A campo abierto
En la creación de un personaje se pone en juego una red de sutiles vivencias que se forjan a través de la experiencia, y que en el caso de Pellicer la convirtieron en la mujer fuerte e independiente que dio vida a personajes complejos. En este núcleo hemos reunido documentos y anécdotas en las que se mezcla la vida personal y social de Pilar con su carrera artística.
Fue la segunda hija del matrimonio entre Pilar López de Llergo y César Pellicer Sánchez Mármol, procedentes del estado de Tabasco, que se avecindaron en la Ciudad de México. Pilar tuvo tres hermanas y cuatro hermanos, primero nacieron tres niñas: Taide, Pilar y Josefina (Pina), con apenas un año de diferencia entre cada una, por lo que crecieron juntas y compartieron intereses, sobre todo Pilar y Pina, que en la adolescencia descubrieron su fascinación por las artes escénicas. Fueron muy cercanas, y juntas estudiaron danza y teatro e ingresaron a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Muy pronto destacaron por su belleza y talento, y tuvieron la fortuna de ser representadas por Lonka Becker, quien tenía una visión internacional del cine y las representó con gran éxito.
En la UNAM, Pilar estudiaba Filosofía, tomaba clases con José Gaos, Justino Fernández y Luis Villoro, y siempre recordaría esos años en las aulas universitarias como una época de descubrimientos y vitalidad.
En 1955, Salvador Elizondo ofreció en la Facultad de Filosofía y Letras una conferencia sobre el cine del director ruso Sergéi Eisenstein a la que Pilar asistió. Ahí se conocieron y tuvieron un breve romance del que Elizondo dejó registro en sus diarios y que derivó en una amistad de toda la vida.
En 1960, Pilar obtuvo una beca para estudiar arte dramático en Francia. La beca no incluía el boleto de avión, así que el compositor Mario Lavista organizó la rifa de un cuadro que donó Juan Soriano para que la joven viajara a Europa. Su estancia en París se prolongó por seis años, en los que estudió, trabajó y se enamoró del escultor norteamericano James Metcalf; se casaron y tuvieron una hija, Ariane, quien se convirtió también en una talentosa actriz.
Su vida social en París, como en México, se desarrolló cercana a los círculos de artistas e intelectuales. Las amistades de Metcalf enriquecieron su esfera social, artistas como Jean Tinguely, Man Ray, Wifredo Lam, Roberto Matta y el coleccionista y mecenas Bill Copley, todos reunidos alrededor de la figura de Duchamp. Pilar y Jimmy formaban una pareja atractiva y glamorosa que frecuentaba cafés, galerías y centros nocturnos. En 1962, se presentó en el Teatro Recamiér la obra Las troyanas, de Eurípides, en la que Pilar actuó. Fue su primera actuación en París; al estreno asistió mucha gente de la élite intelectual, entre ésta, Marcel Duchamp y Octavio Paz. En la obra escultórica de Metcalf de esos años queda un nítido rastro de su relación con Pilar, quien fue su modelo para piezas como Bar Fly (1963) y Cariátide (1964).
En 1965, la pareja se trasladó a Nueva York, en donde Pilar tomó clases de actuación en el prestigioso estudio de Lee Strasberg. Al año siguiente, se mudaron a la Ciudad de México, y la carrera de Pilar como actriz evolucionó con gran éxito, lo que devino en una intensa actividad que se filtró a todos los ámbitos de su vida. Pocos años más tarde, su matrimonio terminó y comenzó una nueva etapa de descubrimientos sobre sí misma. En una entrevista en 1989, reflexionaba sobre su rol como mujer: “Para una mujer independiente como soy, y de eso ya no puedo dar marcha atrás, la libertad es una carga sobre todo en este país donde el hombre te quiere tener bajo su tutela y esto no va conmigo”. Las entrevistas que Pilar dio a lo largo de su trayectoria dejan ver a la mujer y a la actriz construyéndose y renovándose, en una búsqueda continua por adueñarse de sí misma.
En la década de los ochenta, se casó con Javier Gallástegui, quien fue su segundo esposo y compañero hasta el fin de su vida. A su lado, produjo obras de teatro y espectáculos de poesía. Fallecieron el mismo año, este 2020, el año de la pandemia.