PROGRAMA DE TEATRO DEL SEGURO SOCIAL 1958-1964

Desde la creación de la Secretaría de Educación Pública (1920) se estableció una relación connatural entre educación y cultura (en su acepción de cultivo de las bellas artes) de tal manera que en la estructura de dicha Secretaría siempre se consideró un Departamento de Bellas Artes, devenido a Dirección General de Educación Estética y Extraescolar hasta el actual Instituto Nacional de Bellas Artes.

Este vínculo entre educación y bellas artes se trastocó de alguna manera cuando el primero de diciembre de 1958, Adolfo López Mateos asumió la presidencia de República para el periodo 1958-1964.

Artista por naturaleza (había participado en la campaña de José Vasconcelos por la presidencia donde se destacó como orador) y personalmente interesado en las actividades culturales, desde su discurso de protesta planteó los lineamientos generales de su administración en los siguientes términos: "Elevar constantemente los niveles de vida del pueblo para alcanzar mayor libertad, más cultura y mejor bienestar, como atributos de la dignidad del hombre, que es el objeto esencial de las instituciones sociales". (Discurso del licenciado Adolfo López Mateos al protestar como Presidente de la República ante el Congreso de la Unión, 1ero. de diciembre de 1958)

Esto abrió la puerta para que Benito Coquet, titular del Instituto Mexicano del Seguro Social implementara una política que contemplaba las actividades culturales y artísticas en el ramo de la seguridad social que convertiría a dicho instituto en una especie de segunda columna vertebral a través de la cual el Estado implementaría su política cultural.

Esta política sería llevada a cabo por Coquet a partir de la aplicación de dos estrategias: una, que implicaba la construcción de una infraestructura teatral sin precedente en México ni en América Latina y no superada hoy día; y dos, a través de un programa que contribuyera a elevar el nivel cultural de la población asegurada y sus familiares.

La primera se enmarcaba en una política del Estado de incrementar su obra pública, que en este sexenio comprendió vías de comunicación (carreteras, puentes, etc.), escuelas (estadísticamente se construía un aula cada dos horas), servicios públicos (alumbrado, alcantarillado), mercados, centros deportivos y en el ramo de salud clínicas, hospitales, sanatorios rurales y centros de higiene, ya dependientes de la Secretaría de Salubridad y Asistencia o del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Todo con miras a "combatir la ignorancia, la insalubridad y la pobreza".

Definido como centro autónomo –en lo administrativo–, el IMSS obtenía sus recursos de un sistema tripartita cuya cantidad equivalía al 12 por ciento de los salarios pagados: 3% del gobierno, 3% de las contribuciones de los asegurados y 6% por el patrón, lo que aunado a la obligatoriedad de éste de inscribir a sus trabajadores, le permitió obtener un superávit, determinado fundamentalmente por el constante incremento de cuotas (un promedio de 628 mil asegurados por año durante el sexenio) y la relación de 4 a 100 de la población pensionada.

Atendiendo al lema arriba mencionado (al que habría que agregar las declaraciones del Presidente López Mateos de que no se trataba de obras aisladas sino de distintos aspectos de un mismo concepto social), la construcción de 26 teatros cerrados y 42 auditorios al aire libre, se inscribía en un amplio programa que comprendía la construcción de unidades habitacionales, centros de seguridad social, clínicas, instalaciones deportivas y Centros recreativos.

Relativo a los teatros, cabe señalar que si bien la mayoría fueron construidos con los propios recursos del IMSS, para algunos se obtuvo un subsidio especial otorgado por el Gobierno e incluido en los gastos de inversión pública.

Cito, a manera de ejemplo, los construidos al abrigo del llamado Programa Nacional Fronterizo (Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Villahermosa y Chetumal) que se aplicó tanto a la frontera norte como a la sur. Este programa fue puesto en marcha para "conectar a dichos centros urbanos con el centro del país, y a transformar su fisonomía, a fin de que los visitantes que entran en México, tengan desde el primer momento una noción de los valores nacionales mexicanos". (El popular, 7 de marzo de 1961)

Se pretendía, además del mejoramiento urbanístico (un equilibrio arquitectónico con sentido funcional), la construcción de museos históricos y artísticos, exposiciones de artesanías y productos industriales; escuelas de arte, centros deportivos, teatros y bibliotecas con el objetivo de exaltar en los habitantes de la zona, el orgullo de ser mexicanos mediante el conocimiento de su historia e identidad cultural.

En este marco de tendencia nacionalista se inscribieron los teatros del IMSS constituidos como patrimonio inmobiliario que aún existe hoy día. Respecto a la infraestructura, relativa a la ciudad de México, ésta se conformó con los teatros Xola, Tepeyac, Legaria, Independencia, Morelos, Hidalgo y Cuauhtémoc (7 teatros construidos entre 1959 y 1963) a los que se sumaron cuatro más que funcionaban anteriormente como auditorios (Teatro Reforma, Teatro de la Unidad Santa Fe, el Félix Azuela y el Isabela Corona).

Dos fueron las líneas señaladas por Benito Coquet para su construcción (diseñados por Alejandro Prieto, jefe del departamento de inmuebles y construcciones del IMSS): el uso de los mejores materiales para proporcionar un servicio digno; y la programación de obras a la altura de una institución apegada a los principios de justicia social emanados de la Revolución.

Esto nos lleva a la segunda estrategia, es decir, a la elaboración de un programa que contribuyera a elevar el nivel cultural de la población asegurada y sus familiares. En este contexto estaban dadas dos condiciones:

El interés personal de Benito Coquet por el arte en general y el teatro en particular, cuya muestra era el programa de teatro infantil echado a andar en 1942 por Concepción Sada y Clementina Otero durante su gestión al frente de la Dirección General de Educación Estética y Extraescolar (1940-1941) (siendo su sucesor justamente Adolfo López Mateos 1941-1942) y la existencia de un acercamiento al arte escénico cuyos antecedentes se remontaban a las Casas de la Asegurada establecidas el 19 de enero de 1956 en las que Ignacio Retes, titular del proyecto artístico de las mismas había integrado una plantilla con 24 actores, directores y dramaturgos que impartían clases de arte dramático.

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Cuadro de profesores de arte dramático en las Casas de la Asegurada. Archivo: Ignacio Retes- CITRU)

Su mística era parecida a la que Seki Sano aplicó en el Sindicato Mexicano de Electricistas entre 1940 y 1942. En ella se proponía poner en contacto con el arte escénico a los trabajadores del Instituto, sensibilizarlos en la recepción de otras manifestaciones artísticas y crear un teatro verdaderamente popular.

Más aún, había integrado la Compañía de Teatro del Seguro Social que se proponía trabajar de manera permanente y profesional, así como ofrecer al público obras realistas, directas y sencillas que lo acercaran al teatro como manifestación artística. Bajo estos preceptos, debutó el 13 de agosto de 1957, en el Teatro del Seguro Social con La feria distante de Juan García Ponce.

Coincidiendo en el contexto con Julio Prieto, nombrado gerente general del Patronato para la operación de los teatros del Instituto Mexicano del Seguro Social, y con quien había trabajado en el teatro comercial, no extraña que Retes haya sido nombrado director artístico del Programa y que, con José Solé fuera del proyecto, fueran los directores titulares.

Este Patronato, presidido por Rafael Lebrija y con José Gorostiza como vicepresidente, se constituyó con el objetivo de "divulgar valores culturales que estimulen la educación superior no sólo de los asegurados y sus familias, sino también de un público cada vez más creciente, que ha hecho de esta actividad artística su afición constante". (Teatro del IMSS 1958-1964, México, 1964. Tomo 2)

Respecto del repertorio, se trataba de: "dar a conocer, con la mayor propiedad posible, obras de todos los tiempos, desde las tradicionales de la Grecia clásica, hasta las de acentuado prestigio en los últimos años". (Teatro del IMSS 1958-1964)

Para Retes, la mira estaba en montar obras de autores universales, comprensibles para todos los asistentes, justamente para lograr la formación de público. Fue así como el Programa de Teatro del IMSS arrancó el 19 de mayo de 1960 con la inauguración del Teatro Xola y la representación de Marcopolo de Eugène O'Neill, dirigida por Ignacio Retes.

A partir de aquí y hasta el final del sexenio se habrían de llevar a la escena un total de 38 obras, 19 de ellas dirigidas por Retes y el resto por José Solé con excepción de Yocasta o casi, Cuauhtémoc y Teseo, dirigidas por Salvador Novo; Espartaco por Juan Miguel de Mora; La carroza del santísimo por Xavier Rojas; Anfitrión 38 por Julio Bracho; y Un hombre contra el tiempo por Seki Sano.

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Cartel de Marco Polo. Archivo: Ignacio Retes-CITRU)

Con varias de estas obras, particularmente Tío Vania, Un tigre a las puertas y Edipo Rey se inauguraron la mayoría de los teatros de los Estados. También ofrecieron funciones a precios populares en otros espacios como cines y parques.

A estas alturas, el IMSS aventajaba al INBA, no sólo en cuanto a infraestructura teatral, sino también en lo referente a la creación de una compañía estable. Y mientras Celestino Gorostiza, titular de Bellas Artes, no había logrado conformar una Compañía Nacional de Teatro (cuyo intento devino en la Compañía de Repertorio del INBA, que había iniciado sus actividades en 1961 con A touch of the poet de O'Neill, traducida como Tal día como hoy, y dirigida por Fernando Wagner), en el seno del IMSS, a manera de broma, se hablaba de los "Pepes" y los "Nachos" en alusión a José Solé y José Gálvez e Ignacio Retes e Ignacio López Tarso (sendos directores y primeros actores de lo que podría llamarse "dos compañías en una") quienes mantuvieron un elenco estable a lo largo del sexenio, y entre cuyos actores se encontraban Ofelia Guilmain, Patricia Morán, Mercedes Pascual, Jacqueline Andere, Aarón Hernán, Héctor Ortega, José Carlos Ruiz, Antonio Medellín y Augusto Benedico, sólo por mencionar algunos.

Asimismo, en lo que podríamos llamar actividades complementarias, se constituyó una rama de teatro a cargo de los grupos de aficionados que participaban en los talleres de danza, música, canto y teatro que se impartían en los denominados Centros de Seguridad y Bienestar Social (antes Casas de la Asegurada) quienes podían presentarse ya en sus respectivos Centros de Seguridad o bien en los teatros del IMSS.

Del mismo modo, se abrió una sección de teatro campesino –a cargo de Miguel Sabido– que tuvo como espacios de representación los 14 foros al aire libre que en el estado de Morelos había construido el IMSS, como programa piloto para extenderlos a otros estados.

Por otra parte, el Programa contempló también a la música y la danza como disciplinas, de tal suerte que conformó una orquesta dirigida por Blas Galindo que –además de ofrecer conciertos– acompañaba al conjunto folclórico, integrado por un grupo de danza y una sección de coro dirigidos por Guillermo Arriaga y Alberto Alva respectivamente.

Acaso sea importante señalar que en un contexto más amplio, esta política de incremento de infraestructura no fue privativa del IMSS, sino característica general del sexenio; pues hay que señalar –en lo que respecta al ramo de cultura– la instauración de una red de museos, entre los que destacan: el de Antropología, el de Arte moderno, el del Caracol, la Pinacoteca virreinal, el Museo Nacional del Virreinato, el Museo Casa de Carranza y el Proyecto Teotihuacan.

Asimismo, en lo que se refiere al INBA en particular, López Mateos creó la subdirección de asuntos culturales, a cuyo frente se encontraba Amalia Castillo Ledón, quien logró una significativa ampliación del presupuesto destinado a dos rubros: al Instituto Nacional de Antropología y otro que englobaba al INBA, al Instituto Nacional de la juventud y al Departamento de Bibliotecas. En el primer rubro el aumento fue: de 9 millones en 1958, a 31 millones en 1964; y en el segundo, de 25 a 62 millones en el mismo lapso.

Retornando el tema del IMSS, al final del sexenio contaba con una infraestructura que comprendía: 115 Centros de Seguridad y Bienestar Social (antes Casa de la Asegurada), 12 unidades deportivas, 3 centros artesanales, 1 Centro Cultural, 1142 centros de extensión de conocimientos (en las áreas rurales) 13 unidades habitacionales, 160 tiendas de comestibles, un equipo profesional de futbol (que conservó hasta la administración de Miguel de la Madrid), el Parque del Seguro Social, tres centros vacacionales (Oaxtepec, Metepec y La Malinche) así como sus 26 teatros cerrados y 42 foros al aire libre.

Asimismo contaba con una compañía de teatro estable, una orquesta sinfónica, un grupo coral y una compañía de danza folclórica.

Con el relevo presidencial se cernió la incertidumbre sobre el destino de los teatros, toda vez que el Programa de Teatro se suspendió (aún cuando durante 1965 se estrenaron las obras ya producidas como Rómulo magno, El hilo rojo y Juan Pérez Jolote). No obstante las buenas intenciones de Coquet, la puesta en marcha de toda la infraestructura señalada dejó un pasivo que su sucesor, Sealtiel Alatriste, trató de disminuir sin lograrlo. A esto se sumó la reducción a la mitad de la aportación del gobierno y en los sexenios sucesivos la caída real de las cuotas debido a las crisis económicas. Así como el aumento de pensionados en un 5.7% frente al de cotizantes del 2.6% y un incremento de las pensiones en un 8.17%, en tanto que los salarios mínimos crecieron en 3.169% en el periodo de Carlos Salinas de Gortari.

Sumido en la crisis, el IMSS habría de registrar un repunte en materia teatral con la llegada de José López Portillo a la presidencia (1976-1982), cuando impulsado por Margarita López Portillo y coordinado por Carlos Solórzano se habría de echar a andar el programa Teatro de la Nación, que a su vez no sobreviviría al terminar el sexenio.

Queda pues, para la historia del teatro en México, este capítulo del Programa de Teatro del Instituto Mexicano del Seguro Social en un periodo presidencial que destinó, en promedio, un 26 por ciento de su inversión pública en obras de beneficio social –incluida la infraestructura cultural– sentando a su vez, un antecedente no superado.

Jovita Millán

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José Gálvez en Gedeón. Dirección: José Solé. Archivo: Alberto Catani

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Ignacio López Tarso en Cyrano de Bergerac. Dirección: Ignacio Retes. Archivo: Alberto Catani