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CATÁLOGO DE 35 OBRAS DEL ARCHIVO TEATRO HISTÓRICO DE XAVIER ROJAS - SOCORRO MERLÍN | ||||
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La siguiente obra es Orozco una vida para la pintura de Gabriel Bárcena. Esta obra en un acto y 26 escenas, con 40 personajes, más papeleros, periodistas, revolucionarios y voces, presenta, como la anterior, fechas exactas para cada escena: 1890, 1924, 1904, 1910, 1912, 1915, 1917, 1922, 1924, 1927, 1928, 1929, 1930, 1931, 1934, 1936, 1939, 1942, 1949, 1951. Se desarrolla en varios lugares con varios escenarios al aire libre y propone auxiliarse de por andamios donde se proyectan murales alusivos, además de sugerir desniveles para la acción. Establece un personaje que represente a la muerte con la forma de la calavera "Catrina."
El autor hace acopio de un volumen histórico amplio. Abarca toda la vida de José Clemente Orozco, desde su nacimiento hasta su muerte. Para el tratamiento dramático alterna los tiempos pasado y presente y –a veces– los reúne en una sola escena; como lo hace al principio, donde el niño Orozco topa con el Orozco agonizante, de tal modo que la sincronía histórica se altera para jugar con las fechas. Aunque el autor no representa a Orozco reflexionando o monologando sobre sí mismo, de manera obvia, muchos personajes que formaron parte de la vida de Orozco, dialogan con él sobre su vida, a modo de coro que sirve para poner en contexto al espectador.
La alternancia de tiempos, después de la primera escena donde Orozco está agonizante, se puede interpretar como una retrospectiva que el propio personaje se representa antes de morir. Por eso los tiempos no guardan una relación sincrónica ortodoxa, sino que van y vienen de acuerdo con lo que para Orozco fue importante, puesto que la obra termina con la muerte del artista.
Acompañado por la muerte "Catrina," Orozco pasa de pronto de pintar muros, a situaciones póstumas vividas por su esposa; del tiempo en que pinta el "Mural de las fuerzas tenebrosas," a cuando pierde su mano izquierda; de la pobreza extrema, al triunfo como muralista y las entrevistas para los periódicos; de la burla de Diego Rivera, a su reconocimiento después de su muerte. De niño jugando con sus hermanos, a la pintura en Bellas Artes junto con Rivera. De su relación con Alma Reed a la formación del sindicato de pintores, escultores y grabadores revolucionarios, con propaganda ilustrada por los pintores, incluido Orozco; de su filiación a Carranza con el Dr. Atl, a su reconocimiento internacional.
A lo largo de las escenas, el autor pone en boca de su personaje, las propias palabras e ideas de Orozco, sobre la pintura, el muralismo, los intermediarios y galeristas, los pintores dominantes en el campo artístico, el trato con los desposeídos, las amarguras de la pobreza, sus opiniones sobre la Revolución de 1910, y la apreciación de su obra, la cual ha sido inspirada en su propia autobiografía.152 En la obra, el personaje Orozco contesta a un periodista: "El arte no es pesimista ni optimista. Por lo demás yo no tengo la culpa de que mi vida sea trágica. Lo que sí puedo decirle, es que la realización de la obra de arte no es tragedia."
Gabriel Bárcena otorga a los personajes ideas que apoyan o contradicen las de Orozco, como las de los pintores de su época, Siqueiros y Rivera, las de los gobernantes, los periodistas y Margarita, su mujer. Pero debido al espacio corto de una obra de teatro y al volumen de la información, los conceptos quedan reducidos. El texto presenta sólo el lado que el autor quiso resaltar para apoyar la información sobre su personaje. No obstante, el dramaturgo baraja distintos momentos de la vida de Orozco que lo muestran como una vida llena de experiencias, buenas y malas, pero sobre todo difíciles, de las cuales se nutrió y benefició su pintura. Como ocurre en el caso de la obra musical de Silvestre Revueltas.
La lectura de la historiografía agrega otros significados que el dramaturgo no tiene por qué seguir. La autobiografía de Orozco presenta otras facetas del pensamiento del artista, como en el caso de Alma Reed, o lo que él opinaba de la Revolución y del arte, ampliando los conceptos. En sus memorias, Orozco se nos presenta muy pragmático, muy objetivo, viendo la vida con cierto aire irónico, como sus caricaturas. Por ejemplo, de la Revolución dice: "Yo no tomé parte en la revolución, nunca me pasó nada malo y no corrí peligro de ninguna especie (…) La revolución fue para mí el más alegre y divertido de los carnavales, es decir, como dicen que son los carnavales, pues nunca los he visto (…) Sainete, drama y barbarie, bufones y enanos siguiendo a señores y señoras de horca y cuchilla, en conferencia con sonrientes celestinas."153
De Alma Reed y la señora Sikelianos se expresa con gentileza y con detalles de estas sus protectoras; así como lo hace la propia Reed de él. Schuessler, en Peregrina dice que Alma encontró en Orozco una revancha por la pérdida de Carrillo Puerto. 154 Su biografía también contradice lo que de él publican los periódicos. De la pérdida de su mano simplemente expresa que fue un accidente como cualquier otro. Desmiente también lo que publican los periódicos amarillistas.
Critica asimismo los postulados del sindicato de pintores. De la pintura de caballete opina que no se puede condenar y que la pintura con tema indigenista está en manos de compradores estadounidenses blancos y no llega a los indígenas. Sobre la influencia revolucionaria de las artes y sobre el espectador, dice que de haber una influencia decisiva, debe estar condicionada por circunstancias todavía desconocidas.155 A Orozco le atrae, como dice Jorge Hernández Campos, causar desazón con sus pinturas y sus caricaturas, cuando dice: "(…) de tal manera que quizá nos viene al encuentro (Orozco) cuando, solos, en horas de insomnio, cada mexicano se ve confrontado con las manchas de su haber y el abismo de su deber."156 Pero todo esto es la historia, la obra de teatro resalta el pathos intenso del artista José Clemente Orozco vis a vis de sus interlocutores.
152 José Clemente Orozco, Autobiografía, Ediciones Occidente, México, 1945.
153 Íbid , pp, 41 y 56.
154 Michael J. Schuessler, Estudio preliminar, Una introducción personal, Peregrina, Alma Reed, Op. Cit., pp, XXVIII-XXV-XXXIX.
155 Autobiografía, Op. Cit., p, 95.
156 Jorge Hernández Campos, Presentación , en Sainete, drama y barbarie. J. C. Orozco, Centenario, 1883-1983 , Instituto Nacional de Bellas Artes. México, 1983
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