Encuentros

“Esta ciudad a la que tanto quisiste”

Carta de Pilar Pellicer a Mathias Goeritz. 1990

Pilar Pellicer y la escultura Torso, de Mathias Goeritz. 1954.


Querido Mathias:

Esta carta debí habértela escrito hace ya tiempo, sin esperar a que ya no estuvieras aquí. Cuando menos de cuerpo presente porque tú eres uno de esos seres que se quedará para siempre en mi corazón.

Esta ciudad, a la que tú tanto quisiste, es en parte la culpable de que hayan pasado no sólo meses, años sin vernos. Y me reprocho que a últimas fechas ni siquiera te fui a visitar. Me conformé con enviarte saludos con Bambi. En el fondo no podía admitir que un día ya no estuvieras aquí, entre nosotros. Te congelé en mis recuerdos, y ahí te quedarás para siempre. Te conocí siendo muy joven, casi una adolescente. Te recuerdo claramente con tu gabardina, tu suéter de cashmere, tu cabello lacio que te caía sobre tu frente. Tu hablar pausado y enérgico y tu inteligencia.

Me podía pasar horas oyéndote hablar, me describías mundos. Me viene a la memoria tu departamento del Convento del Carmen. En ese entonces tu compañera era Mariana que tenía los ojos exactamente del color de los tuyos, azul profundo. Se parecían, eran como hermano y hermana. Era un departamento austero, poblado por tus esculturas, libros y pocos muebles. Lo estrictamente necesario. El suelo era de duela y había mucha luz. San Ángel entonces era bellísimo, no es que ahora haya perdido totalmente su encanto pero en ese tiempo era límpido y tranquilo.

Recuerdo la tienda del alemán en la esquina de Revolución y la Avenida de la Paz. Ahora hay un horrible supermercado. La tienda tenía un viejo mostrador de madera y vendían toda clase de productos alemanes: salchichas, galletas, mermeladas y un delicioso pan negro que íbamos a comprar para untarlo con deliciosa mantequilla y comérnoslo mientras, tomando el té, me hablabas de Europa. De las cuevas de Altamira, de África donde habías estado viviendo. De la arquitectura de Tánger, de Paul Klee, de Henry Moore. Me adentrabas en mundos para mí, hasta ese entonces, desconocidos. Al mismo tiempo, me re-descubrías mi país.

Nunca olvidaré mi visita a Teotihuacán, donde ya había estado varias veces de niña y adolescente. Pero ahora, tú me la mostrabas con los ojos del artista. Por ahí tengo una foto que me tomó Mariana. Aquellos paseos en tu Buick negro. Me llevabas a recorrer los lugares donde hacían los adobes y me hacías notar cómo a medida que los iban colocando para secar, se formaban esculturas que constantemente cambiaban. Es decir, me enseñaste a descubrir formas escultóricas en el paisaje.

¿Qué me dices de El Eco? Me encantaba ir ahí. Para mí era casi como entrar a una iglesia. En esa arquitectura había algo muy espiritual. Me parece que fue ayer cuando me hablabas de los espacios abiertos y cerrados. Aquel patio interior donde estaba la escultura de la Serpiente, o los dibujos de Henry Moore en el muro del fondo. Ahí precisamente me tomaron mis primeras fotos como bailarina. Hay una foto donde estoy al pie de uno de tus torsos en madera, que aparece en una biografía que hizo de ti Olivia Zúñiga. En fin, que tu museo experimental se convirtió en ese horror, el cual cada vez que paso sobre la calle de Sullivan me dan ganas de llorar de rabia. Afortunadamente no pudieron hacer lo mismo con las torres de Satélite. ¡Ahí están! Ahora un poco ahogadas por el crecimiento de la ciudad. Cuando me llevabas a verlas por primera vez, estaban realmente aisladas y aún no tenían color. En cuanto a los vitrales, me encantaba que me explicaras eso de la luz. Lo hacías con tanta pasión. Recuerdo muy bien los de la Catedral de Cuernavaca…

Lo que quiero decirte al recordar todo esto es que el hecho de conocerte y tratarte siendo yo tan joven, me marcó definitivamente. No sólo dejé la danza como meta única, continué mis estudios de Filosofía e Historia del Arte, y luego elegí como profesión la de actriz. Sino que también mi primer marido fue un escultor, uno extraordinario, James Metcalf. En fin, que en cierta manera tú eres responsable de mi afición por las artes plásticas y la arquitectura, lo cual te agradezco enormemente pues me ha proporcionado grandes placeres en la vida.

Te platicaría más cosas pero el espacio se me acaba. Lo dejaré para cuando escriba mi primer libro.

Sólo me queda darte otra vez las gracias por todo lo que me diste.

— Pilar —


Diarios, Salvador Elizondo (fragmentos)

Prólogo, selección y notas de Paulina Lavista, FCE, 2015

Salvador Elizondo y Pilar Pellicer. Archivo Paulina Lavista.

1955

Agosto 15

Ahora soy director del Cine-Club del Instituto de la Juventud. Espero hacer una buena labor. Estoy consiguiendo El camino de la vida como plato fuerte. Quiero dar también una película mexicana que se llama Dos monjes que es la expresión más perfecta de lo grotesco que jamás se ha logrado concretar. Ahora sí a ver si dejo Arns-Una. Si lo hiciera tendría bastante tiempo para pintar en las mañanas, pero para dejar la chamba tengo que esperar a que me paguen en el cine club pues por ahora les estoy trabajando gratis. Hoy en la tarde estuve con Iliana. Esto me emociona. Presiento que una “crisis sentimental” se aproxima. Estoy desesperado. Quisiera pintar y no hacer otra cosa.

Octubre 17

Nada nuevo. Dibujando como loco. He hecho algunas cosas bastante nuevas. El sábado estuve con Flora. Es una muchacha terriblemente agradable. Verdaderamente me cae bien. Posiblemente la vuelva a ver hoy en la tarde.

Hoy no fui a trabajar. No se me dio la gana. Lo único que quiero es ponerme a pintar. Conocí otra muchacha que también es fantástica. Se llama Luz del Amo. Quisiera conocerla más a fondo.

Octubre 27

Hoy se me plantó el destino delante de la persona de Pilar Pellicer. Nunca olvidaré este día que ha sido el más bello de mi vida. Todo ha sido como un paroxismo. Ella es el principio y el fin. Por fin.

1956

Febrero 12

Hoy me fui a Cuernavaca con Pina en el coche de Lola.1 Tuvimos un accidente. El coche se hizo pedazos. Dimos dos vueltas, afortunadamente no nos pasó nada. Podíamos habernos matado. Fue un milagro. Me pasé todo el día en una mazmorra infecta llena de mariguanos y asesinos. Ahora voy a tener que pagar el coche.

Marzo 24

Hoy he vuelto a ver a Pilar. Me la encontré en el cine con Pina. Ha sido una emoción bella pero muy lejana. Claro que estoy enamorado de ella pero estamos tan lejos uno del otro. En realidad estoy enamorado de una Pilar ideal que yo mismo inventé; esa Pilar maravillosa es, en el fondo, la representación idealizada de mi juventud. Por eso creo que la querré siempre.

El mes que entra me voy a Europa. En el fondo será un viaje triste ya que lo habíamos planeado Pilar y yo juntos. Ahora lo haré sin ella que fue lo mejor de mi vida.

Octubre 29

Nota autobiográfica

Elizondo, Salvador Francisco – Pintor, poeta, crítico, director cinematográfico mexicano. Nació en la ciudad de México el 19 de diciembre de 1932. Desde que tenía 15 años manifestó una decidida vocación artística. Completó el bachillerato de letras inglesas en la Universidad de Ottawa (Canadá). Estudió pintura en México en la escuela “La Esmeralda” y en la Academia de San Carlos y luego en el taller del pintor Guerrero Galván. En 1952 realizó un viaje a Europa donde visitó Francia, España, Italia, Inglaterra. En 1953 realizó su primera exposición personal de pintura en la ciudad de México. Estudiando contemporáneamente en la Facultad de Filosofía y Letras. En 1955 conoció a Pilar Pellicer, acontecimiento determinante en su vida. En 1956 pasó nuevamente a Europa donde residió primeramente en Roma durante un corto periodo y luego en París donde obtuvo un gran éxito. Ha publicado libros de poemas, tratados y críticas de estética. Se suicidó en París en 1969.


1.- Se refiere a Pina Pellicer, hermana de Pilar Pellicer, y a Dolores Puche.