Hacia 1905, Konstantín Stanislavski y Vsévolod Meyerhold “establecieron un Estudio, separado del Teatro de Arte de Moscú”, el cual devino en un laboratorio donde la experimentación tomaba derroteros y dimensiones según el deseo de sus integrantes. Ese Estudio se convertiría en el antecedente fundamental de un modelo de producción que ofreció algunos de sus fulgurantes hallazgos en la segunda mitad del siglo XX y que reaparece hoy día transformado en múltiples proyectos colaborativos.
En esta nueva entrega de La Escena expandida. Teatralidades del siglo XXI —el estudio de largo alcance de Rubén Ortiz—, transitan Meyerhold, Vladimir Maiakovski, Aleksandr Mijáilovich Ródchenko y Velemir Khlebnikov, entre otros, y se analiza su trabajo en el movimiento renovador del teatro silenciado tras la persecución stalinista. Como en las anteriores entregas de este proyecto de investigación, los principios resultantes de dicho análisis se traducen en la descripción de experiencias artísticas recientes que desbordan los límites tradicionales de la disciplina teatral. En este caso, algunas de ellas realizadas por el grupo de trabajo del propio investigador-creador.
En su prólogo, “Tramar modos, urdir mundos”, así lo constata Bertha Díaz: “Recorrer estas páginas permite dar luz a las insistencias que sacan a las disciplinas y a la producción misma de pensamiento-creación de los contornos fijos que el sistema del arte y el capitalismo cognitivo quieren dibujarles con el afán de volverlos objetos identificables, clasificables sometidos a lo que tales matrices requieren para poder subsistir con sus pobres ficciones”.
Del poeta futurista Khlebnikov, Juan Bonilla refiere que “estaba convencido de que el lenguaje de los pájaros se ajustaba con mayor precisión que el de los hombres a lo que necesitaba expresar”, es decir, no tenía límites, quizá como el potencial del teatro.