NOVELA

1990-2002

 

O.I. 1.
TÍTULO ORIGINAL: La madre distraída o La alcancía de las ánimas.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1989-1990
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN:

CONTEXTO AMBIENTAL:
Una iglesia, calles de México, un edificio en ruinas por el temblor de 1985; el Purgatorio, Guadalajara.

CONTEXTO ANECDÓTICO-RESUMEN:
1.
La alcancía de las ánimas.
El narrador ubica el comienzo de la historia: una iglesia en Navidad. Es Navidad y en la iglesia del barrio de Peralvillo no hay recursos para poner un Nacimiento lujoso. Por eso, el que describe está adornado con juguetes y otras cosas que no son comunes en un Nacimiento. Allí entró el niño Evencio, que así le dicen pero se llama Ricardo. Es bolero, y el cliente en vez de pagarle lo correcto, sólo le dio tres pesos. Ve al niño Dios sonriendo y se molesta porque piensa en voz alta que sonríe porque a él no le robaron dinero. Una mujer que lo oye le dice que el niño después no sonreirá, pues le hicieron muchas cosas peores que robarle dinero y le muestra un Cristo sangrante. Evencio ve el contraste de la madre y el hijo en el Nacimiento y en la crucifixión. Evencio pensó en la cara que pondría su madre, y la mujer le preguntó por ella. Evencio le contó cosas y la mujer dedujo que la madre no estaba en el cielo, sino en otro lugar porque ya se había muerto por distraída, decía Evencio y la mujer le mostró al ánima sola que estaba rodeada de fuego. Debajo de la imagen había una alcancía en la que Evencio echó los tres pesos que le pagaron, pues la mujer decía que si le rezaban y le daban oraciones se iría al cielo y luego lo mandó que viera de nuevo al niño Dios.
2.
La madre distraída.
El lugar hacía pensar en un baño de barrio proletario de vapor. Hay dos mujeres ensabanadas que platican y otra con su rebozo puesto y una canasta de verduras ya podridas, que se llamó en vida Hilda; viste de nylon y tacones altos, habla mal de sus vecinas, las otras la oyen distraídamente y hablan de sus cosas, señalan a una mujer que dice que estuvo en el cielo pero no es cierto, y a otra que llora y pena por sus hijos, es la Llorona. Hilda platica con la mujer que dice que fue al cielo pero se cayó por la escalera, pues sus pieles y joyas pesaban mucho. Podría guardarlas un poco más abajo en lo oscuro (el infierno) pero está más caliente. Allí viven gentes selectas: presidentes, generales y familias de la nobleza. Interviene otra mujer y otras, se pelean y de pronto un gran retumbo y aparecen unos rayos de luz. Cuando esos rayos tocan a alguien, se vuelve cristalina y radiante. Todas creen que son para ellas pero son para Hilda, a quien le aparece un vale en la mano que reza: bueno por tres pesos, que son ciento cincuenta, que son muchas indulgencias de parte de su hijo Evencio. Hilda queda muy asombrada pues su hijo se llama Ricardo, pero luego reflexiona y sí, Evencio es Ricardo. Piensa en comprarse cosas con ese vale pero de pronto está frente a un cristal en un aparador y afuera la calle. En la esquina un niño (Evencio) que da grasa a los zapatos se siente atraído por el aparador, se acerca y su madre Hilda llora de verlo tan flaco y ella nunca lo cuidó. Cuando el niño está frente al aparador le roban su equipo de boleada. Hilda llora desconsolada y de pronto ya está en la calle, no sabe cómo.
3.
Noche Buena.
En la casa en ruinas donde vive la pandilla de Evencio, celebran la Navidad con las pocas cosas que tienen. Evencio llega muy triste porque le robaron el cajón de boleada, pero los amigos lo consuelan. El fantasma de la madre Hilda busca a su hijo Evencio-Ricardo. Después que ha vagado por las calles y visto cosas que le recuerdan muchas gentes y hechos de su vida, no se detiene hasta que lo encuentra y como los chicos ya se van a dormir los arrulla con canciones que ella sabe: boleros de Agustín Lara.
4.
La vida diaria.
Evencio limpia vidrios con un retazo de franela en la esquina donde están sus compañeros, ganan un poco de dinero para comer. Así pasan varios días al cuidado del fantasma Hilda que siente como suyos a los otros niños, pero se resiste a cuidarlos también pues muy difícil para ella, a tal punto que no quisiera que Evencio hubiera depositado las tres monedas en la alcancía.
5.
Entre las ruinas.
Hilda recorre la ciudad y ve las ruinas y los fantasmas que le hablan, las costureras, los obreros de Televisa, los que todavía están enterrados y no los han sacado y muchos más. Descubrió muchas líneas como caminos, mecatitos luminosos y otros menos y pensó que eran las líneas de la vida que pertenecían a cada uno de los humanos. Pensó también que a lo mejor era posible tejerles más sustancia a esos hilos, como el de su hijo.
6.
Sangre.
En la mañana, cuando los niños despiertan, Hilda desata el hilo de su hijo de los otros cuatro y lo empuja en sentido contrario. En la avenida Reforma encuentra a un reportero que lo hace su ayudante y se lo lleva en su coche porque va a hacer un reportaje. Hilda anuda el hilo de Evencio con el del reportero. Evencio encuentra fácil tomar fotos, y el reportero lo introduce en los campamentos en donde está detenida la mercancía de ayuda a los damnificados que no han repartido. Mientras él distrae a los guardias Evencio toma fotos de todo hasta que llegan a un depósito de sangre no distribuida. Allí los soldados los acorralan y van a disparar, entonces Hilda revienta los depósitos de sangre en la cara de los soldados y así salva a su hijo y a su amigo. Luego decide que este trabajo es muy peligroso y desata su hilo del hilo del reportero.
7.
Un Mercedes blanco
Evencio es dejado por el reportero en el restaurante donde cena, cuando se levanta ve su que amigo lo abandonó y se echa a caminar. Encuentra a un joven en un Mercedes blanco que lo invita a subir. Hilda ve que este joven es mayor que Evencio y posiblemente lo cuidará, ata su hilo con el de ese personaje. Este hombre es ladrón y homosexual, hace de Evencio su cómplice lo hace robar y se acuesta con él. Evencio viste bien, pero Hilda no está a gusto..
8.
Malenita y los Poltergeist.
Los poltergeist acosan a Hilda que está desesperada y quiere consejo de un espíritu. Consultó a Malenita pero sucedieron cosas extrañas con la pitonisa. Después llama a su maestro espíritu. Hilda le pide la lleve con su hijo pues lo ha perdido. El espíritu lo hará.
9.
Querétaro.
Los dos viajan en un coche abollado rumbo a Querétaro. Allí se dedican a pasear. Hilda los ve de lejos, se consolaba con decirse que ese hombre quería mucho a Evencio, pero no quería un hijo ladrón. Decide que no es bueno atar el hilo de su hijo a nadie.
10.
Devociones.
Ambos se dedicaron a visitar iglesias, Hilda no sabía por qué. El compañero de Evencio, llamado Gregorio, miraba a los curas y si no le convencían salía. Encontró un cura que vestía ornamentos con muchos olanes y le dijo que su hermanito tenía que confesarle cosas. Cuando el cura ya se estaba aprovechando de Evencio y lo acariciaba mucho, Gregorio entró y sorprendió al cura y lo chantajeó. Obtuvo mucho dinero.
11.
Guadalajara.
Los dos viajan a Guadalajara y allí van a robar una casa, entran con una llave que traía Gregorio. Dentro de la casa va a la recámara de una mujer, la madre de Gregorio, él se viste de mujer con las ropas de su madre. Cuando Evencio lo ve lo llama puto y lo deja. Hilda aprovecha para desatar los hilos. Evencio abandona a Gregorio y se va. Hilda lava su hilo de la vida en una fuente.
12.
El puerto de san Blas.
Evencio va rumbo al puerto de san Blas, llega a un pueblo de pescadores y allí se emplea en un restaurante pero no hay muchos clientes. Además, el dueño tiene un cocodrilo en una gran pecera que sale de noche y casi se come a Evencio. Luego va al puerto y se hace pescador. Es un oficio muy peligroso pero tiene comida. Evencio no se queda allí y se va en un coche que pasa por la carretera en el que viaja una mujer y le da aventón a Colima.
13.
Gol.
En el camino, un chofer que conduce a una mujer está borracho y no puede seguir porque el coche se descompone. Encuentran a un mecánico ambulante que viaja con su familia, compuesta por su mujer y sus hijos. Evencio decide quedarse con ellos y aprender el oficio. Evencio ya no se llama así, la familia del mecánico le llama Ricardo, juega fútbol con la familia y mete un gol. Hilda acaricia el hilo de la vida de su hijo que ya reluce y se ve de colores. Lo soltó, no supo cómo pero ya Hilda estaba alejándose. Ricardo/Evencio gritó “¡mamá!”. El muchacho se quedó como petrificado, se abrazo a su nueva madre. Hilda veía de lejos cómo su hijo emprendía una nueva vida. La que fue Hilda se iba alejando de la tierra poco a poco, satisfecha.

COMENTARIO:
El autor agrega una post data que dice que él encontró entre los papeles del escritor Efrén Hernández una tarjeta que decía “Un bolerito ve una cola en una iglesia y cree que están regalando algo. Ve que es para depositar óbolos en la alcancía de las ánimas y deja tres pesos (o serían entonces, ¿tres centavos?), por su madre que había sido una mujer muy distraída. Ella, en el purgatorio, se conmueve terriblemente con la ofrenda y recibe el permiso de volver a la tierra y arreglar la vida de su hijo. Lo logra con muchos contratiempos”. La idea no abandonó a Carballido y se fue volviendo esta novelita. En esta hora y en este lugar novelesco se dan cita temas y personajes del autor tocados en otras obras La hebra de oro, Una crónica, y En Dor.



O.I. 2.
TÍTULO ORIGINAL: Venus Quetzalcóatl.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 1999.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: En Venus y Quetzálcoatl y cinco cuentos, Editores Mexicanos Unidos S. A., México, 2002.

CONTEXTO AMBIENTAL:
Una joyería de la ciudad de México en la calles de Madero y Masaryk, una fonda, un baño de vapor y una vecindad.

CONTEXTO ANECDÓTICO-RESUMEN:
I.
La novela anticipa el robo que se anuncia en la portada del libro de Editores Mexicanos Unidos con un enunciado del narrador, que se refiere a que el robo le había ya pasado por la cabeza al personaje principal, o sea a José Puente, llamado Pepe por todos, que es un hombre que frisa los sesenta años y ha trabajado toda la vida en la joyería “Damasco”. Los dueños han sido una familia de hombres de apellido Habib. La joyería estaba ubicada en la calle de Madero 37, un local bien instalado como correspondía a las joyerías que se establecieron en el siglo XIX en esa calle, llamada entonces Plateros. Después la joyería creció y fundaron un local en la Zona Rosa, pero cuando los ricos se fueron a Polanco cerraron esta sucursal y abrieron otra en la calle de Mazaryk, en Polanco. Pepe trabajaba allí desde los catorce años, era un empleado considerado de confianza, los antiguos dueños le hablaban de usted como a todos los empleados, pero el último de los Habib, Víctor, el heredero, era más brusco, hablaba de tú y hacía bromas de mal gusto. El narrador describe con lujo de detalles las instalaciones que hacen marco a las innumerables joyas que allí se venden. Un día llevaron a vender en comisión un diamante excepcional, una piedra tallada en gota de 124 kilates que provenía de Minas Gerais en Brasil. Por su brillantez y por el color azul que irradiaba le llamaron Quetzálcoatl. El diamante tenía una historia. Pepe se enamoró de él por su parecido con la estrella de la tarde: Venus. Una fuerte vigilancia impedía acercársele, le rodeaba un escaparate blindado, alarmas y guardias. Por las noches, Víctor lo guardaba en una caja fuerte. Pepe estaba cerca de él cuando guardaba la joya, se aprendió la combinación y la anotó en una libretita donde apuntaba direcciones. Al comparar su amor por la piedra con otro tipo de amores, se daba cuenta que el amor por la joya era un amor puro sin interés, pues no pedía nada a la joya como podría hacerlo a alguien. Algunas veces le murmuraba al pasar cerca de la vitrina algo ininteligible que tal vez quería decir: “no te vayas a ir, no me dejes, que no te lleven donde yo no esté, que no te alejen de mí...”
II.
José Puente inventó un plan para robar a Quetzálcoatl. Estudió con detenimiento la topografía del lugar, con sus conductos de ventilación, su plafón y una posible salida, así como las herramientas que debía utilizar, donde comprarlas etc. Ideó todas las posibilidades de introducción a la tienda, descartando las peligrosas o inútiles. Se sentía más joven y esbelto pensando en su plan y en la obtención de la joya, porque nada más eso robaría para colmar su amor por ella. Anotó todo cuidadosamente en la libretita donde tenía los números de combinación de la caja fuerte, todo, hasta en entrenarse corporalmente para estar más ágil. José Puente guardaba sigilosamente su libreta donde tenía anotado el plan con lujo de detalles, en la bolsa trasera de su pantalón.
III.
José Puente comía todos los domingos en la fonda de una mujer, Adela, en una zona populosa, cerca de su casa. Adela como era amante de José, porque sólo disfrutaban sexo y compañía en los baños de vapor a los que iban de vez en cuando. José vivía solo después de la muerte de su mujer; y su hija, casada y con hijos vivía en Durango, de donde venían a visitarlo una que otra vez. José Puente se informó en un libro esotérico sobre Quetzálcoatl y lo que quería decir. Un domingo fue a los baños de vapor con Adela y al desvestirse la libreta cayó detrás de una silla. Él no se dio cuenta y se fue con Adela tan contento a comer. Al salir ocuparon el mismo baño un trío de rockeros de barrio.
IV.
La vida en la joyería seguía su curso y un día alguien quiso comprar el diamante, pero quería cortar la piedra para convertirla en varias piezas, para lo cual vendría un lapidario de Amsterdám. José quedó muy mortificado al saberlo, las lágrimas se le agolpaban en los ojos. Los empleados lo advirtieron y preguntaron. José respondió que estaba afligido porque un niño de su familia estaba enfermo, lo iban a operar y tal vez perdería un miembro, no iba a decir que por la joya. Víctor Habib se compadeció y le concedió una semana y tres días más para que fuera a Durango, pero él alegó que no tenía dinero (pensando que la joya tal vez ya no estaría en ese tiempo). Los empleados hablaron de hacer una colecta pero todo quedó en nada. Esa misma noche José quiso repasar el robo de su ensoñación y en ese momento se dio cuenta que la libreta no estaba. La buscó por todas partes, repasó sus actividades de los últimos días y entonces cayó en la cuenta de que la había perdido en el baño al desvestirse. Corrió a los baños, pero nadie había entregado nada. José quedó sumido en tristeza y vacío. El lunes siguiente, cuando los empleados llegaron a la joyería advirtieron el robo. Víctor Habib comprobó que habían robado a Quetzálcoatl y se puso enfermo. Todos estaban desconsolados pues sabían que todos iban a ser tomados por sospechosos. A José le pasó por la cabeza si no sería él sonámbulo y así habría cometido el robo, pero la pérdida de la libreta lo negaba. Por otro lado si a los ladrones les encuentran la libreta, porque fue con su libreta que robaron, él iría también a la cárcel.
V.
El comandante a cargo del caso sospechó de Víctor Habib, pues nadie sabía la combinación de la caja fuerte. Víctor comprobó los días y las noches en dónde había estado antes del robo, pero aún así era el principal sospechoso. Interrogaron a todos los empleados, a unos les fue mejor que a otros, entre ellos a José pues nadie sospechaba de él por sus 54 años de servicio y su edad senil. Examinaron los conductos y encontraron las cuerdas. Todo como indicaba la libreta, pero no encontraban a los ladrones. La joyería cerró por unos días. José solo, en su casa, repasaba los acontecimientos. Los rockeros eran flacos y cabrían bien en el ducto del aire, porque eran ellos de seguro. Ellos entraron después al baño y habrían encontrado la libreta y cometido el robo con la receta que allí estaba detallada. Por Adela supo donde vivían y fue a buscarlos con el pretexto de una tocada. No los encontró, sólo a una vecina chismosa que les recomendó a unos marimberos.
Los 3 rockeros se llamaban “Los gatos eléctricos”. Cuando encontraron la libreta creían que era una cartera y se desilusionaron al comprobar que no era. El más curioso la leyó y encontró las indicaciones precisas para el robo. Se hicieron preguntas sobre el origen de la libreta y no desearon que el dueño se les adelantara, así que, en medio de su jerga rockera, se decidieron por el robo.
VI.
Un domingo después del robo, José Puente intentó por segunda vez ver a los rockeros y saber cómo era su casa. Fue a la vecindad donde vivían disfrazado con un overol, una cachucha y un balón. En la vecindad dio unos cuantos pases y tiró como al descuido la pelota que botó dentro de la vivienda de los “Gatos eléctricos”. La vecina se asomó y confirmó que no estaban, pero le permitió a José ir a buscar su balón. Entró, registró y encontró unos cojines llenos de joyas; dentro de ellos buscó a Quetzálcoatl, allí estaba la joya y se la guardó. Buscó la libreta y la quemó. En eso llegó uno de los “gatos”, José le dijo que estaba quemando (el otro entendió mota) y lo consideró como uno de los suyos. Le pidió mota y dinero, José dijo que se le había acabado, que venía a jugar “fut”, pero que le traería dinero al día siguiente. Le dejó el balón al "gato" y saludos a los otros y salió. La vecina quedó admirada y pensando que a ese señor lo conocían.
VII.
Se llevaron a la cárcel a Víctor Habib. Los seguros iban a pagar casi toda la pérdida y después salió sin cargos. La policía buscaba y buscaba entre los ladrones más conocidos, y en las joyerías donde podían vender lo robado. El comandante afirmó que los ladrones se iban a entregar solos cuando intentaran vender el diamante. Buscaron un cómplice entre los empleados pero no lo hallaron. José puente suspiraba aliviado y pidió su jubilación, alegó que le daba miedo que los ladrones lo mataran. Le dieron una suma opulenta de retiro. Por su parte “los gatos” no se daban pena ni gloria. José contemplando su tesoro, pensó en ellos. No era justo que fueran a la cárcel. Les envió un anónimo que decía con letras deformadas y en clave que se cuidaran pues iban a atraparlos cuando vendieran las joyas. “Los gatos”, asustados buscaron la libreta, al no encontrarla decidieron exilarse por un tiempo; se fueron a Puebla y de allí a San Salvador con un pasaporte que adquirieron comprando sus cartillas con algunas joyas sencillas que vendieron, las demás las sacaron de sus cojines y las pusieron en sus instrumentos. Cuando en la aduana quisieron revisarlos, sobornaron a los empleados fingiendo que traían mota. Así pasaron la frontera, y ya en San Salvador hasta dieron conciertos y grabaron un disco. Por su lado, José se fue a vivir a Mazatlán a una casita que compró y que tenía una magnífica vista. Desde allí al atardecer contemplaba la estrella vespertina y acariciaba a Quetzálcoatl, en un acto de amor en el que la estrella y la joya se fundían. El día en que su fin llegara, antes de morir, la introduciría en su boca y juntos descenderían a la tierra y volverían a ella.

COMENTARIO:
La Edición de Editores Mexicanos Unidos tiene un prólogo en el que el autor habla de la novela. Ilustra sobre el contenido y su extensión. No porque esta novela tenga pocas páginas deja de serlo. Es una novela corta pero bien cortada, bien hecha. El texto presenta el mundo subjetivo del protagonista en el que sucede el robo, que él nunca cometerá pero que al final lo beneficia. El robo queda impune gracias a la identificación del protagonista con los pobres y desamparados “gatos” que han pasado su vida rasguñando sus escasos ingresos. Esto permite también el encuentro de José con el objeto de su amor.


O.I. 3.
TÍTULO ORIGINAL: El pabellón del Dr. Leñaverde o El secreto del jardín, en 14 secuencias. Novela para muchachos.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 2000
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN:

CONTEXTO AMBIENTAL:
En Xalapa, Veracruz, en los tiempos de la “guerra fría”. Un jardín, un pabellón, una mansión, una discoteca, un bar, una librería, una galería de arte y una torre.

CONTEXTO ANECDÓTICO-RESUMEN:
1.
UN JARDÍN, UN PABELLÓN, UNA HERENCIA, UNA MANSIÓN.
Rosa Cruz Meztli está en su recámara con su gato Sandokan, ambos oyen un ruido proveniente del pabellón del Dr. Leñaverde, su marido, doctorado en botánica, de nombre Dantón Robespiere. Rosa espía por el ventanal pero no ve nada, es posible que el experimento emprendido por su marido progrese, pues algo se está moviendo adentro. El pabellón de forma de media esfera de vidrio, estaba situado en el enorme jardín muy poblado de flores que rodea a la enorme casa cercada de piedra volcánica. El pabellón o invernadero era el laboratorio del Dr. Leñaverde. Allí tenía sus instrumentos de investigación: palancas, maquinarias y pararrayos que había obtenido al vender parte del inmenso terreno heredado de su tía y en el que su hija, Rosa Fructuosa, quería construir una casita para casarse con Edelmiro. Rosa Cruz, la madre, había hecho muchos estudios en botánica, en conocimiento de plantas y en magia blanca; la hija estudiaba preparatoria y era ayudante de sus padres. El novio de ella era también investigador en botánica e inventor.
2.
LA FAMILIA EN DIVISIÓN. MEJOR CORRER TENUE VELO QUE CUBRA LA SITUACIÓN.
Los padres siempre discutían por cualquier cosa, se decían muchos insultos y se disputaban la ayuda de la hija que por eso no estudiaba y sacaba malas calificaciones. Esto sucedía con frecuencia a la hora de la comida. La hija molesta por esta situación, dejaba caer una especie de cortina que colgaba del techo y dividía la mesa en dos. De un lado el doctor y del otro su mujer. Discutían también por el destino de los muebles de la casa, que Leñaverde quería vender para comprar materiales para sus experimentos: transplantes, injertos, floraciones apresuradas como el experimento que estaba a punto de culminar.
3.
TALENTO DE UN INVENTOR SIN HISTORIA NI RELOJ.
Rosa Fructuosa y su novio Edelmiro gustaban de ir a bailar a un lugar llamado La mulada. Allí se divertían y luego se iban a casa de Rosa en una “ciclotropeta” especie de moto que el propio Edelmiro había inventado. Edelmiro inventaba cosas que ya se habían inventado. Los jóvenes entraron sigilosos a la recámara de Rosa y platicando de inventos se durmieron. Cuando esto sucedía, el gato Sandokan despertaba a Edelmiro para que saliera de la casa como entraba.
4.
TRUENOS, RAYOS, LODAZAL: EL EXPERIMENTO LLEGA AL FINAL.
En el pabellón tronaban rayos y se producían luminosidades, el experimento concluía. Rosa Cruz y Sandokan espiaron y oyeron decir a Rosita que las ramas se estaban moviendo, era un rosal al que aplicaban un líquido a las raíces. El rosal parecía gustar de ese líquido y muy humanamente demandaba más. Después el rosal se durmió y los investigadores agotados se fueron a dormir.
5.
CONTINUANDO LO ANTERIOR: PIENSA UNO MAL EN PEOR.
El rosal había evolucionado y ya podía pararse y desplazarse por el piso. Corrió hacia fuera y se paseó entre las plantas cantándoles y hablándoles. Todas las plantas le enviaban vibraciones, pues deseaban también ser autónomas. El rosal entró en la casa y Rosita lo vio trasponer su recámara, corrió tras de él a la cocina donde su madre asustada veía cómo el rosal tomaba café y chupaba leche con las raíces. Edelmiro también vio todo pero tuvo que huir para que los padres no lo vieran. Leñaverde hizo operaciones a rosales, dalias y otras flores como al rosal. Rosa Cruz hacía velaciones en su habitación, porque consideraba que su marido y su hija habían hecho una transgresión grave con darle otra vida a las plantas y pedía que no se les revirtiera la falta. La difunta tía Fructuosa, que luego le dejaba recados en los vasos de agua, se lamentaba por eso.
6.
INDISCRECIONES SURTIDAS ANTE OREJAS INDEBIDAS.
Edelmiro estaba muy triste en el garage por reparar carros donde vivía, porque hacía más de una semana que no veía a su novia. Ésta le llamó para decirle que la rescatara de sus padres y la llevara a bailar. Así lo hizo, pero al partir se dieron cuenta de que el rosal se había montado en la ciclotropeta y se iba con ellos a La mulada. Allí bailaron y el rosal bebió piña colada y se emborrachó. Tres individuos misteriosos tomaron fotos del rosal y de los muchachos. Al amanecer salieron y los tres llegaron a tumbarse en la cama de Rosita y se quedaron dormidos. Sandokan sacó al jardín al rosal y allí lo dejó tirado.
7.
ILUSIONES Y RABIETAS. LA BARAJA INDISCRETA. EL PECADO ORIGINAL. TRES HOMBRES QUE HACEN MAL.
Los muchachos se quedaron dormidos y Rosita tuvo que decir a sus padres que había invitado a comer a Edelmiro. Él salió por una puerta y entró por la otra fingiendo haber llegado apenas. Leñaverde presumió su invento y Edelmiro preguntó para que servía. Leñaverde se sintió ofendido, él esperaba el premio Nobel por su invento que no servía para algo, pero pensó que debía limitar la patente. Rosa Cruz echó las cartas y adivinó de qué se trataba el inventó. Tronó contra su marido al que consideraba un tonto. Dijo que había hecho lo que el paraíso terrenal: le había dado a las plantas la fruta prohibida. Además, había visto a tres hombres peligrosos espiándolos. Como los padres continuaran peleando, Edelmiro y Rosita se metieron bajo la mesa y allí, entre beso y beso, comieron y bebieron.
8.
AQUÍ SE VE QUE LAS CARTAS HARTA RAZÓN TENÍAN, HARTA.
En un bar. Un hombre de origen norteamericano, llamado Arno Pol, llega y pide por medio de una clave una entrevista con el jefe. Un mesero activa mecanismos ocultos y el gringo pasa sin ser advertido. En otro lugar, una librería, un hombre eslavo, Sebas Topol, pide una entrevista también por medio de clave. En otro lugar, una galería de arte, Pinter Pol ejecuta el mismo mecanismo de los dos anteriores. Son los tres hombres que espiaban a los muchachos la noche anterior. Después suceden tres escenas similares con los tres hombres y sus jefes, pero de diferente nacionalidad: norteamericana, rusa y mexicana, cada uno informa sobre los experimentos del doctor Leñaverde y el rosal bailarín. Todos llegan a la conclusión de que había que obtener el secreto del experimento y hacer amistad con los otros dos espías y después eliminarlos, para que cada país disfrutara del invento para otros fines: contrabando, drogas, armas...
9.
VIGILANCIA MUY ESTRECHA; ESPÍAS POR CUALQUIER BRECHA. A Edelmiro empezaron a espiarlo y a la casa llegaron turistas de muchas partes del mundo que querían fotografiar la casa y su interior. Leñaverde los corrió a todos pero en su lugar había periscopios que fotografiaban todos los movimientos de la casa y de las plantas. Los jefes de los espías planearon ofrecer alcohol y drogas a las plantas para dominarlas, y así lo hicieron. También lograron capturar los libros de Leñaverde con rayos infrarrojos, pero no pudieron descifrarlos.
10.
DEMONIOS QUE SE DESATAN. MOTOCICLETAS QUE ATACAN.
Los motociclistas atacaron a Edelmiro y su novia cuando salían de La Mulada. Los evadieron, y cuando llegaron a la casa de Rosita se dieron cuenta de que los espías habían colgado frascos con alcohol y alcaloides para que las plantas chuparan. Todas se pusieron muy agresivas. Toda la familia estaba muy alarmada y la madre decidió hacer una ceremonia de velación para ahuyentar el mal.
11.
CONTRAATAQUE METAFÍSICO CON RESULTADO MAGNÍFICO.
Los días jueves, Rosa Cruz daba consulta como curandera pero ese día no lo hizo, se dedicó a hacer rituales y emitir conjuros para proteger su casa. Esa misma noche se instalaron muchos motociclistas en La Mulada, y al tratar de atrapar a Edelmiro y a Rosita hicieron tal escándalo que los que quedaron atrapados no eran los muchachos deseados. Luego hubo tres catástrofes en las que las tres copias de los libros de Leñaverde se destruyeron. Se reunieron los espías y sus jefes para tramar un contraataque.
12.
SECUESTRO CON AMENAZAS. EL MAL CIERRA SUS TENAZAS.
Edelmiro se retrasó para ir a la casa de los Leñaverde por un pedido urgente de mecánica, y cuando llegó la casa estaba en un gran desorden y sin habitantes, pues los habían secuestrado junto con los libros del doctor. Lejos de allí, en una torre amueblada como un cuartel de espías, se encuentran presos los Leñaverde con sus herramientas de trabajo y sus libros. Furiosos rompen los frascos. Los espías les comunican todo lo que las plantas transformadas pueden hacer y les informan que irán a una isla a trabajar para ellos, y si no los descuartizarán. Los dejan para reflexionar y se dedican a beber. Los Leñaverde maquinan cómo destruir los libros y a Rosita se le ocurre comérselos. Los tres se dedican a tragar hojas y hojas. Los espías les mandan mezcal y con eso se ayudan para pasar el papel.
INTERMEDIO.
SOBRE GERANIOS.
En la novela no se ha nombrado a los geranios, pero es que estas flores fueron excluidas del experimento por frágiles. Las flores aceptaron con cordura las limitaciones de su propio ser.
13.
LAS FUERZAS TRABAJAN SOLAS: EL MAL SE MUERDE LA COLA.
Edelmiro al llegar a la casa de su familia política se da cuenta que, además de los destrozos, las plantas están muy inquietas, tienen un síntoma de abstención. El muchacho tomó su ciclotropeta y se lanzó a la búsqueda con el rosal pegado a su chamarra y el gato en los cuernos del aparato, las demás plantas los siguieron de acuerdo con sus posibilidades de locomoción. Edelmiro se enfiló con rumbo a la torre, siguiendo a las plantas que detectaron gotas de líquido que habían dejado caer los frascos que iban con los Leñaverde. El gato también ayudó. El muchacho escaló hasta encontrar a los secuestrados. Los liberó y cuando se activó la alarma y entraron los espías, Rosita los eliminó con la cadena que su novio había soltado para liberarlos. Los demás espías entraron llamados por la alarma y los volvieron a atrapar, buscaron los libros y no los encontraron. Como todos estaban borrachos, el doctor les dijo que se los habían tragado. Los jefes dijeron que sacarían el papel con una operación y lo reconstruirían. Como Leñaverde había tirado los frascos llenos de licor por la ventana, las plantas chupaban el líquido ansiosamente. Cuando los jefes se asomaron para ver qué pasaba, las hiedras los estrangularon. Las atacaron con metralletas pero algunos tiros les tocaron a los jefes. Las plantas habían adquirido tanta fuerza para penetrar en las grietas de la torre y beber el líquido que la torre comenzó a agrietarse. Los Leñaverde y Edelmiro salieron de allí bajando por los tallos de las plantas, no sin dificultad. Cuando ya estaban fuera de la torre, la construcción se derrumbó sepultando a espías y a plantas. Todo había terminado, excepto unos dolores de estómago que empezaron a sentir los comedores de papel.
14.
EPÍLOGO NO SOBRABA. AQUÍ LA HISTORIA SE ACABA.
Cuando la familia regresó a la casa, empezaron la reconstrucción del jardín y Leñaverde intentó otro experimento con lombrices que transformaran los desperdicios en abono fértil. Edelmiro siguió con sus inventos ayudado por Rosita. El doctor lloraba cada vez que veía el jardín vacío de sus plantas transformadas, pero “en el mundo se siguen enredando hilos, consecuencias...”

COMENTARIO:
Esta es una novela de estilo fantástico contada por el narrador en tiempo sincrónico, con un lenguaje comprensible, a veces un poco rebuscado con algunas versificaciones, desde los títulos de las secuencias que pueden leerse como un verso si se juntan los 14, hasta los nombres de los personajes que son fársicos. Los personajes actúan en el aquí y ahora de su tiempo novelado. No hay tiempos subjetivos ni misterios que resolver. Los chicos, jóvenes muy jóvenes, pueden pasarse un buen rato divertido leyéndola pues se despliegan muchas imágenes coloridas y graciosas.



O.I. 4.
TÍTULO ORIGINAL: Dos llaves y una lanza.
TÍTULO EN OTRO IDIOMA:
FECHA DE CREACIÓN: 2001.
LUGAR Y FECHA DE PUBLICACIÓN: Dos llaves y una lanza, Editores Mexicanos Unidos S. A., México, 2002.

CONTEXTO AMBIENTAL:
La hacienda de la Pe en Ejutla, Oaxaca; Atlixco, Puebla y Veracruz. La novela abarca los años de 1898 a 1999, pero el espacio-tiempo novelesco se sucede en zigzag: del futuro al pasado y viceversa.

CONTEXTO ANECDÓTICO-RESUMEN:
1999.
Gallardo se encuentra en Oaxaca y se menciona el terruño de sus ancestros: la hacienda de la Pe en Ejutla. Esa hacienda tenía una extensión enorme y era fuente de mucha riqueza. Gallardo era el virtual heredero de esa propiedad, pero habían pasado tanto tiempo y tantas cosas que él ya no había nacido en esas tierras de sus abuelos y bisabuelos, donde nació su padre. Gallardo visitó el lugar para hacer un recorrido de reencuentro con el pasado. De la hacienda no quedaba mucho: la capilla abierta al culto, algunas paredes donde se habían recargado humildes casas, una escuela en lo que había sido bodega o salas o caballerizas. Nada se podía reclamar y menos sin papeles.
1898.
En la hacienda de grandes proporciones con sus casas pintadas de blanco y guardapolvos azules, cuajadas de plantas y enredaderas, apareció un día un indio flaco, desnutrido, sucio y hambriento, de más edad que los hijos del patrón Francisco. Se llamaba Severino y no hablaba español, sólo zapoteco. La única que lo entendía era la nana que hablaba el mismo idioma. Carlota, la hija, le dio pan y leche. Mercedes, la esposa de Francisco, le prohibió la entrada a la casa, entonces don Francisco lo bañó y desinfectó y le cortó todos los pelos. Le dieron ropa limpia y lo mandaron a dormir debajo de la escalera. Severino ayudaría a la nana con los niños y ella le enseñaría español.
1899.
En la hacienda los niños aprendían materias escolares con maestros que iban hasta su casa, y después de las clases iban a ayudar a su madre Mercedes y a la nana. Mercedes era de origen italiano, lo decía su apellido: De la Lanza. Ella era delgada, fina de facciones y de buena posición económica. Se decía que su familia guardaba la lanza con la que hirieron el cuerpo de Cristo, de allí el apellido. Su escudo mostraba dos llaves y una lanza, las dos llaves que guardaban un tesoro. Su marido Francisco era criollo, de origen asturiano o gallego heredero del feudo creciente que hicieron los anteriores Gallardo. En la hacienda había una tienda, allí ayudaba el huérfano que día a día aprendía más: era muy listo. Los niños de la casa eran Carlota, la mayor, y Ernestina, Francisco y Constantino el menor. A los niños les decían Panchito y Tino. En la tienda se vendía de todo, también licor, pero no se permitía beber adentro de ella. Severino vigilaba las cuentas y la gente decía que el huérfano se había puesto bonito.
1905.
Los Gallardo debieron ir a Oaxaca por eventos violentos que sucedieron, y habían caído en la pobreza. La poca ropa que llevaron de la Pe ya estaba gastada y a los niños les quedaba chica. Vivían en dos cuartos adyacentes a una fábrica de hilados de la que Francisco llevaba los libros de contabilidad, pero bebía mezcal de segunda y Mercedes tenía que revisar los libros para que no fallaran las cuentas. Tan pobres estaban que Francisco hubo de comprar un pedazo de suela, que convirtió en huaraches para los niños. Con gran cuidado los recortó sobre sus pies al tiempo que las lágrimas se le salían de los ojos. Mercedes se puso a coser ajeno y, para colmo, estaba embarazada de la última niña: Ana. Los niños jugaban pero advertían la desgracia en la que habían caído, y Panchito recordaría siempre las lágrimas de su padre vertidas en su pie.
1900-1901.
La hacienda es un lugar que es, en sí misma, demostración de riqueza y de poder, sin ostentación, pues lo heredado y la riqueza bien habida no se exhibe. Las cosas son como son: la vida diaria, el trabajo, la vigilancia de la propiedad, las salidas del patrón a ver las tierras y a hacer niños con las rancheras, las fiestas, las caridades, son como son. Severino es el huérfano recogido que ya es un mocetón bien criado y juega con los niños, pero no se aproxima a las niñas porque Mercedes no lo permite. Francisco lo enseña a montar y el mozo lo hace con galanura, ya habla bien español y le han dado un cuarto bonito. Colabora en el arreo de ganado, ayuda en las cuentas, en la siembra o en la cosecha. Algunos dicen que ese huérfano salió bien; a ver cómo sigue, dicen los cautos. La nana lo adora pues hablan la misma lengua, por la tarde ellos charlan y beben juntos chocolate.
1906.
Los hijos de Francisco y Mercedes se adaptan a su nueva vida de pobres, junto a los hijos de los obreros. Los muchachos saben que su padre está enfermo de bebida, por eso toman cada uno su papel: Carlota la más grande vigila a las niñas menores, Panchito se hace cargo de su hermano Tino, pues no saben bien que pasó y por qué su padre alucina cosas y tiene recuerdos dolorosos que es mejor no saber. Ya están en otro lugar, a Oaxaca no volverían jamás.
1903.
Mercedes había heredado unas tierras de su familia, y fue allí que encontraron unas lajas de piedra cuando hacían un canal y fueron a avisarle. Mercedes fue, al caer la tarde, con unos peones a ver lo que era, entre ellos iban Severino, los niños y la nana. Esas propiedades abandonadas eran el casco de la hacienda vieja, la que había llevado Mercedes de dote. Después se mudaron a la nueva que había adquirido su padre. Llegaron a la fosa excavada donde se veían, en la lápida, dos llaves y una lanza que Mercedes reconoce. Rompen la lápida y Mercedes baja a la cripta alumbrada por unas lámparas de escasa luz y encontraron otra lápida con un cadáver atravesado por una lanza, encima se lee la fecha en números romanos 1660, pero ella no la sabe descifrar, salen porque allí se respira un olor fétido y le da miedo. El huérfano Severino todavía tenía colgada la cabeza sobre el hoyo y estaba diciendo que debajo de la lápida debería de haber algo, cuando Mercedes ordenó tapar el agujero y murmuró que sí, en efecto debería haber algo como una maldición. Los niños preguntaron por el tesoro, pero ella respondió que había que dejar a las sombras en paz y regresaron a la hacienda. El curso del canal fue cambiado a otro lado.
1906.
En Atlixco se preparan las fiestas de Semana Santa, como Mercedes había vendido galletas y tamales tenía un poco de dinero que destinó para que la familia se tomara unas fotografías. Arregló a la familia, a los niños los vistió con sus ropas que trajeron de la hacienda y los huaraches hechos por el padre, a Francisco lo rasuró y le cortó el pelo, ella se arregló lo mejor que pudo, todavía era bella y parecía como la hija de su marido y se tomaron la foto. Ella sola, Francisco de busto y los niños radiantes, pero sin que se les vieran los pies. Fueron a la iglesia; cuando salieron recogieron las fotografías, todos salieron bien y Mercedes quedó satisfecha pues ella se veía toda una señora; esa imagen quería que guardaran de ella. Y así fue; las fotos todavía existen.
1903.
Severino había crecido bien, era un mocetón que domaba los potros, atendía pedidos y hablaba el castellano con seguridad y buena construcción, pues Francisco le había ordenado que leyera algunos libros y es posible que eso lo hubiera ayudado. Recorría las tierras de la propiedad con él y sentía en ello placer, pues era otro tipo de compañía distinta a la de su mujer o sus hijos. Cuando llegaban al límite y no podía volver ese mismo día, Francisco se iba con alguna rancherita y Severino lo esperaba en algún pajar. Francisco estaba orgulloso del huérfano pues había sido hallazgo y hechura de él. Cuando habían cabalgado mucho se detenían para bañarse y Francisco observaba al muchacho con curiosidad estética. Severino advertía esta mirada y se mostraba. Un día, cuando el mozo estaba desnudo Francisco le tocó el cuerpo y las axilas, arrepintiéndose enseguida y volviendo a nadar. Ordenó a Severino vestirse y regresaron.
1906.
Francisco perdió el puesto de contador de la fábrica de hilados y tejidos, ya no bastaron los cuidados de Mercedes para revisar los libros. Fue a pedir caridad y las mujeres de los gerentes suplicaron a sus maridos para que dejaran trabajar a los hijos en la fábrica. Los niños fueron a hacer uno o dos turnos de trabajo, Panchito cuidaba a Tino y Carlota a las niñas; con ellas iba a vender galletas y tamales que había aprendido a hacer. Por las noches Mercedes enseñaba a sus hijos rudimentos de la escuela. Al poco tiempo ya no los dejaron vivir en dos cuartos y hubieron de ajustarse a uno. Los obreros les pasaron la noticia de que en la fábrica de Río Blanco pagaban mejor, y allí se fueron los hijos hombres ante la desolación de su madre.
1906.
Las niñas vendían a los obreros galletas y tamales que hacían por la noche. Conocían a todos. Un día vieron a hombre que no habían visto antes, él empezó a hablar de las injusticias de los patrones y repartía panfletos que hablaban de las injusticias. Ante la situación recomendaron a Francisco para un trabajo muy lejos de allí, a una mina, en Veracruz.
1907.
Antes de irse a la mina, Mercedes tuvo la decisión de regresar a la hacienda de la Pe. Después de un viaje muy complicado, llegó por fin y no se atrevió a entrar pero los vecinos avisaron a los dueños y le abrieron, le dieron un buen almuerzo y ante las preguntas dijo que sólo quería recoger las cosas personales que habían dejado allí. Mercedes saboreó con deleite el pan, el chocolate y el mezcal que le dieron. Y por fin le dijeron que podía llevarse lo que era suyo, los armarios y lo que contenían, los pesados muebles antiguos, los cuadros, las cazuelas, los cubiertos, las vajillas, cosa que no podía hacer, pues cómo iba a transportarlas o dónde las iba a poner. Antes de decidir qué quería decidió ir a sus propiedades antiguas, a la capilla. Comprobó que había sido saqueada, sólo encontró escombros, y huesos, nada quedaba ya; la lápida rota y botadas por allí la lanza y las dos llaves; se preguntó si habrían abierto algo, algún secreto, o el tesoro, pero ya todo era inútil. Se dijo que no había que pensar en eso. Volvió a la hacienda y empacó dos bultos de ropa y los cubiertos de plata, lo demás lo vendió a los actuales dueños quienes le dieron algunas monedas de oro. Con todo eso volvió a Atlixco. En el tren oyó rumores, algo grave pasaría en Río Blanco. Al llegar las niñas seguían repartiendo volantes dirigidos a los obreros, entonces envió a su marido por sus hijos, le dio el dinero y dio gracias a Dios de que la familia se fuera a la mina.
1903-1904.
A Francisco se le metieron sentimientos curiosos y profundos que lo hacían estremecer, cuando salía de correría y sudoroso quería ir a nadar, pero se resistía y volvía a la hacienda para bañarse en su tina, pero ese sentimiento lo llenaba de malestar, se ponía de mal humor y se volvía contra su mujer y sus hijos como si ellos tuvieran la culpa de algo. Ciertamente sus hijos no estorbaban pero tampoco quería darles nada, como si quisiera ofrecer todo a algún ídolo, pero no quería saber cuál era. Galopaba por la propiedad con Severino y admiraba sus manos finas y pensó que en ellas se vería bien un anillo. En la noche revolvió el joyero de su mujer y tomó un anillo a pesar de las protestas de Mercedes; era para dárselo a Severino. A Mercedes no le gustó la idea pero no dijo nada porque estaban casados en comunidad de bienes, pero algo indefinible le golpeó el estómago. Después del trabajo, Francisco y Severino fueron a nadar, pero antes Francisco puso el anillo en el dedo de Severino. El muchacho admiró la joya pero no dio las gracias, luego fueron a nadar. El río estaba crecido y el amo se lanzó a nadar, la corriente lo arrastró porque algo le sucedió: le faltó aire, fuerzas o tal vez la edad ya no le permitía exceso de esfuerzo. Severino lo rescató nadando pegado a su cuerpo. Al llegar a la orilla Severino no lo soltó; entonces Francisco sintió ese cúmulo de sentimientos que últimamente lo agobiaba y se dejó arrastrar por ellos, hundiéndose en el fondo de su cripta.
1907.
El trabajo era mejor pagado en Río Blanco, a Tino se le ocurrió vender pan a los obreros a la salida de cada turno. Y así lo hicieron, el amigo que los recomendó les daba volantes de protesta contra los patrones extranjeros y ellos envolvían el pan con ellos. Un día el hijo de uno de los patrones volvía, borracho todavía, de una fiesta con sus dos perros y preguntó a los niños quién les dio permiso de vender pan, como no le satisfizo su contestación pateó la canasta del pan, entonces Panchito le brincó al cuello con un cuchillo y lo hirió, le dijo que si azuzaba a sus perros lo mataba a él y luego a los perros. Amenazándolo con el cuchillo le ordenó que recogiera el pan y el borracho así lo hizo, además les dio diez pesos y se fue. Terminaron de vender el pan y fueron a una reunión de obreros a una bodega, en donde se planeaba una huelga. Al día siguiente llegó su padre por ellos y, sin despedirse de nadie, se fueron con él. Panchito hubiera querido participar en el movimiento. Tomaron el tren. La estación estaba llena de soldados. Hicieron bien, cuatro días después fue la matanza de Río Blanco.
1904.
Francisco seguía recorriendo su feudo acompañado del huérfano, pero éste portaba no sólo el anillo sino otras joyas de Mercedes. La gente se daba cuenta de todo. Una compradora le dijo en la tienda a Mercedes que el huérfano se andaba poniendo sus joyas, pero Mercedes le dijo que se las había regalado porque no le pagaban. Como en una embriaguez, Francisco le quitaba cosas a su familia para dárselas a Severino y cuando recorrían las tierras, Francisco ya no iba con las rancheras sino que se quedaba con el huérfano. La gente decía que Severino se había apoderado del amo porque era brujo, pues no era solamente que Francisco estaba cohabitando con el huérfano, sino todo su cambio de conducta, bebía mucho y se veía muy flaco. Decían que le estaba sorbiendo la voluntad.
1905.
La transgresión de Francisco había alcanzado sus límites, los había roto y esto lo consumía día a día. No atinaba a descubrir de dónde había brotado ese ente que vivía en él y lo había puesto contra su familia y contra él mismo. Severino era como un dios hermético que galopaba con él y nunca pedía nada, Francisco era el que daba. Un día tenía que hacer un viaje a Oaxaca a una feria por quince días, entonces como sólo se quedaba Mercedes y era mujer, Francisco le dio todo el poder ante notario a Severino Cundiri que así lo había apellidado. Francisco montó en su cabalgadura pero una correa le molestaba la pierna. Severino preguntó si era muy grave y Francisco no quiso verse débil por lo que se fue con esa molestia que no cambió en ningún paraje. Cuando llegó a Oaxaca tenía una llaga profunda, los ganglios inflamados y fiebre.
1905.
Cuando la situación del enfermo ya era peligrosa, los mozos decidieron ir a la Hacienda de la Pe a avisar a Mercedes. Una vez allí, la mujer tomó lo poco que pudo llevar, tomó a sus hijos -y por una corazonada todas sus joyas- y se fue a Oaxaca dejando encargado de palabra a Severino. Cuando llegaron, la llaga de Francisco apestaba y los doctores querían amputar la pierna. Mercedes lo curó como se cura a las vacas y Francisco sanó, pero el dinero se acababa. Mandó varias veces a pedir dinero a Severino pero los mozos no volvieron, entonces empezó a vender las joyas. Unos viajeros le dieron la noticia: como Severino era el apoderado oficial, había vendido todo, ya no tenían la hacienda. Francisco corrió a los informantes y quería matarlos con el cuchillo que después tuvo Panchito. No quiso reclamar, ese asunto estaba consumado. Mercedes quiso rebelarse contra ese marido que había sido el pilar de su casa, pero algo como un terror le frenó la imaginación. Ahora debían errar como gitanos y mendingar porque el dinero se acababa, y Francisco comenzó a beber mezcal.
1908.
Francisco llevaba la contabilidad de la mina pero eran Carlota y Mercedes quienes lo hacían, Panchito y Tino sacaban canastas de material de desperdicio y y cuando hubo una explosión Panchito tomó el puesto de dinamitero. Francisco bebía mucho y ya no sabía bien a bien por qué estaban allí. Constantino también quería ser dinamitero pero su hermano no lo dejó, pues sabía que no era experto en eso.
1909.
Francisco murió de golpe a causa de la bebida. Mercedes y los hijos hicieron cuanto pudieron para velar y enterrar al padre, que costó una de las monedas de oro que Mercedes había traído de la Pe, pero aún le quedaban unas cuantas que la madre dijo a sus hijos que las guardaran por si algo sucedía. Panchito iba a cumplir catorce años y Mercedes lo hizo el jefe de la casa. Después se metió a la cama y ya casi nunca volvió a salir de ella. Vestida siempre de negro, fumaba sin cesar abrazada a una perrita que le habían regalado las hijas. Un día Panchito anunció que se iban a Veracruz porque había conseguido trabajo en el ferrocarril de allá. Hicieron la mudanza con cada vez menos cosas. Ahora dependían de un muchacho muy joven, pero fuerte y con mucha vida propia.
1914.
Por la ventana de su casa veían pasar el tren dando silbatazos, que alegraban el corazón de las muchachas, sólo Mercedes lo veía desde su cama, siempre fumando con su perrita en brazos. Después del trabajo, Panchito llegaba a la casa con muchas cosas sabrosas compradas en el camino del tren. Ernestina se casó y quedaron solas las tres mujeres: Mercedes, Carlota y Anita porque Tino estaba trabajando en Estados Unidos. Tenían la esperanza que ante la revuelta que veían desatarse, Panchito no se fuera a la “bola”.
1909.
En San Blas Atempa vivían Severino y la nana, que era de ese lugar donde nadie hablaba español, las costumbres eran las del Istmo oaxaqueño. Severino era dueño de la mitad del pueblo, de muchas tierras y de muchas casas. Tenía un caserón enorme con muchas plantas y árboles, los cuartos llenos de hamacas, pero lucía bastante desnuda, pues tan grande no se llenaba de muebles. Severino había engordado y la casa se llenaba de muchachos que bebían y se tendían en las hamacas. En las fiestas le gustaba vestirse de tehuana, lucía joyas, cadenas con monedas de oro y entre ellas la cruz de filigrana de Mercedes, pulseras y el anillo que nunca se quitaba. En su cuarto había una hamaca, un tocador y un gran ropero con espejo. También un retrato de Francisco muy angosto, sólo él de pie, como si le faltara la mitad al retrato, vestido de oscuro con botones de plata y y barba recortada. La postura sugiere que le daba el brazo a alguien, pero si hubo una mano en la manga de su traje la borraron con tinta. Este retrato era el único adorno de la pared.

COMENTARIO:
La anécdota de la novela tiene, por supuesto, una sincronía en el tiempo y el espacio, pero el autor la organiza de distinta manera. Usa la analepsis y la prolepsis para darle interés, resaltar mucho mejor los acontecimientos y destacar los personajes. El diseño de cronotopos permite al lector expandir un mundo de imágenes a partir de las sugeridas por el texto. Las acciones de los personajes están supeditadas al jefe de familia, al padre. Cuando éste comete la transgresión, la encargada de llevar la nave familiar es la madre. Los acontecimientos van acorralando poco a poco a los padres; sin embargo logran apartar a los niños de sentimientos malsanos y, gracias a eso, los chicos se revelan como una generación de sentimientos sanos que fortalecen su proceder, logrando salir adelante a pesar de la pobreza. La novela está plena de simbolismo. Las armas del escudo familiar de Mercedes pueden también aludir a Francisco, que rompe esas armas al transgredir las normas. La novela sumerge al lector en un ambiente de principios de siglo y en situaciones violentas que dejan un resabio de reflexión sobre los sentimientos profundos, insospechados, destructores, agresivos, inconfesables, que pueden atormentar a cualquier ser humano.
El autor se vale de un lenguaje claro, matizado de poesía y de un especial interés en los motivos temáticos que se tocan. Él mismo lo advierte en el prólogo: son episodios tomados de su vida, los personajes forman parte de él y por eso son tan queridos. Panchito y Tino también son personajes de otra obra del mismo autor: Nahui Ollin, en donde se detallan los antecedentes de la matanza de obreros de Río Blanco.