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CATÁLOGO DE 35 OBRAS DEL ARCHIVO TEATRO HISTÓRICO DE XAVIER ROJAS - SOCORRO MERLÍN | ||||
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Encuentro de dos mundos y Gonzalo Guerrero manejan el mismo tema de la conquista de México. La primera es del dramaturgo Jesús Sotelo Inclán y la otra de Joaquín Lanz Paullada; ambas datadas a principios del siglo XVI. Ambos textos se refieren a los dos hombres sobrevivientes del naufragio de los barcos al mando del capitán Valdivia, los cuales iban rumbo a Sto. Domingo y se salvaron, frente a las costas de Quintana Roo. Estos hombres eran Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar. Estos soldados se aclimataron en tierras mayas y aprendieron la lengua del lugar. Gonzalo Guerrero casó con mujer maya y tuvo hijos; era considerado guerrero valiente y no se quiso ir con Aguilar cuando Cortés los mandó llamar, para integrarse a su ejército. Así lo narra el cronista Bernal Díaz del Castillo. 55
La obra de Sotelo tiene dos actos con 15 personajes, la de Joaquín Lanz un acto y siete cuadros con 38 personajes. El primero pide escenografía tridimensional para sus cinco cuadros y el segundo sugiere escenario vacío ambientado con luces en los siete cuadros.
Sotelo ubica su obra en 1511. Lanz no da fechas, inventa espacios y tiempos y los alterna. Lanz Sotelo Comienza su obra por el final de la fábula, en el más allá, que llama "El rito del viaje", luego en la corte de Isabel la Católica, en el mar océano y en la tierra maya, para cerrar con la vuelta al mar de los conquistadores y cerrar con la consecución del rito del viaje.
El texto de Sotelo Inclán sigue una sincronía temporal, a partir de que los náufragos se encuentran en tierra maldiciendo su mala suerte; continúa con su captura por un pueblo que los engorda para comer; el rescate de ellos por el cacique maya Nachancan; el enamoramiento de Gonzalo Guerrero de la princesa Itzel; la partida de Aguilar y la entronización de Guerrero como jefe en lugar de Nachancan a su muerte. El discurso de Sotelo Inclán es de armonía entre Jerónimo y Gonzalo, quien es llamado tío por sus hijos. La partida de Aguilar se produce en un ambiente de paz. Gonzalo duda cuando Cortés los manda llamar, parece irse, pero vuelve al lado de su familia maya.
La obra de Lanz, por otra parte, si bien habla de los mismos acontecimientos, los organiza de diferente manera, tanto en tratamiento del tiempo y el espacio, como en el discurso. El texto comienza por el final de la fábula, cuando todos están muertos y aparecen en el camino al más allá, donde las almas de Aguilar y Guerrero se vuelven a encontrar con la esposa, las mujeres mayas e Isabel la Católica. En este espacio Jerónimo de Aguilar confiesa haber matado a Gonzalo Guerrero.
En el desarrollo del corpus que emprende Lanz, tiene lugar la rivalidad entre Aguilar y Guerrero, porque este último se ha asimilado a la cultura maya y es amado por su mujer, sus hijos y el pueblo. Aguilar en cambio lucha contra sus impulsos sexuales para dominarlos y no caer en el pecado de la carne, porque era clérigo y trataba de mortificarse y hacer penitencia. Al final de la obra, ambos personajes se encuentran en el camino al más allá, donde Gonzalo es reconocido por todos y Aguilar confiesa nuevamente que se perdió en una búsqueda infructuosa y nada bueno dejó en la vida; vuelve a gritar que él mató a Guerrero. En diálogos y espacios anteriores se insiste en que nadie sabe cómo murió Gonzalo, por lo que se puede interpretar que Aguilar mató, no a Guerrero, sino al Otro de sí mismo, que como Gonzalo Guerrero pudo haber dejado alguna huella positiva en el mundo.
Encuentro de dos mundos del dramaturgo Sotelo, desarrolla la fábula sin grandes conflictos entre la cultura maya y los españoles, o sea entre "los dos mundos." Aguilar y Gonzalo no comulgan con las mismas ideas, pero acuerdan actuar en relación con sus intereses. En cambio en la obra Gonzalo Guerrero, del dramaturgo Lanz, se proponen conflictos de raza, y manejo del pathos con sentimientos exacerbados y contrapuestos (como la envidia contra la generosidad, la sensatez frente al equilibrio, el amor y la comprensión del otro contra rechazo a los demás diferentes). En la obra de Joaquín Lanz se percibe una búsqueda del otro, en tanto que en la de Sotelo, la adaptación a la cultura maya no produce complicadas peripecias. Gonzalo y Aguilar son dos buenos amigos.
Ambos dramaturgos ofrecen al final una amplia bibliografía de historiadores yucatanenses 56 de quienes se documentaron, pero el uso de los recursos dramáticos son distintos tanto en el uso del lenguaje, como en su aplicación en los diálogos. Jesús Sotelo Inclán utiliza un lenguaje directo, cotidiano, en tanto que Joaquín Lanz recurre a uno simbólico.
La realidad histórica está idealizada en ambas obras con el fin de mostrar el encuentro de dos culturas y las bondades del mestizaje. Ninguno de los autores se detiene en Aguilar quien regresó con los españoles y fue, él sólo, traductor de Cortés hasta el lugar llamado Painala, donde compartió este trabajo con Malintzin, –como ya se dijo– triangulando la traducción para Cortés, hasta que ella aprendió la lengua española y Aguilar le cedió su lugar. Aguilar continuó con los conquistadores hasta su muerte, como buen soldado (muerte que Bernal Díaz acota: "de bubas").57
En cuanto a la muerte de Guerrero, Carlos Villa Roiz en su libro sobre Gonzalo Guerrero anota cómo fue su muerte, a manos de los soldados españoles, luchando por su patria adoptiva.58 En este texto se encuentra también la lucha interior que Jerónimo de Aguilar debió de haber librado, al no querer casarse con una india, ni adaptarse totalmente a la cultura maya. Por este motivo, para Aguilar fue muy fácil incorporarse a las tropas de Cortés, a diferencia de Gonzalo Guerrero quien no quiso dejar a su familia maya ni a su pueblo. Guerrero murió cerca de las Higueras. Así también lo registra Andrés de Cerezeda en una carta a la Corona. 59
La diferencia entre los dos españoles: Hernán Cortés y Gonzalo Guerrero estriba en que Cortés conquistó y jamás pensó adoptar costumbres o pensamiento prehispánico. Su identidad no tuvo ningún cambio. Por el contrario Guerrero fue conquistado y él sí adoptó la cultura maya, se asimiló a ella, de tal manera que su identidad cambió por completo, al grado de dar su vida en defensa de los suyos: los mayas.
55 ibid.
56 Así llama el historiador y dramaturgo Médiz Bolio, a los dramaturgos de Yucatán en su Historia del teatro yucatanense.
57 Bernal Díaz, p. 571.
58 Carlos Villa Roiz, Gonzalo Guerrero, memoria olvidada, Plaza y Valdés, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 1995.
59 Íbid.
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