Danza
La conciencia del cuerpo y el movimiento fue la primera instrucción formal de Pilar Pellicer, quien estudió la carrera de bailarina en la Academia de la Danza Mexicana del Instituto Nacional de Bellas Artes. La disciplina y el rigor que exige la práctica dancística aportaron importantes elementos en la conformación de su carácter, y si bien dejó de ejercer de manera profesional esta disciplina, nunca la abandonó del todo.
En 1956, formó parte del Ballet de Bellas Artes al lado de figuras como Guillermo Arriaga, Guillermina Bravo, Josefina Lavalle, Guillermo Keys y Rocío Sagaón, y en 1953 realizó una improvisación coreográfica para el artista alemán Mathias Goeritz en el Museo Experimental El Eco. Esa sesión fue documentada en una serie fotográfica que ha sobrevivido al tiempo.
En pleno siglo XXI, Pilar regresó a El Eco, esta vez para trabajar con un joven artista inglés, Simon Starling, quien produjo la videoinstalación El Eco.
Danza y actuación se sobrepusieron durante los primeros años de formación de Pilar. Sin embargo, a finales de la década de los cincuenta, por consejo de Goeritz y certezas personales, se alejó de la danza para dedicarse únicamente a la actuación.
En 1970, se unió a un proyecto experimental que propició el encuentro de varias disciplinas, Danza Hebdomadaria, convocado por la bailarina y coreógrafa Rocío Sagaón. En este proyecto, Pilar bailó en la coreografía Luz y fuerza motriz, dirigida por el artista plástico Arnaldo Coen, trabajo que llamó la atención del público y la prensa por su propuesta innovadora y estética cercana al pop art.
A finales de los años setenta, nuevamente el público la vio bailar y actuar en dos espectáculos de teatro de revista, uno en el Teatro Blanquita y otro en el centro nocturno King Kong.