TRES ROSTROS Y UNA SOLA MUJER

Tres rostros y una sola mujer es una obra que trata de la Malinche en tres etapas de su vida: niña, joven y adulta. El autor, Gerardo Luna Islas, toma de la historiografía los pasajes conocidos de la vida de Malintzin. El texto se refiere a los pensamientos íntimos de Malintzin entremezclados en las tres edades de esta mujer, alternando los tiempos de su vida. El autor la ubica en un escenario triple, donde sitúa el contexto social del personaje.

A diferencia de otros dramaturgos, Gerardo Luna Islas, no presenta al personaje como la mayoría, siempre a la vera de Cortés, sino que extiende su vida, como un mapa, para penetrar en el subconsciente de la niña, la adolescente y la mujer en diferentes tiempos, en diacronía. El texto explora el ethos del personaje, sus pensamientos y deseos, en círculos entrelazados e interrelacionados en las tres edades, con diferentes nombres: Malintzin, Malinche y Marina.

La niña y la joven dialogan con la mujer. Cada una de ellas muestra las razones de su vivir en cada etapa, marcadas por lo que será y por lo que fue. El mapa completo es conocido, a la manera de un ser omnisciente, por la mujer adulta, Marina, quien con los pies firmes en la tierra, ya no cree en ilusiones.

Hay mucho qué decir de lo no dicho de Malintzin, porque tanto su persona como sus actos atraviesan la conquista de México por los españoles. No es éste el espacio dónde analizar esta cuestión (que bien merece la pena), sino centrar la observación en lo que Gerardo Luna Islas toma de la historia de este personaje para su dramaturgia.

La obra está organizada en un acto con tres personajes. No sigue la sincronía histórica de la conquista, sino la introspección de la vida de Malintzin. Es una obra de carácter psicológico, una exploración del Yo de Malintzin, donde el autor presenta a su personaje en un movimiento en espiral mostrando lo inexorable del fatum.

En las dos primeras edades el personaje se llama Ce-Malintzin y Malintzin y en la tercera, Marina (Malinche). Hay que recordar que fue bautizada por los españoles con ese último nombre y apodada por los naturales como Malinche. Bernal Díaz habla de ella como doña Marina. Esta Marina adulta, sabe lo que pasó y lo que pasará. Reconviene, aconseja y consuela a sus otros Yo. A lo largo de la obra, el personaje desdoblado, muestra la intención del autor en su discurso, los diálogos trasmiten el pensamiento de la mujer dominada; cualquier ilusión es aplastada por su familia, el cacique y Cortés.

Marina recompone su vida a partir de los desdoblamientos que el dramaturgo propone; y aunque no encuentra justificación para lo que le sucede, ella admite su destino. El autor relaciona la sujeción de Marina con la dominancia del poder político de lo "español" sobre lo "mexicano". Por medio de danza una prehispánica, los tiempos se traslapan frente a Marina, en una escena en la que poco a poco se van integrando danzantes con vestuario contemporáneo. A los primeros los golpean los guardias indios y a los segundos los soldados, que bien pueden ser los "halcones" de 1968, con la mano enguantada en alto. Hay un desdoblamiento de espacios escénicos externos e internos, subjetivos y objetivos y una alternancia de tiempos. Hay que recordar que la matanza de 1968, sucedió por motivos políticos, en Tlatelolco. El autor remarca en esta escena los juegos de poder.

En otro momento de la obra, Marina hace referencia a su casamiento con Jaramillo, como algo que le fue impuesto. Este pasaje ya había sido reseñado por Bernal Díaz, pero en un tono amable, pues omite la borrachera de Jaramillo.45 Gómara en cambio sí lo hace y además critica esta decisión de Cortés, porque dice: "tenía hijos con ella." 46 Marisol Martín del Campo, en su historia novelada Doña Marina,47 detalla el casamiento por imposición de Cortés, a raíz de la llegada de España de su mujer, Catalina Juárez apodada La Marcaida. Esta autora narra cómo a Marina le tomó por sorpresa este casamiento, pero lo aceptó diciendo: "Soy una esclava, me culpo de haberlo olvidado…" También pone en boca de Bernal Díaz un consuelo para Marina, quien nunca olvidó a su primer amor Portocarrero. Bernal Díaz le dijo: "Mi capitán Cortés tendrá razones para haberlo hecho."48

Malintzin no existió para ningún cronista antiguo, la nombran "la Lengua" y ni siquiera Cortés la toma en cuenta, quien también la menciona como su "lengua" en la quinta carta de relación.49 Si los cronistas le dedican pocas líneas, no se abstienen de reconocerla como gran auxilio de Cortés para entender a los indios, porque Aguilar, que sabía español y maya, por haber vivido entre este pueblo varios años, ya no era útil en la relación con los mexicas de habla náhuatl. Marina, en cambio, era bilingüe maya-náhuatl. La traducción a Cortés se triangulaba con Aguilar. Malintzin pronto habló español y quedó como la única traductora de Cortés en la conquista de México.

El origen de Malintzin se discute hasta la fecha. López de Gómara la ubica en Jalisco, posición ya rebasada y Bernal Díaz en Tabasco, lo más creíble. Bernal Díaz afirma haber conocido a su madre y medios hermanos,50 esto último muy discutido. En su estudio, José Luis Martínez detalla estas opiniones.51 Bernal Díaz le dedica un capítulo donde reseña su origen de cacica y la importancia que tuvo para los españoles porque "sin ir doña Marina, no podemos entender la lengua de la Nueva España".52 Clavijero también le dedica un capítulo titulado: "Noticias de la célebre doña Marina"53 donde registra su vida y se excusa de hablar tan poco de alguien que fue tan importante

y cuyo nombre es tan célebre tanto en España como en México. Todo esto para señalar su importancia.

El teatro ha mostrado en escena a la Malinche, con la mirada de los siglos posteriores, en las obras de Gorostiza, Magaña, Carlos Fuentes, Víctor Hugo Rascón, por mencionar sólo algunos dramaturgos. A este personaje se le atribuyen en especial dos características: víctima o traidora; responsable de todos los padecimientos del mexicano. Faltaría revalorar, más ampliamente su inteligencia y su gran papel como mediadora, entre un mundo y otro, congruente en su actuar contra los mexicas, por considerarlos sus enemigos, teniendo en cuenta que entonces no había Patria sino reinos sojuzgados. Habría que desentrañar su papel en eso que se ha llamado identidad, enrarecida por los clichés de "partida", "rajada", "chingada" y por el pathos negativo de quienes la hacen ver como símbolo de una raza vencida. Ella que, según Bernal, se enorgullecía de haber tenido un hijo con Cortés, de ser cristiana y de que le hubiera dado por marido a un caballero.54


45 Bernal Díaz, Op. Cit., p. 460.

46 Bernal Díaz, Op. Cit., p. 460.

47 Marisol Martín del Campo. Doña Marina. Planeta, 2002.

48 ibid.

49 Cortés Hernán, Cartas de relación, Porrúa, Sepan Cuantos, México, 2005, p. 326.

50 Bernal Díaz. Op. Cit., p. 62.

51 José Luis Matínez, Cortés. Universidad Nacional Autónoma de México, Fondo de Cultura Económica, p. 160.

52 Bernal Díaz, Op. Cit., pp. 61-62.

53 Francisco Javier Clavijero. Historia antigua de México, Porrúa, Sepan cuantos, México, 2003.

54 Bernal Díaz, Op. Cit., p. 62.