Ciclo Teatros Originarios.
El Grito de Ixtlilco el Grande
Realización, fotografía y edición: Fernando Colin Roque
Investigación y argumento: Luz María Robles Dávila
INBAL-CITRU
México, 2012
Dentro de la tradición, las manifestaciones teatrales se realizan en espacios cerrados; no obstante, en diversas regiones del país todavía se suscitan escenificaciones donde se conjugan diversas formas de espectacularidad en ámbitos abiertos, asociados con las atmósferas y convenciones locales.
Durante los primeros años de vida independiente en México, se estableció un nuevo calendario cívico en el que el 15 y el 16 de septiembre fueron unas de las fechas más significativas. Así, en numerosas poblaciones, la “identidad nacional” empezó a construirse según lo mandado desde la capital del país. En San Miguel Ixtlilco el Grande, los actos protocolarios han adquirido otro tinte: el del almagre en la piel de los mecos, apaches, chinacos y la localidad entera.
La población se encarga de la confección de su propio vestuario; del convite, donde las barreras entre espectadores y participantes se diluyen; de la comida, como en las épocas de cosecha y en el intermedio de las faenas de beneficio colectivo. Todo corre por cuenta de quienes se han apropiado de una celebración oficial para convertirla en fiesta comunitaria.
Si en los informes gubernamentales se acostumbra el reporte de “todo en orden”, en este lugar se disfruta de una danza desde las primeras horas del día hasta el nuevo amanecer, donde resulta imposible mantenerse quieto ante el ritmo contagioso, la ingestión de bebidas embriagantes, el andar de los grupos entrelazados, el “orden” muy cercano al de un carnaval.
Para los especialistas en estudios culturales se trata de un fenómeno distinto. Acostumbrados a los casos donde se impone el carácter institucional sobre las costumbres ancestrales para convertirlas en artículos de consumo turístico, aquí ocurre lo contario: las ceremonias oficiales adquieren el matiz de los habitantes de San Miguel Ixtlilco el Grande, tan arraigados en su fiesta que se re-inventan, por ejemplo, en Minneapolis, Estados Unidos; es decir, más allá de las fronteras de su patria chica.
Miguel Ángel Vásquez Meléndez, CITRU