyería cerró por unos días. José
solo, en su casa, repasaba los acontecimientos. Los rockeros eran flacos
y cabrían bien en el ducto del aire, porque eran ellos de seguro.
Ellos entraron después al baño y habrían encontrado
la libreta y cometido el robo con la receta que allí estaba detallada.
Por Adela supo donde vivían y fue a buscarlos con el pretexto de
una tocada. No los encontró, sólo a una vecina chismosa
que les recomendó a unos marimberos.
Los 3 rockeros se llamaban “Los gatos eléctricos”.
Cuando encontraron la libreta creían que era una cartera y se desilusionaron
al comprobar que no era. El más curioso la leyó y encontró
las indicaciones precisas para el robo. Se hicieron preguntas sobre el
origen de la libreta y no desearon que el dueño se les adelantara,
así que, en medio de su jerga rockera, se decidieron por el robo.
VI.
Un domingo después del robo, José Puente intentó
por segunda vez ver a los rockeros y saber cómo era su casa. Fue
a la vecindad donde vivían disfrazado con un overol, una cachucha
y un balón. En la vecindad dio unos cuantos pases y tiró
como al descuido la pelota que botó dentro de la vivienda de los
“Gatos eléctricos”. La vecina se asomó y confirmó
que no estaban, pero le permitió a José ir a buscar su balón.
Entró, registró y encontró unos cojines llenos de
joyas; dentro de ellos buscó a Quetzálcoatl, allí
estaba la joya y se la guardó. Buscó la libreta y la quemó.
En eso llegó uno de los “gatos”, José le dijo
que estaba quemando (el otro entendió mota) y lo consideró
como uno de los suyos. Le pidió mota y dinero, José dijo
que se le había acabado, que venía a jugar “fut”,
pero que le traería dinero al día siguiente. Le dejó
el balón al "gato" y saludos a los otros y salió.
La vecina quedó admirada y pensando que a ese señor lo conocían.
VII.
Se llevaron a la cárcel a Víctor Habib. Los seguros iban
a pagar casi toda la pérdida y después salió sin
cargos. La policía buscaba y buscaba entre los ladrones más
conocidos, y en las joyerías donde podían vender lo robado.
El comandante afirmó que los ladrones se iban a entregar solos
cuando intentaran vender el diamante. Buscaron un cómplice entre
los empleados pero no lo hallaron. José puente suspiraba aliviado
y pidió su jubilación, alegó que le daba miedo que
los ladrones lo mataran. Le dieron una suma opulenta de retiro. Por su
parte “los gatos” no se daban pena ni gloria. José
contemplando su tesoro, pensó en ellos. No era justo que fueran
a la cárcel. Les envió un anónimo que decía
con letras deformadas y en clave que se cuidaran pues iban a atraparlos
cuando vendieran las joyas. “Los gatos”, asustados buscaron
la libreta, al no encontrarla decidieron exilarse por un tiempo; se fueron
a Puebla y de allí a San Salvador con un pasaporte que adquirieron
comprando sus cartillas con algunas joyas sencillas que vendieron, las
demás las sacaron de sus cojines y las pusieron en sus instrumentos.
Cuando en la aduana quisieron revisarlos, sobornaron a los empleados fingiendo
que traían mota. Así pasaron la frontera, y ya en San Salvador
hasta dieron conciertos y grabaron un disco. Por su lado, José
se fue a vivir a Mazatlán a una casita que compró y que
tenía una magnífica vista. Desde allí al atardecer
contemplaba la estrella vespertina y acariciaba a Quetzálcoatl,
en un acto de amor en el que la estrella y la joya se fundían.
El día en que su fin llegara, antes de morir, la introduciría
en su boca y juntos descenderían a la tierra y volverían
a ella.
COMENTARIO:
La Edición de Editores Mexicanos Unidos tiene un prólogo
en el que el autor habla de la novela. Ilustra sobre el contenido y su
extensión. No porque esta novela tenga pocas páginas deja
de serlo. Es una novela corta pero bien cortada, bien hecha. El texto
presenta el mundo subjetivo del protagonista en el que sucede el robo,
que él nunca cometerá pero que al final lo beneficia. El
robo queda impune gracias a la identificación del protagonista
con los pobres y desamparados “gatos” que han pasado su vida
rasguñando sus escasos ingresos. Esto permite también el
encuentro de José con el objeto de su amor.
O.I. 3.
TÍTULO ORIGINAL: El pabellón del Dr. Leñaverde o
El secreto del jardín, en 14 secuencias. Novela para muchachos.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 2000
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN:
CONTEXTO
AMBIENTAL:
En Xalapa, Veracruz, en los tiempos de la “guerra fría”.
Un jardín, un pabellón, una mansión, una discoteca,
un bar, una librería, una galería de arte y una torre.
CONTEXTO
ANECDÓTICO-RESUMEN:
1.
UN JARDÍN, UN PABELLÓN, UNA HERENCIA, UNA MANSIÓN.
Rosa Cruz Meztli está en su recámara con su gato Sandokan,
ambos oyen un ruido proveniente del pabellón del Dr. Leñaverde,
su marido, doctorado en botánica, de nombre Dantón Robespiere.
Rosa espía por el ventanal pero no ve nada, es posible que el experimento
emprendido por su marido progrese, pues algo se está moviendo adentro.
El pabellón de forma de media esfera de vidrio, estaba situado
en el enorme jardín muy poblado de flores que rodea a la enorme
casa cercada de piedra volcánica. El pabellón o invernadero
era el laboratorio del Dr. Leñaverde. Allí tenía
sus instrumentos de investigación: palancas, maquinarias y pararrayos
que había obtenido al vender parte del inmenso terreno heredado
de su tía y en el que su hija, Rosa Fructuosa, quería construir
una casita para casarse con Edelmiro. Rosa Cruz, la madre, había
hecho muchos estudios en botánica, en conocimiento de plantas y
en magia blanca; la hija estudiaba preparatoria y era ayudante de sus
padres. El novio de ella era también investigador en botánica
e inventor.
2.
LA FAMILIA EN DIVISIÓN. MEJOR CORRER TENUE VELO QUE CUBRA LA SITUACIÓN.
Los padres siempre discutían por cualquier cosa, se decían
muchos insultos y se disputaban la ayuda de la hija que por eso no estudiaba
y sacaba malas calificaciones. Esto sucedía con frecuencia a la
hora de la comida. La hija molesta por esta situación, dejaba caer
una especie de cortina que colgaba del techo y dividía la mesa
en dos. De un lado el doctor y del otro su mujer. Discutían también
por el destino de los muebles de la casa, que Leñaverde quería
vender para comprar materiales para sus experimentos: transplantes, injertos,
floraciones apresuradas como el experimento que estaba a punto de culminar.
3.
TALENTO DE UN INVENTOR SIN HISTORIA NI RELOJ.
Rosa Fructuosa y su novio Edelmiro gustaban de ir a bailar a un lugar
llamado La mulada. Allí se divertían y luego se iban a casa
de Rosa en una “ciclotropeta” especie de moto que el propio
Edelmiro había inventado. Edelmiro inventaba cosas que ya se habían
inventado. Los jóvenes entraron sigilosos a la recámara
de Rosa y platicando de inventos se durmieron. Cuando esto sucedía,
el gato Sandokan despertaba a Edelmiro para que saliera de la casa como
entraba.
4.
TRUENOS, RAYOS, LODAZAL: EL EXPERIMENTO LLEGA AL FINAL.
En el pabellón tronaban rayos y se producían luminosidades,
el experimento concluía. Rosa Cruz y Sandokan espiaron y oyeron
decir a Rosita que las ramas se estaban moviendo, era un rosal al que
aplicaban un líquido a las raíces. El rosal parecía
gustar de ese líquido y muy humanamente demandaba más. Después
el rosal se durmió y los investigadores agotados se fueron a dormir.
5.
CONTINUANDO LO ANTERIOR: PIENSA UNO MAL EN PEOR.
El rosal había evolucionado y ya podía pararse y desplazarse
por el piso. Corrió hacia fuera y se paseó entre las plantas
cantándoles y hablándoles. Todas las plantas le enviaban
vibraciones, pues deseaban también ser autónomas. El rosal
entró en la casa y Rosita lo vio trasponer su recámara,
corrió tras de él a la cocina donde su madre asustada veía
cómo el rosal tomaba café y chupaba leche con las raíces.
Edelmiro también vio todo pero tuvo que huir para que los padres
no lo vieran. Leñaverde hizo operaciones a rosales, dalias y otras
flores como al rosal. Rosa Cruz hacía velaciones en su habitación,
porque consideraba que su marido y su hija habían hecho una transgresión
grave con darle otra vida a las plantas y pedía que no se les revirtiera
la falta. La difunta tía Fructuosa, que luego le dejaba recados
en los vasos de agua, se lamentaba por eso.
6.
INDISCRECIONES SURTIDAS ANTE OREJAS INDEBIDAS.
Edelmiro estaba muy triste en el garage por reparar carros donde vivía,
porque hacía más de una semana que no veía a su novia.
Ésta le llamó para decirle que la rescatara de sus padres
y la llevara a bailar. Así lo hizo, pero al partir se dieron cuenta
de que el rosal se había montado en la ciclotropeta y se iba con
ellos a La mulada. Allí bailaron y el rosal bebió piña
colada y se emborrachó. Tres individuos misteriosos tomaron fotos
del rosal y de los muchachos. Al amanecer salieron y los tres llegaron
a tumbarse en la cama de Rosita y se quedaron dormidos. Sandokan sacó
al jardín al rosal y allí lo dejó tirado.
7.
ILUSIONES Y RABIETAS. LA BARAJA INDISCRETA. EL PECADO ORIGINAL. TRES HOMBRES
QUE HACEN MAL.
Los muchachos se quedaron dormidos y Rosita tuvo que decir a sus padres
que había invitado a comer a Edelmiro. Él salió por
una puerta y entró por la otra fingiendo haber llegado apenas.
Leñaverde presumió su invento y Edelmiro preguntó
para que servía. Leñaverde se sintió ofendido, él
esperaba el premio Nobel por su invento que no servía para algo,
pero pensó que debía limitar la patente. Rosa Cruz echó
las cartas y adivinó de qué se trataba el inventó.
Tronó contra su marido al que consideraba un tonto. Dijo que había
hecho lo que el paraíso terrenal: le había dado a las plantas
la fruta prohibida. Además, había visto a tres hombres peligrosos
espiándolos. Como los padres continuaran peleando, Edelmiro y Rosita
se metieron bajo la mesa y allí, entre beso y beso, comieron y
bebieron.
8.
AQUÍ SE VE QUE LAS CARTAS HARTA RAZÓN TENÍAN, HARTA.
En un bar. Un hombre de origen norteamericano, llamado Arno Pol, llega
y pide por medio de una clave una entrevista con el jefe. Un mesero activa
mecanismos ocultos y el gringo pasa sin ser advertido. En otro lugar,
una librería, un hombre eslavo, Sebas Topol, pide una entrevista
también por medio de clave. En otro lugar, una galería de
arte, Pinter Pol ejecuta el mismo mecanismo de los dos anteriores. Son
los tres hombres que espiaban a los muchachos la noche anterior. Después
suceden tres escenas similares con los tres hombres y sus jefes, pero
de diferente nacionalidad: norteamericana, rusa y mexicana, cada uno informa
sobre los experimentos del doctor Leñaverde y el rosal bailarín.
Todos llegan a la conclusión de que había que obtener el
secreto del experimento y hacer amistad con los otros dos espías
y después eliminarlos, para que cada país disfrutara del
invento para otros fines: contrabando, drogas, armas...
9.
VIGILANCIA MUY ESTRECHA; ESPÍAS POR CUALQUIER BRECHA. A Edelmiro
empezaron a espiarlo y a la casa llegaron turistas de muchas partes del
mundo que querían fotografiar la casa y su interior. Leñaverde
los corrió a todos pero en su lugar había periscopios que
fotografiaban todos los movimientos de la casa y de las plantas. Los jefes
de los espías planearon ofrecer alcohol y drogas a las plantas
para dominarlas, y así lo hicieron. También lograron capturar
los libros de Leñaverde con rayos infrarrojos, pero no pudieron
descifrarlos.
10.
DEMONIOS QUE SE DESATAN. MOTOCICLETAS QUE ATACAN.
Los motociclistas atacaron a Edelmiro y su novia cuando salían
de La Mulada. Los evadieron, y cuando llegaron a la casa de Rosita se
dieron cuenta de que los espías habían colgado frascos con
alcohol y alcaloides para que las plantas chuparan. Todas se pusieron
muy agresivas. Toda la familia estaba muy alarmada y la madre decidió
hacer una ceremonia de velación para ahuyentar el mal.
11.
CONTRAATAQUE METAFÍSICO CON RESULTADO MAGNÍFICO.
Los días jueves, Rosa Cruz daba consulta como curandera pero ese
día no lo hizo, se dedicó a hacer rituales y emitir conjuros
para proteger su casa. Esa misma noche se instalaron muchos motociclistas
en La Mulada, y al tratar de atrapar a Edelmiro y a Rosita hicieron tal
escándalo que los que quedaron atrapados no eran los muchachos
deseados. Luego hubo tres catástrofes en las que las tres copias
de los libros de Leñaverde se destruyeron. Se reunieron los espías
y sus jefes para tramar un contraataque.
12.
SECUESTRO CON AMENAZAS. EL MAL CIERRA SUS TENAZAS.
Edelmiro se retrasó para ir a la casa de los Leñaverde por
un pedido urgente de mecánica, y cuando llegó la casa estaba
en un gran desorden y sin habitantes, pues los habían secuestrado
junto con los libros del doctor. Lejos de allí, en una torre amueblada
como un cuartel de espías, se encuentran presos los Leñaverde
con sus herramientas de trabajo y sus libros. Furiosos rompen los frascos.
Los espías les comunican todo lo que las plantas transformadas
pueden hacer y les informan que irán a una isla a trabajar para
ellos, y si no los descuartizarán. Los dejan para reflexionar y
se dedican a beber. Los Leñaverde maquinan cómo destruir
los libros y a Rosita se le ocurre comérselos. Los tres se dedican
a tragar hojas y hojas. Los espías les mandan mezcal y con eso
se ayudan para pasar el papel.
INTERMEDIO.
SOBRE GERANIOS.
En la novela no se ha nombrado a los geranios, pero es que estas flores
fueron excluidas del experimento por frágiles. Las flores aceptaron
con cordura las limitaciones de su propio ser.
13.
LAS FUERZAS TRABAJAN SOLAS: EL MAL SE MUERDE LA COLA.
Edelmiro al llegar a la casa de su familia política se da cuenta
que, además de los destrozos, las plantas están muy inquietas,
tienen un síntoma de abstención. El muchacho tomó
su ciclotropeta y se lanzó a la búsqueda con el rosal pegado
a su chamarra y el gato en los cuernos del aparato, las demás plantas
los siguieron de acuerdo con sus posibilidades de locomoción. Edelmiro
se enfiló con rumbo a la torre, siguiendo a las plantas que detectaron
gotas de líquido que habían dejado caer los frascos que
iban con los Leñaverde. El gato también ayudó. El
muchacho escaló hasta encontrar a los secuestrados. Los liberó
y cuando se activó la alarma y entraron los espías, Rosita
los eliminó con la cadena que su novio había soltado para
liberarlos. Los demás espías entraron llamados por la alarma
y los volvieron a atrapar, buscaron los libros y no los encontraron. Como
todos estaban borrachos, el doctor les dijo que se los habían tragado.
Los jefes dijeron que sacarían el papel con una operación
y lo reconstruirían. Como Leñaverde había tirado
los frascos llenos de licor por la ventana, las plantas chupaban el líquido
ansiosamente. Cuando los jefes se asomaron para ver qué pasaba,
las hiedras los estrangularon. Las atacaron con metralletas pero algunos
tiros les tocaron a los jefes. Las plantas habían adquirido tanta
fuerza para penetrar en las grietas de la torre y beber el líquido
que la torre comenzó a agrietarse. Los Leñaverde y Edelmiro
salieron de allí bajando por los tallos de las plantas, no sin
dificultad. Cuando ya estaban fuera de la torre, la construcción
se derrumbó sepultando a espías y a plantas. Todo había
terminado, excepto unos dolores de estómago que empezaron a sentir
los comedores de papel.
14.
EPÍLOGO NO SOBRABA. AQUÍ LA HISTORIA SE ACABA.
Cuando la familia regresó a la casa, empezaron la reconstrucción
del jardín y Leñaverde intentó otro experimento con
lombrices que transformaran los desperdicios en abono fértil. Edelmiro
siguió con sus inventos ayudado por Rosita. El doctor lloraba cada
vez que veía el jardín vacío de sus plantas transformadas,
pero “en el mundo se siguen enredando hilos, consecuencias...”
COMENTARIO:
Esta es una novela de estilo fantástico contada por el narrador
en tiempo sincrónico, con un lenguaje comprensible, a veces un
poco rebuscado con algunas versificaciones, desde los títulos de
las secuencias que pueden leerse como un verso si se juntan los 14, hasta
los nombres de los personajes que son fársicos. Los personajes
actúan en el aquí y ahora de su tiempo novelado. No hay
tiempos subjetivos ni misterios que resolver. Los chicos, jóvenes
muy jóvenes, pueden pasarse un buen rato divertido leyéndola
pues se despliegan muchas imágenes coloridas y graciosas.
O.I. 4.
TÍTULO ORIGINAL: Dos llaves y una lanza.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 2001.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: Dos llaves y una lanza, Editores
Mexicanos Unidos S. A., México, 2002.
CONTEXTO
AMBIENTAL:
La hacienda de la Pe en Ejutla, Oaxaca; Atlixco, Puebla y Veracruz. La
novela abarca los años de 1898 a 1999, pero el espacio-tiempo novelesco
se sucede en zigzag: del futuro al pasado y viceversa.
CONTEXTO
ANECDÓTICO-RESUMEN:
1999.
Gallardo se encuentra en Oaxaca y se menciona el terruño de sus
ancestros: la hacienda de la Pe en Ejutla. Esa hacienda tenía una
extensión enorme y era fuente de mucha riqueza. Gallardo era el
virtual heredero de esa propiedad, pero habían pasado tanto tiempo
y tantas cosas que él ya no había nacido en esas tierras
de sus abuelos y bisabuelos, donde nació su padre. Gallardo visitó
el lugar para hacer un recorrido de reencuentro con el pasado. De la hacienda
no quedaba mucho: la capilla abierta al culto, algunas paredes donde se
habían recargado humildes casas, una escuela en lo que había
sido bodega o salas o caballerizas. Nada se podía reclamar y menos
sin papeles.
1898.
En la hacienda de grandes proporciones con sus casas pintadas de blanco
y guardapolvos azules, cuajadas de plantas y enredaderas, apareció
un día un indio flaco, desnutrido, sucio y hambriento, de más
edad que los hijos del patrón Francisco. Se llamaba Severino y
no hablaba español, sólo zapoteco. La única que lo
entendía era la nana que hablaba el mismo idioma. Carlota, la hija,
le dio pan y leche. Mercedes, la esposa de Francisco, le prohibió
la entrada a la casa, entonces don Francisco lo bañó y desinfectó
y le cortó todos los pelos. Le dieron ropa limpia y lo mandaron
a dormir debajo de la escalera. Severino ayudaría a la nana con
los niños y ella le enseñaría español.
1899.
En la hacienda los niños aprendían materias escolares con
maestros que iban hasta su casa, y después de las clases iban a
ayudar a su madre Mercedes y a la nana. Mercedes era de origen italiano,
lo decía su apellido: De la Lanza. Ella era delgada, fina de facciones
y de buena posición económica. Se decía que su familia
guardaba la lanza con la que hirieron el cuerpo de Cristo, de allí
el apellido. Su escudo mostraba dos llaves y una lanza, las dos llaves
que guardaban un tesoro. Su marido Francisco era criollo, de origen asturiano
o gallego heredero del feudo creciente que hicieron los anteriores Gallardo.
En la hacienda había una tienda, allí ayudaba el huérfano
que día a día aprendía más: era muy listo.
Los niños de la casa eran Carlota, la mayor, y Ernestina, Francisco
y Constantino el menor. A los niños les decían Panchito
y Tino. En la tienda se vendía de todo, también licor, pero
no se permitía beber adentro de ella. Severino vigilaba las cuentas
y la gente decía que el huérfano se había puesto
bonito.
1905.
Los Gallardo debieron ir a Oaxaca por eventos violentos que sucedieron,
y habían caído en la pobreza. La poca ropa que llevaron
de la Pe ya estaba gastada y a los niños les quedaba chica. Vivían
en dos cuartos adyacentes a una fábrica de hilados de la que Francisco
llevaba los libros de contabilidad, pero bebía mezcal de segunda
y Mercedes tenía que revisar los libros para que no fallaran las
cuentas. Tan pobres estaban que Francisco hubo de comprar un pedazo de
suela, que convirtió en huaraches para los niños. Con gran
cuidado los recortó sobre sus pies al tiempo que las lágrimas
se le salían de los ojos. Mercedes se puso a coser ajeno y, para
colmo, estaba embarazada de la última niña: Ana. Los niños
jugaban pero advertían la desgracia en la que habían caído,
y Panchito recordaría siempre las lágrimas de su padre vertidas
en su pie.
1900-1901.
La hacienda es un lugar que es, en sí misma, demostración
de riqueza y de poder, sin ostentación, pues lo heredado y la riqueza
bien habida no se exhibe. Las cosas son como son: la vida diaria, el trabajo,
la vigilancia de la propiedad, las salidas del patrón a ver las
tierras y a hacer niños con las rancheras, las fiestas, las caridades,
son como son. Severino es el huérfano recogido que ya es un mocetón
bien criado y juega con los niños, pero no se aproxima a las niñas
porque Mercedes no lo permite. Francisco lo enseña a montar y el
mozo lo hace con galanura, ya habla bien español y le han dado
un cuarto bonito. Colabora en el arreo de ganado, ayuda en las cuentas,
en la siembra o en la cosecha. Algunos dicen que ese huérfano salió
bien; a ver cómo sigue, dicen los cautos. La nana lo adora pues
hablan la misma lengua, por la tarde ellos charlan y beben juntos chocolate.
1906.
Los hijos de Francisco y Mercedes se adaptan a su nueva vida de pobres,
junto a los hijos de los obreros. Los muchachos saben que su padre está
enfermo de bebida, por eso toman cada uno su papel: Carlota la más
grande vigila a las niñas menores, Panchito se hace cargo de su
hermano Tino, pues no saben bien que pasó y por qué su padre
alucina cosas y tiene recuerdos dolorosos que es mejor no saber. Ya están
en otro lugar, a Oaxaca no volverían jamás.
1903.
Mercedes había heredado unas tierras de su familia, y fue allí
que encontraron unas lajas de piedra cuando hacían un canal y fueron
a avisarle. Mercedes fue, al caer la tarde, con unos peones a ver lo que
era, entre ellos iban Severino, los niños y la nana. Esas propiedades
abandonadas eran el casco de la hacienda vieja, la que había llevado
Mercedes de dote. Después se mudaron a la nueva que había
adquirido su padre. Llegaron a la fosa excavada donde se veían,
en la lápida, dos llaves y una lanza que Mercedes reconoce. Rompen
la lápida y Mercedes baja a la cripta alumbrada por unas lámparas
de escasa luz y encontraron otra lápida con un cadáver atravesado
por una lanza, encima se lee la fecha en números romanos 1660,
pero ella no la sabe descifrar, salen porque allí se respira un
olor fétido y le da miedo. El huérfano Severino todavía
tenía colgada la cabeza sobre el hoyo y estaba diciendo que debajo
de la lápida debería de haber algo, cuando Mercedes ordenó
tapar el agujero y murmuró que sí, en efecto debería
haber algo como una maldición. Los niños preguntaron por
el tesoro, pero ella respondió que había que dejar a las
sombras en paz y regresaron a la hacienda. El curso del canal fue cambiado
a otro lado.
1906.
En Atlixco se preparan las fiestas de Semana Santa, como Mercedes había
vendido galletas y tamales tenía un poco de dinero que destinó
para que la familia se tomara unas fotografías. Arregló
a la familia, a los niños los vistió con sus ropas que trajeron
de la hacienda y los huaraches hechos por el padre, a Francisco lo rasuró
y le cortó el pelo, ella se arregló lo mejor que pudo, todavía
era bella y parecía como la hija de su marido y se tomaron la foto.
Ella sola, Francisco de busto y los niños radiantes, pero sin que
se les vieran los pies. Fueron a la iglesia; cuando salieron recogieron
las fotografías, todos salieron bien y Mercedes quedó satisfecha
pues ella se veía toda una señora; esa imagen quería
que guardaran de ella. Y así fue; las fotos todavía existen.
1903.
Severino había crecido bien, era un mocetón que domaba los
potros, atendía pedidos y hablaba el castellano con seguridad y
buena construcción, pues Francisco le había ordenado que
leyera algunos libros y es posible que eso lo hubiera ayudado. Recorría
las tierras de la propiedad con él y sentía en ello placer,
pues era otro tipo de compañía distinta a la de su mujer
o sus hijos. Cuando llegaban al límite y no podía volver
ese mismo día, Francisco se iba con alguna rancherita y Severino
lo esperaba en algún pajar. Francisco estaba orgulloso del huérfano
pues había sido hallazgo y hechura de él. Cuando habían
cabalgado mucho se detenían para bañarse y Francisco observaba
al muchacho con curiosidad estética. Severino advertía esta
mirada y se mostraba. Un día, cuando el mozo estaba desnudo Francisco
le tocó el cuerpo y las axilas, arrepintiéndose enseguida
y volviendo a nadar. Ordenó a Severino vestirse y regresaron.
1906.
Francisco perdió el puesto de contador de la fábrica de
hilados y tejidos, ya no bastaron los cuidados de Mercedes para revisar
los libros. Fue a pedir caridad y las mujeres de los gerentes suplicaron
a sus maridos para que dejaran trabajar a los hijos en la fábrica.
Los niños fueron a hacer uno o dos turnos de trabajo, Panchito
cuidaba a Tino y Carlota a las niñas; con ellas iba a vender galletas
y tamales que había aprendido a hacer. Por las noches Mercedes
enseñaba a sus hijos rudimentos de la escuela. Al poco tiempo ya
no los dejaron vivir en dos cuartos y hubieron de ajustarse a uno. Los
obreros les pasaron la noticia de que en la fábrica de Río
Blanco pagaban mejor, y allí se fueron los hijos hombres ante la
desolación de su madre.
1906.
Las niñas vendían a los obreros galletas y tamales que hacían
por la noche. Conocían a todos. Un día vieron a hombre que
no habían visto antes, él empezó a hablar de las
injusticias de los patrones y repartía panfletos que hablaban de
las injusticias. Ante la situación recomendaron a Francisco para
un trabajo muy lejos de allí, a una mina, en Veracruz.
1907.
Antes de irse a la mina, Mercedes tuvo la decisión de regresar
a la hacienda de la Pe. Después de un viaje muy complicado, llegó
por fin y no se atrevió a entrar pero los vecinos avisaron a los
dueños y le abrieron, le dieron un buen almuerzo y ante las preguntas
dijo que sólo quería recoger las cosas personales que habían
dejado allí. Mercedes saboreó con deleite el pan, el chocolate
y el mezcal que le dieron. Y por fin le dijeron que podía llevarse
lo que era suyo, los armarios y lo que contenían, los pesados muebles
antiguos, los cuadros, las cazuelas, los cubiertos, las vajillas, cosa
que no podía hacer, pues cómo iba a transportarlas o dónde
las iba a poner. Antes de decidir qué quería decidió
ir a sus propiedades antiguas, a la capilla. Comprobó que había
sido saqueada, sólo encontró escombros, y huesos, nada quedaba
ya; la lápida rota y botadas por allí la lanza y las dos
llaves; se preguntó si habrían abierto algo, algún
secreto, o el tesoro, pero ya todo era inútil. Se dijo que no había
que pensar en eso. Volvió a la hacienda y empacó dos bultos
de ropa y los cubiertos de plata, lo demás lo vendió a los
actuales dueños quienes le dieron algunas monedas de oro. Con todo
eso volvió a Atlixco. En el tren oyó rumores, algo grave
pasaría en Río Blanco. Al llegar las niñas seguían
repartiendo volantes dirigidos a los obreros, entonces envió a
su marido por sus hijos, le dio el dinero y dio gracias a Dios de que
la familia se fuera a la mina.
1903-1904.
A Francisco se le metieron sentimientos curiosos y profundos que lo hacían
estremecer, cuando salía de correría y sudoroso quería
ir a nadar, pero se resistía y volvía a la hacienda para
bañarse en su tina, pero ese sentimiento lo llenaba de malestar,
se ponía de mal humor y se volvía contra su mujer y sus
hijos como si ellos tuvieran la culpa de algo. Ciertamente sus hijos no
estorbaban pero tampoco quería darles nada, como si quisiera ofrecer
todo a algún ídolo, pero no quería saber cuál
era. Galopaba por la propiedad con Severino y admiraba sus manos finas
y pensó que en ellas se vería bien un anillo. En la noche
revolvió el joyero de su mujer y tomó un anillo a pesar
de las protestas de Mercedes; era para dárselo a Severino. A Mercedes
no le gustó la idea pero no dijo nada porque estaban casados en
comunidad de bienes, pero algo indefinible le golpeó el estómago.
Después del trabajo, Francisco y Severino fueron a nadar, pero
antes Francisco puso el anillo en el dedo de Severino. El muchacho admiró
la joya pero no dio las gracias, luego fueron a nadar. El río estaba
crecido y el amo se lanzó a nadar, la corriente lo arrastró
porque algo le sucedió: le faltó aire, fuerzas o tal vez
la edad ya no le permitía exceso de esfuerzo. Severino lo rescató
nadando pegado a su cuerpo. Al llegar a la orilla Severino no lo soltó;
entonces Francisco sintió ese cúmulo de sentimientos que
últimamente lo agobiaba y se dejó arrastrar por ellos, hundiéndose
en el fondo de su cripta.
1907.
El trabajo era mejor pagado en Río Blanco, a Tino se le ocurrió
vender pan a los obreros a la salida de cada turno. Y así lo hicieron,
el amigo que los recomendó les daba volantes de protesta contra
los patrones extranjeros y ellos envolvían el pan con ellos. Un
día el hijo de uno de los patrones volvía, borracho todavía,
de una fiesta con sus dos perros y preguntó a los niños
quién les dio permiso de vender pan, como no le satisfizo su contestación
pateó la canasta del pan, entonces Panchito le brincó al
cuello con un cuchillo y lo hirió, le dijo que si azuzaba a sus
perros lo mataba a él y luego a los perros. Amenazándolo
con el cuchillo le ordenó que recogiera el pan y el borracho así
lo hizo, además les dio diez pesos y se fue. Terminaron de vender
el pan y fueron a una reunión de obreros a una bodega, en donde
se planeaba una huelga. Al día siguiente llegó su padre
por ellos y, sin despedirse de nadie, se fueron con él. Panchito
hubiera querido participar en el movimiento. Tomaron el tren. La estación
estaba llena de soldados. Hicieron bien, cuatro días después
fue la matanza de Río Blanco.
1904.
Francisco seguía recorriendo su feudo acompañado del huérfano,
pero éste portaba no sólo el anillo sino otras joyas de
Mercedes. La gente se daba cuenta de todo. Una compradora le dijo en la
tienda a Mercedes que el huérfano se andaba poniendo sus joyas,
pero Mercedes le dijo que se las había regalado porque no le pagaban.
Como en una embriaguez, Francisco le quitaba cosas a su familia para dárselas
a Severino y cuando recorrían las tierras, Francisco ya no iba
con las rancheras sino que se quedaba con el huérfano. La gente
decía que Severino se había apoderado del amo porque era
brujo, pues no era solamente que Francisco estaba cohabitando con el huérfano,
sino todo su cambio de conducta, bebía mucho y se veía muy
flaco. Decían que le estaba sorbiendo la voluntad.
1905.
La transgresión de Francisco había alcanzado sus límites,
los había roto y esto lo consumía día a día.
No atinaba a descubrir de dónde había brotado ese ente que
vivía en él y lo había puesto contra su familia y
contra él mismo. Severino era como un dios hermético que
galopaba con él y nunca pedía nada, Francisco era el que
daba. Un día tenía que hacer un viaje a Oaxaca a una feria
por quince días, entonces como sólo se quedaba Mercedes
y era mujer, Francisco le dio todo el poder ante notario a Severino Cundiri
que así lo había apellidado. Francisco montó en su
cabalgadura pero una correa le molestaba la pierna. Severino preguntó
si era muy grave y Francisco no quiso verse débil por lo que se
fue con esa molestia que no cambió en ningún paraje. Cuando
llegó a Oaxaca tenía una llaga profunda, los ganglios inflamados
y fiebre.
1905.
Cuando la situación del enfermo ya era peligrosa, los mozos decidieron
ir a la Hacienda de la Pe a avisar a Mercedes. Una vez allí, la
mujer tomó lo poco que pudo llevar, tomó a sus hijos -y
por una corazonada todas sus joyas- y se fue a Oaxaca dejando encargado
de palabra a Severino. Cuando llegaron, la llaga de Francisco apestaba
y los doctores querían amputar la pierna. Mercedes lo curó
como se cura a las vacas y Francisco sanó, pero el dinero se acababa.
Mandó varias veces a pedir dinero a Severino pero los mozos no
volvieron, entonces empezó a vender las joyas. Unos viajeros le
dieron la noticia: como Severino era el apoderado oficial, había
vendido todo, ya no tenían la hacienda. Francisco corrió
a los informantes y quería matarlos con el cuchillo que después
tuvo Panchito. No quiso reclamar, ese asunto estaba consumado. Mercedes
quiso rebelarse contra ese marido que había sido el pilar de su
casa, pero algo como un terror le frenó la imaginación.
Ahora debían errar como gitanos y mendingar porque el dinero se
acababa, y Francisco comenzó a beber mezcal.
1908.
Francisco llevaba la contabilidad de la mina pero eran Carlota y Mercedes
quienes lo hacían, Panchito y Tino sacaban canastas de material
de desperdicio y y cuando hubo una explosión Panchito tomó
el puesto de dinamitero. Francisco bebía mucho y ya no sabía
bien a bien por qué estaban allí. Constantino también
quería ser dinamitero pero su hermano no lo dejó, pues sabía
que no era experto en eso.
1909.
Francisco murió de golpe a causa de la bebida. Mercedes y los hijos
hicieron cuanto pudieron para velar y enterrar al padre, que costó
una de las monedas de oro que Mercedes había traído de la
Pe, pero aún le quedaban unas cuantas que la madre dijo a sus hijos
que las guardaran por si algo sucedía. Panchito iba a cumplir catorce
años y Mercedes lo hizo el jefe de la casa. Después se metió
a la cama y ya casi nunca volvió a salir de ella. Vestida siempre
de negro, fumaba sin cesar abrazada a una perrita que le habían
regalado las hijas. Un día Panchito anunció que se iban
a Veracruz porque había conseguido trabajo en el ferrocarril de
allá. Hicieron la mudanza con cada vez menos cosas. Ahora dependían
de un muchacho muy joven, pero fuerte y con mucha vida propia.
1914.
Por la ventana de su casa veían pasar el tren dando silbatazos,
que alegraban el corazón de las muchachas, sólo Mercedes
lo veía desde su cama, siempre fumando con su perrita en brazos.
Después del trabajo, Panchito llegaba a la casa con muchas cosas
sabrosas compradas en el camino del tren. Ernestina se casó y quedaron
solas las tres mujeres: Mercedes, Carlota y Anita porque Tino estaba trabajando
en Estados Unidos. Tenían la esperanza que ante la revuelta que
veían desatarse, Panchito no se fuera a la “bola”.
1909.
En San Blas Atempa vivían Severino y la nana, que era de ese lugar
donde nadie hablaba español, las costumbres eran las del Istmo
oaxaqueño. Severino era dueño de la mitad del pueblo, de
muchas tierras y de muchas casas. Tenía un caserón enorme
con muchas plantas y árboles, los cuartos llenos de hamacas, pero
lucía bastante desnuda, pues tan grande no se llenaba de muebles.
Severino había engordado y la casa se llenaba de muchachos que
bebían y se tendían en las hamacas. En las fiestas le gustaba
vestirse de tehuana, lucía joyas, cadenas con monedas de oro y
entre ellas la cruz de filigrana de Mercedes, pulseras y el anillo que
nunca se quitaba. En su cuarto había una hamaca, un tocador y un
gran ropero con espejo. También un retrato de Francisco muy angosto,
sólo él de pie, como si le faltara la mitad al retrato,
vestido de oscuro con botones de plata y y barba recortada. La postura
sugiere que le daba el brazo a alguien, pero si hubo una mano en la manga
de su traje la borraron con tinta. Este retrato era el único adorno
de la pared.
COMENTARIO:
La anécdota de la novela tiene, por supuesto, una sincronía
en el tiempo y el espacio, pero el autor la organiza de distinta manera.
Usa la analepsis y la prolepsis para darle interés, resaltar mucho
mejor los acontecimientos y destacar los personajes. El diseño
de cronotopos permite al lector expandir un mundo de imágenes a
partir de las sugeridas por el texto. Las acciones de los personajes están
supeditadas al jefe de familia, al padre. Cuando éste comete la
transgresión, la encargada de llevar la nave familiar es la madre.
Los acontecimientos van acorralando poco a poco a los padres; sin embargo
logran apartar a los niños de sentimientos malsanos y, gracias
a eso, los chicos se revelan como una generación de sentimientos
sanos que fortalecen su proceder, logrando salir adelante a pesar de la
pobreza. La novela está plena de simbolismo. Las armas del escudo
familiar de Mercedes pueden también aludir a Francisco, que rompe
esas armas al transgredir las normas. La novela sumerge al lector en un
ambiente de principios de siglo y en situaciones violentas que dejan un
resabio de reflexión sobre los sentimientos profundos, insospechados,
destructores, agresivos, inconfesables, que pueden atormentar a cualquier
ser humano.
El autor se vale de un lenguaje claro, matizado de poesía y de
un especial interés en los motivos temáticos que se tocan.
Él mismo lo advierte en el prólogo: son episodios tomados
de su vida, los personajes forman parte de él y por eso son tan
queridos. Panchito y Tino también son personajes de otra obra del
mismo autor: Nahui Ollin, en donde se detallan los antecedentes de la
matanza de obreros de Río Blanco. |