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CAMBIOS PARADIGMÁTICOS DEL TEATRO MEXICANO S. XX Y XXI | ||||
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Los personajes extranjeros siempre han estado presentes en la dramaturgia mexicana; han servido las más de las veces como uno de los elementos necesarios para la dialéctica entre el yo y el otro, entre lo mexicano y lo que no lo es. Sin embargo el final del s. XX vio nacer muchas obras escritas por dramaturgos mexicanos, como en los casos de Sabina Berman, Luis Mario Moncada, Ximena Escalante, Noé Morales, David Herce y Silvia Peláez, en las que tanto personajes como contextos eran extranjeros y en las que lo nacional estaba omitido, al menos de modo aparente. Este trabajo aborda algunos aspectos de los personajes extranjeros en las obras: Feliz nuevo siglo doktor Freud, de Sabina Berman; Súper héroes de la Aldea Global, de Luis Mario Moncada y Rashid 9/11 de Jaime Chabaud. La pregunta es si la aparición de obras dramáticas con personajes extranjeros en contextos extranjeros responde a un fenómeno literario o social.
Al analizar el texto dramático, se requiere de un método que permita valorar la teatralidad y el dinamismo implícitos en diálogos y didascalias. La semióloga teatral Anne Ubersfeld, basándose en la tradición estructural de la lingüística, propuso una adaptación del Modelo Actancial greimasciano para penetrar en la estructura profunda de la obra dramática. "No se puede leer teatro", señala Ubersfeld en Lire le theatre (1978), puesto que la actualización del texto deviene escenificación mental y reaviva el texto espectacular. Al reelaborar el Modelo Actancial para aplicarlo al análisis de la obra dramática, la autora pretende: "mostrar cómo se articulan, en su funcionamiento concreto, texto y representación en el nivel más profundo, por debajo de la superficie del lenguaje verbal". (Ubersfeld, 1978:47)
El texto dramático es depositario de una teatralidad virtual cuyos actantes son signos modalizados por su enunciación y su relación con otros signos. Un actante se identifica "con un elemento (lexicalizado o no) que asume en la frase básica del relato una función sintáctica" (Ubersfeld, 1978:49). Es decir que, de acuerdo con su posición, el actante desarrollará una dinámica que dará sentido a la acción dramática, y mantendrá en movimiento las fuerzas que originan el conflicto, originando la teatralidad y desencadenando las posibilidades espectaculares del texto dramático. El Modelo Actancial aplicado al teatro es el siguiente:
DESTINADOR (D1)
DESTINATARIO (D2)
SUJETO (S)
OBJETO (O)
AYUDANTE (A)
OPONENTE (Op)
Para Víctor Grovas, en su libro El otro en nosotros, el extranjero es un ente ajeno a un grupo en el cual produce una transgresión o enajenación, en donde lo extranjero es una noción arbitraria determinada de acuerdo con la identidad y la noción del afuera. La anterior definición es el concepto que me sirve como punto de partida.
2.1 Feliz nuevo siglo doktor Freud, de Sabina Berman. En esta obra se escenifica deseo de aportar en un tema específico, el de la cuestión de género, a partir de un producto cultural occidental. En este caso se reclama a Freud, un extranjero, su teoría psicoanalítica y el caso Dora como pertenecientes a un ámbito cultural del que México forma parte. Parecería que esta reclamación hecha por Berman es innecesaria, sin embargo hay que recordar que algunas tradiciones culturales se han manejado como herencia "natural", mientras que otras son vistas como extrañas. Pese a la popularidad de Freud en México, me atrevo a decir que sus trabajos son desconocidos por la mayoría de los mexicanos, no sólo por la dificultad que entraña el estudio real del psicoanálisis, sino porque pertenece a dos tradiciones culturales que nos son ajenas: la germánica y la judía.
Probablemente el origen judío de Berman tenga algo que ver con la elección de Freud y el caso Dora como detonantes de la mencionada obra, aunque no puedo afirmar que esto sea así. No obstante es un hecho que merece ser mencionado. Lo que es innegable es que la posición marginal (en el sentido de que pertenece a una minoría en México) de Sabina Berman la coloca en un sitio privilegiado: ella es un sujeto interno y externo al mismo tiempo. Tiene una identidad mexicana cosmopolita. Así, la idea del extranjero y lo extranjero se desplaza dentro de la literatura dramática de Sabina Berman y puede explicar que desde el inicio de su carrera estén presentes personajes y temas que pueden ser considerados extranjeros y a los que ella les da el carácter de universales, si no es que nacionales. Ejemplo de esto es Bill, personaje de su primera obra premiada Yankee; así como los judíos españoles de Herejía y más recientemente Moliére y por supuesto, Feliz nuevo siglo doktor Freud.
En referencia a los escritores mexicanos que le importaron desde su juventud, Berman comenta lo siguiente: "Mis preferidos eran los mexicanos que se reconocían como muy mexicanos pero universalistas. Paz es el escritor puente. Para mi generación es el maestro que desde México nos abrió los ojos a lo internacional y desde lo internacional nos hacía mirar a México con un orgullo por la cultura mexicana. Lo mismo fue Reyes para su generación. Villaurrutia es otro. Juega con el español y lo vuelve capaz de juegos maravillosos. No hay una insistencia en lo mexicano como exclusivo. Era natural que yo, como una mexicana, pudiera admirar esa literatura que se cerraba en sí misma, pero no podía emularla. Soy hija de inmigrantes, de padres políglotas. Me hubiera sentido como un travesti intelectual. En cambio personas como Paz, el mismo Monsiváis, me daban una identidad muy cómoda. Me hacían no perder nada de las distintas vertientes que coincidían en mí." (A'Ness 48-49)
En Feliz nuevo siglo doktor Freud su autora abona en las razones históricas que construyen la idea de género y muestra de qué están hechas. Esto en un momento muy importante para hacerlo, ya que la obra fue estrenada en una época especialmente violenta hacia las mujeres mexicanas. La posible homosexualidad de Dora, sugerida en la obra y el propio texto de Freud, se cruza con la lucha por los derechos civiles de la comunidad homosexual y transgénero en México. Para abordar este tema, Sabina Berman decide cuestionar a un personaje clave para la cultura moderna Occidental, Freud, y exhibe sus alcances reales. La elección de la cita de Freud: "Nadie es tan grande para que no se encuentre sometido a las leyes que gobiernan con igual severidad la actividad normal y la patológica" (extraída de "Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci") para abrir su texto es una clave de lo que la obra intenta decir: que el propio fundador del psicoanálisis fue presa de estas leyes y se equivocó en el Caso de Dora debido a la llamada contratransferencia que no supo ver en su momento.
La obra de Berman utiliza personajes extranjeros, sí, pero al mismo tiempo las referencias para la decodificación son necesariamente de nuestra cultura local. "En la literatura tradicional –esto es, la literatura con personajes de la propia cultura– el lector trata de comprender al individuo; en la literatura de estereotipos exoculturales, el reto es comprender al grupo a través del individuo." (Echervo 14) Creo que Sabina Berman consigue lo anterior con creces, ya que Freud y Dora son decodificados a través de las connotaciones propias del receptor que parten del individuo y explican al grupo.
2.2 Superhéroes de la aldea global, de Luis Mario Moncada. En esta obra, se establece un diálogo entre los personajes que elige como "modelos a seguir" de una sociedad y que son extranjeros: Fidel Castro y el Ché Guevara, Sid Vicious y Mike Tyson. En esta obra vemos el diálogo temático entre lo que funciona internamente como una suerte de protagonistas y espectadores los protagonistas son los mencionados, los espectadores otros personajes llamados Cuates, Punks y Camaradas.
Los personajes elegidos son una muestra de la jerarquía de los valores sociales de modo lo mismo global que local. Un boxeador, una estrella de rock, un par de políticos. Son nuestros, nos pertenecen, sabemos sus historias, hablamos de ellos, son muy cercanos pese a que pertenecen a culturas distintas a las nuestras y su tiempo no es nuestro tiempo.
Pero es justamente el paso del tiempo y la creación de productos culturales tales como películas, libros, fotografías lo que ha hecho permanecer a estos superhéroes en nuestra cultura. Cada producto cultural les agrega significados y les extiende el tiempo de vida, Moncada demuestra que tenemos nuestro Fidel, nuestro Ché, nuestro Sid Vicious, nuestro Mike Tyson, en contacto con los personajes históricos, pero independientes desde el momento que pasan a formar parte del patrimonio cultural mexicano globalizado. La omnipresencia del televisor, de la imagen, es también sintomática de esta interconexión provocada por la hipercomunicación.
En esta obra queda claro que la extranjeridad de los personajes es apenas aparente, se trata de iconos manipulados por la cultura pop que al mismo tiempo que retienen una carga semántica que les es inherente, sirven como puntos de partida para nuevas interpretaciones de acciones que les son adjudicadas por medio de la reinterpretación. Lo que hace Moncada es recrear un icono, cargarlo de nuevos significados y reconectarlo con los receptores de su tiempo.
2.3 Rashid 9/11, de Jaime Chabaud. Por otra parte, Jaime Chabaud se conserva fiel al uso de la Historia como una fuente primordial de su dramaturgia. En este caso se trata de un suceso reciente, el de los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York, pero que forma ya parte de los sucesos históricos que marcaron la primera década del s. XX.
Es interesante que Chabaud, que ya había dado varios textos en los que abordaba como punto de partida la historia de México, extienda su círculo de interés a eventos del ámbito internacional. ¿Es una forma de decir que se trata también de la historia nacional? Quizá ése es el sentido de la escena 1, en la que vemos a una trabajadora mexicana como víctima del atentado terrorista. Es ella, alguien que habla como nosotros, que tiene problemas que nos son cercanos, la víctima elegida para señalarnos que lo que estamos por presenciar nos compete a mexicanos y latinoamericanos, esto último se deduce de la nacionalidad de la otra víctima, un joven colombiano. Sabemos que en los atentados del 11 de septiembre a las Torres Gemelas de Nueva York murieron sobre todo estadunidenses, pero el autor hace énfasis en señalar que entre los fallecidos hubo algunos de los nuestros, como una forma de acercar el hecho y convertirlo en propio.
Hay que destacar que la construcción del personaje principal, Rashid, y su posible decodificación por medio de convenciones estándar de uso en México, se da sobre todo por el lado de los roles y por la emocionalidad que el dramaturgo confiere al personaje. Rashid, un árabe y musulmán, está caracterizado por rasgos muy similares a los nuestros. Su relación de vulnerabilidad con el Estado reproduce la cotidianeidad del ciudadano promedio en México, que vive en un entorno de violencia y miedo y es manipulado por intereses políticos y económicos que no le son del todo claros.
Puedo afirmar que en estas tres obras hay efectivamente un desplazamiento del concepto de extranjero hacia geografías reclamadas como propias de la cultura mexicana contemporánea. A saber: la cultura occidental de base judeocristiana en el caso de Sabina Berman, quien aprovecha su identidad cosmopolita para servir de puente a tradiciones culturales no recurridas comúnmente y la propia. En el caso de Luis Mario Moncada hay una apropiación de iconos de la globalización que son usados para ser resignificados. Los extranjeros de Superhéroes de la aldea global ya han entrado previamente a nuestra tradición moderna por medio de la globalización y los medios de comunicación que los han convertido en nuestros compañeros, en modelos a seguir como plantea la obra. Y finalmente, en Rashid 9/11 de Jaime Chabaud hay un trabajo con un evento de la historia reciente de Estados Unidos de modo que es reclamado como parte de nuestra propia historia hemisférica e incluso de la vida privada de muchos mexicanos; Rashid es asimismo un paisano nuestro en lo que a su emocionalidad y vulnerablidad se refiere.
Pero, ¿por qué usar extranjeros? Sostengo que son espejos que devuelven una imagen que no es rechazada de inmediato. Se trata de un sistema de triangulación que permite abordar temas difíciles en una sociedad como la mexicana, en donde el conservadurismo ejercido desde el Estado y los grupos de poder tiene una amplia presencia en medios de comunicación. En Feliz nuevo siglo doktor Freud, el personaje extranjero permite hablar de la condición femenina y de la condición homosexual; desde esta otredad se hace evidente la inexistencia de lo diferente en un sistema heterosexual y machista. Expone las fuerzas a las que se debe oponer un sujeto al que se le niega una identidad porque, para el sistema, su forma de otredad no existe. Al utilizar un caso paradigmático, Sabina Berman consigue que los temas sean puestos en la mesa de discusión desde la aparente lejanía de un caso sucedido hace mucho tiempo a una mujer extranjera que, sin embargo, tiene reflejos directos en México.
Luis Mario Moncada, por el contrario, no evita la fricción entre lo nacional y lo extranjero en su texto. Para él estos extranjeros encarnan conflictos simplemente humanos que dialogan directamente con los problemas de los personajes nacionales. Aquí el cuestionamiento va al concepto mismo de globalización que supuestamente eliminaría los centros de poder y nos convertiría a todos en posibles centros del mundo. La extranjeridad de los iconos elegidos para esta obra no es tal: los medios de comunicación, especialmente la poderosa televisión, nos han hecho ser compañeros de su intimidad. Son una especie de santos seculares, cuyas vidas funcionan ejemplarmente, como las vidas de los santos para los católicos.
Jaime Chabaud usa extranjeros porque su intención es mostrar la cercanía emocional y vital frente al poder entre aparentes antípodas: mexicano frente a extranjero; musulmán frente a católico. Él transforma a su extranjero musulmán en una especie de buen salvaje, emparentado con el indígena mexicano, ligado emocionalmente al estereotipo del mexicano rural: silencioso, digno, religioso, buen padre, abandonado por su Estado, abusado por el poder y con una relación directa con su Dios, dispuesto al sacrificio por los suyos. En este caso, la identificación del receptor emana directamente desde el texto; el propio autor ya ha ajustado a Rashid para que funcione a imagen y semejanza de quien asiste a la obra. La extranjeridad de Rashid y los demás personajes opera como un distanciamiento escénico que tiene su contraparte en la cercanía emocional. Bien podría decirse que los personajes y su contexto son mexicanos, aunque la ficción nos diga que son extranjeros. Veo en esta obra dos niveles de extranjeridad: la de Rashid y su grupo (que lo hace tremendamente cercano); y la de los personajes poderosos, por otra parte, que provoca el mismo distanciamiento que se tiene con los estadunidenses rubios y protestantes, a quienes se convierte en una suerte de monstruos capaces de cualquier cosa.
La mayor aportación, creo, es que por medio de esta obra la cultura mexicana en la voz de Jaime Chabaud ofrece una versión de un evento catalogado como mundial por sus repercusiones. Hay una opinión acerca del hecho histórico y no es descalificada por no provenir de alguien interno. Se trata de un comportamiento: el de atreverse a retratar al otro; muy común en otras culturas (la estadunidense, por ejemplo), pero poco abordado en México, quizá como residuo ideológico de la cultura oficial posrevolucionaria que privilegiaba las temáticas nacionalistas frente a las llamadas extranjerizantes.
Los cambios culturales desde la entrada del TLC, el intercambio de bienes y productos con prácticamente el mundo entero, así como la hipercomunicación provocada por los medios visuales, son factores que influyen en la identidad de todos los sujetos. Los mexicanos hemos tenido que ajustar nuestra identidad a pasos agigantados, de hecho es un proceso continuo ante formas de otredad que antes nos eran desconocidas y que hemos ido incorporando poco a poco, ya sea como afinidades o como diferencias. Estas tres obras muestran que el personaje extranjero es un material que ofrece una riqueza enorme para la creación y que no es un obstáculo para la recepción, pero no encuentro que se trate de una tendencia o de un movimiento literario, sino de una opción más que ha adquirido carta de naturalización en la literatura dramática mexicana contemporánea.
Alberto Castillo Pérez
Bibliografía:
A'Ness, Francine. «Diálogo con Sabina Berman.» Bixler, Jacqueline, comp. Sediciosas seducciones: sexo, poder y palabras en el teatro de Sabina Berman. México: Escenología, 2004. 43-63.
Echervo, Michael Joseph. The conditioned imagination from Shakespeare to Conrad. London: The Macmillan Press LTD, 1978.
Grovas, Víctor. El Otro en nosotros. El extranjero en el teatro de Rodolfo Usigli, México: Distribuciones Fontamara, Tec de Monterrey, 2001
Partida Tayzan, Armando. Se buscan dramaturgos. Entrevistas. Vol. I. México: CONACULTA/FONCA/INBA/CITRU, 2002. 2 vols.
_______. Se buscan dramaturgos. Panorama crítico. Vol. II. México: CONACULTA/FONCA/INBA/CITRU, 2002. 2 vols.
Ubersfeld, Anne 1998 Semiótica Teatral, Murcia, Cátedra. (Primera edición: 1978).
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